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LAURA SARGANTANA

Coach Personal y Profesional, Equipos y Liderazgo

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Volver: cuando lo que ha cambiado eres tú

14 marzo, 2018 / by Sargantana / 6 comentarios

Cuatro años viviendo fuera de mi país y cada vez que regreso a casa tengo la misma sensación: todo sabe diferente. Es un sentimiento muy común sentir que algo ha cambiado. Solemos coincidir en que somos nosotros, ya no somos los de antes.

Claro que los sobrinos están más mayores y nuestros padres se hacen más viejos, las ciudades se transforman y los amigos de siempre tienen cada vez algo nuevo que contarnos. Pero hay una pieza que nunca acaba de encajar: tú.

Volver y observar la vida desde una perspectiva diferente

Lo primero que me llama la atención al llegar al aeropuerto de Palma de Mallorca en pleno invierno es la organización. Qué placer encontrarlo todo tan fácil, tan limpio, tan ordenado. Por fin un poco de respeto por el espacio vital y, sobre todas las cosas, el silencio. Dos años en el Caribe dan para que una pueda apreciar la ausencia de música bachatera por unos instantes.

Por el contrario, me agobio al volante de un vehículo con marchas al que se me olvida pisar el embrague o me estreso cuando entro en la ciudad por tener que lidiar con carriles sumamente estrechos.

Acostumbrada como estoy al American Way of Life, se me antojan todas las calles minúsculas y terriblemente estrechas en las que no paro de gritar ¡oh Dios mío, el coche por ahí no pasa!!! Por no hablar del agobio a la hora de aparcar en espacios cada vez más ridículos.

Me sorprende negativamente la actitud generalizada de la gente en modo defensivo, las prisas y la sensación de que a nadie le gusta que se le moleste ni para decir buenos días. Acostumbrada ya a la sonrisa eterna, a que me hablen mentira con gracia caribeña y a que me llamen “amol” me cuesta encajar la indiferencia de la gente a pesar de la familiaridad de sus caras.

Porque es lo que tiene haber nacido y crecido en una ciudad pequeña, que todas las caras te resultan familiares y me entran ganas de saludar a todo el mundo.

No puedo volver al ayer, porque ya soy una persona diferente, Lewis Carroll

El reencuentro con familiares y amigos no sólo no tiene precio sino que me recuerda lo afortunada que soy al comprobar que ciertas personas siguen siendo las de siempre. No importa cuánto tiempo pase sin volver a verlas porque las amistades de verdad no necesitan mucho para seguir existiendo. Es como la química entre dos enamorados, no necesita explicación y las horas me pasan volando alrededor de una mesa en buena compañía.

Amistades que no precisan palabras
Volver a las amistades que no precisan palabras

Por otro lado, siento cierta frustración cuando sin avisar me invade una sensación de vacío que no puedo explicar. Sé que nos ocurre a muchos de los que volvemos de visita de vez en cuando. Es una sensación melancólica, de absoluta tristeza. Siento que hay conversaciones que me aburren, que por mucho tiempo que pase hay temas recurrentes que se repiten una y otra vez, ya sea en las barras de bar como en las noticias de la prensa. Siento un enorme vacío que no tiene nombre pero que duele sin saber por qué.

La principal causa de la infelicidad no es la situación, son tus pensamientos sobre ella, Eckhart Tolle

Lo que me aburren sean quizás las generalidades cuando se ha perdido el contacto en el día a día, los matices, los detalles, lo que realmente importa. Me encuentro repitiendo los mismos chismes y las mismas anécdotas, como si la falta de contexto me hiciera olvidar que mi día a día y mi vida es mucho más que vivir rodeada de playas y palmeras y sucumbo a los mismos tópicos del Caribe.

Quizás sea porque vivo en un plano totalmente diferente, la diferencia entre dos mundos, dos culturas, dos economías, dos formas de vivir y entender la vida. Mis prioridades y preocupaciones ya no son mantener mi trabajo, mi relación con mi jefe, planear una escapada a Roma o acudir a la fiesta de cumpleaños de alguien.

Mis pensamientos están en otro lugar, en pensar cuál va a ser mi próximo destino, en no acumular demasiado en vistas de una futura mudanza, en no encariñarme mucho de mi presente, en hacer amigos en mi nuevo hogar, en sacarme las castañas del fuego y «resolver» en un país con tantas limitaciones.

Mis preocupaciones no son ni más ni menos importantes, simplemente son diferentes.

Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas, Frank Clark

Y me entristece seguir escuchando las quejas de siempre y las pocas ganas de mover el culo por cambiar las cosas, el conformismo, la ignorancia dentro del microcosmos de su mundo como si fueran los únicos seres sobre la tierra. Los listillos que saben hacer todo, desde ganar el mundial de fútbol con la alineación infalible hasta cómo hacer subir al pasaje del avión sin esperas para los demás. España, el lugar donde todo el mundo sabe de todo pero no es primero en nada. 

Volver a sentir ese enorme vacío que no tiene nombre pero que duele sin saber por qué
Volver a sentir ese enorme vacío que no tiene nombre pero que duele sin saber por qué

El estado de tu vida no es más que un reflejo del estado de tu mente, Wayne Dyer

He cambiado, lo noto y lo notan muchos de mis allegados.

Sin embargo, me sorprende y hasta a veces me incomoda -por no acertar en comprender la intencionalidad de la exclamación- cuando me dicen lo mucho que he cambiado. Me lo tomo como algo positivo y no puedo por más que responder “afortunadamente». Porque es muy triste que te recuerden tal y como te fuiste, o tal y como éramos a los 15 años en el instituto o a los 18 cuando compartíamos casa familiar. Creo que es una bendición (expresión dominicana que ya se queda para siempre) que seamos capaces de aprender, de crecer y poder celebrarlo.

No cambié, sólo aprendí, y aprender no es cambiar, es crecer.

Lo que he aprendido estos años ha sido mirar y tratar de entender la vida desde otras perspectivas. Ha cambiado la forma en la que proceso lo que veo y mi relación con el entorno. Mi manera de relacionarme y la forma de enfocar los retos del día a día.

No quiero conformarme con escuchar y asentir. He aprendido a no imponer mis opiniones tratando siempre de preguntarme cuál es la mejor opción para los demás. Prefiero -y ya echo terriblemente de menos- una conversación de verdad a los monólogos. Para esos momentos prefiero el humor de Joaquín Reyes y su hora chanante.

Quizás porque he tenido que adaptarme a medios hostiles y/o extraños me he convertido en alguien diferente a quien era buscando la empatía más que la razón.

Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, tenemos el reto de cambiarnos a nosotros mismos, Viktor Frankl 

Sólo quiero una conversación
Quiero volver a tener conversaciones

Mientras camino por las mismas calles como cuando iba al colegio, me alegro al reconocer los comercios de siempre y celebro que aún sigan en pie. Me emociono cuando paso por delante de la panadería a la que me mandaba mi madre todos los días y entro a comprar sólo por el placer de su aroma. Me gusta recordar las veces que fui al cine de mi barrio, qué películas vi y con quien las vi.

Me siento en los cafés de siempre y desayuno como una turista sin prisa escuchando las conversaciones de los demás. La mesa de jubilados, los empleados de la tienda de al lado, los oficinistas del banco del barrio, los abuelos que no dudan en empezar bien el día o los obreros que ya van por el bocadillo y el carajillo matutino.

Bar Isleño en el barrio de Santa Catalina
Volver al Bar Isleño en el barrio de Santa Catalina

Disfruto aún más escuchando a la gente hablando en nuestro dialecto tan particular, con ese acento que nadie es capaz de comprender y feliz (y sorprendida al mismo tiempo) al observar que hasta los más jóvenes siguen cultivando nuestra lengua, mi lengua materna destinada, años atrás, a desaparecer de la faz de la tierra como tantas otras.

Celebro poder pasear por los barrios de mi ciudad sin necesidad de utilizar el vehículo. Caminar por las calles, pasar por delante de los escaparates de los comercios y las terrazas llenas de hedonistas incluso en pleno mes de febrero.

Antes de regresar al que es ahora mi hogar, ya echo de menos las panaderías, la vida de barrio, el aroma de bar, las conversaciones con mis amigas.

Volver a mis calles de siempre
Volver a mis calles de siempre

La vida debe ser vivida mirando hacia adelante, pero sólo puede ser entendida mirando hacia atrás, Kierkegaard

Pero sé que algo ha cambiado. Mi ciudad cada vez más grande y cada vez con menos personalidad. Palma como atracón turístico. Ciudad hipócrita con quienes la visitan a pesar de su prosperidad gracias a un turista que ahora es juzgado y condenado por ocupar el espacio que les pertenece. Quizás se hayan dado cuenta que las ciudades mueren sin sus habitantes.

Turista, tú eres el terrorista (Palma)
Volver y descubrir que el turista es un terrorista

Sin embargo, y a pesar de agradecer cada momento y cada recuerdo, me pregunto qué hubiera sido de mi vida si jamás hubiera salido de aquí. Cuántas ocasiones perdidas para conocerme de verdad. Y qué bien haber dejado ese espacio para volver y saborear cada minuto de todo aquello que tuve y tomé por simple rutina.

Es inútil volver sobre lo que ha sido y no es ya, Chopin

Por suerte, o por el esmero en que no se pierda, lo esencial permanece intacto y siempre estará mientras sepa apreciarlo.

La vida pasa, nosotros evolucionamos, pero hay sentimientos que llegaron para quedarse.

Publicado en: Expatriados Etiquetado como: adaptación, amistad, aprendizaje, cambio, Costumbres, emociones, España, expatriados, expectativas, experiencias, familia, Mallorca, perspectiva

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Comentarios

  1. DENNIS EHRENBERG dice

    15 marzo, 2018 a las 08:58

    Me encanto lo que reflexionas acerca de las grandes diferencias entre dos mundos, quizá porque de alguna forma lo he vivido en carne propia, cuando estoy en España, y escucho sus quejas y disertaciones, pienso, son lo que llamamos
    Urban problems, esos pequeños problemas de quienes tiene todo resuelto..

    Responder
    • Sargantana dice

      15 marzo, 2018 a las 19:03

      Hola Dennis, me encanta lo de “Urban Problems” porque cuando yo los tenía no veía nada más.
      Cambiar de ciudad, de país, de entorno cultural o de vida te abre los ojos ante otro tipo de problemas. Creo que la virtud está en no olvidarse de dónde venimos, dónde estamos y que tener esta doble perspectiva nos ayude a tener más empatía y a crecer cada día un poquito más.
      Un abrazo y muchas gracias por compartir.
      Laura.

      Responder
  2. Bárbara dice

    17 marzo, 2018 a las 05:24

    Me siento tal cual ! me encantó, me ayudas a apreciar mi vida de expatriada a la que me ha costado mucho acostumbrarme pero de la que soy consciente de las bondades que ha traído a mi vida, sobre todo en lo que se refiere a una reflexión muy cierta: conocerse a uno mismo.
    Seguiré leyéndote, abrazo desde una española en México

    Responder
    • Sargantana dice

      17 marzo, 2018 a las 15:39

      Muchas gracias Bárbara, ya ves que la vida de expatriada es emocionalmente compleja. A mí me cuesta mucho explicarlo pero escribir me ayuda a poner poner palabras a mis sentimientos, a veces tan contradictorios.
      Sin duda es una oportunidad para ver el mundo desde diferentes perspectivas ¡aunque a veces no lo entendamos!

      Un abrazo caribeño 😉
      Laura.

      Responder
  3. María dice

    22 marzo, 2018 a las 15:15

    Hola Laura, te escribe una mallorquina de adopción (pasé mi infancia allí). Llegué a RD hace 7 años después de pasar también por otros varios países. He descubierto tu blog hace poco y me siento muy identificada con muchas de las cosas que escribes. Te felicito, y te seguiré leyendo!
    María

    Responder
    • Sargantana dice

      22 marzo, 2018 a las 15:57

      Hola María, bienvenida a esta gran familia 😉
      Para mí es un placer tenerte por aquí porque ya habrás visto que este blog es de y para todos y, sobretodo, mi propia terapia de higiene mental.
      Así que no dudes en participar y compartir tus experiencias.
      Por cierto, estoy en Bávaro, por si algún día te dejas caer por aquí.
      Saludos,
      Laura.

      Responder

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