
El miedo es una emoción necesaria para nuestra supervivencia porque nos obliga a mirar si hay agua en la piscina antes de tirarnos de cabeza ¿simple, verdad? Por ello siempre digo que es bueno sentir miedo ante los cambios, de lo contrario nos lanzaríamos a la aventura de manera inconsciente. Aventureros sí, tontos no.
La mayoría de las veces acuden a mí clientes que quieren aprender a vencer ese miedo a dar el salto ¿cómo lo hiciste? me suelen preguntar.
Y es un miedo en mayúsculas porque representa plantearse cosas tan poco románticas como: qué voy a hacer con mi piso si aún estoy pagando la hipoteca, cómo voy a dejar mi trabajo de toda la vida, si me va mal la experiencia con qué cara vuelvo a casa, de qué voy a vivir si apenas tengo nada ahorrado.
Y así tantos miedos como personas se plantean dar el salto.

El salto puede ser cambiar de ciudad, de país, de trabajo, de pareja, de vida. Para ello, lo primero que hay que definir es para qué quieres ese cambio en tu vida.
Esta sencilla pregunta abarca el para qué de todo, es el motivo por el cual vamos a vencer nuestros miedos, es el motor del cambio. Si no sabemos para qué queremos lograr dar el salto, es probable que al segundo día tiremos la toalla.
Siempre pongo el mismo y banal ejemplo: cada día me pregunto para qué tengo que hacer el esfuerzo de ir al gimnasio con la pereza tremenda que me da. Mi para qué es “para seguir metiéndome en mis vaqueros favoritos”. Eso es lo que me impulsa a levantarme de la silla y echar a correr.

1# Objetivo específico: para qué lo quiero
Como todo lo que hacemos en la vida, nuestro para qué tiene que ser específico. En otras palabras, que sea lo más concreto posible dando forma a las abstracciones, no vale decir “para sentirme mejor”, “para sentirme autorrealizada”, porque es como preguntar a qué huelen las nubes.
Nuestro objetivo tiene que ser formulado en positivo. No vale con decir “no quiero seguir con la rutina”, sino “quiero hacer cosas nuevas”. Dar forma a este deseo es preguntarse qué tipo de cosas nuevas son las que queremos ¿aprendizajes, personas, lugares, experiencias?
Hay que indagar hasta llegar al fondo de la cuestión: qué quiero y para qué lo quiero.
2# Medible: cómo sé que lo estoy consiguiendo
En segundo lugar, que este objetivo sea medible significa que tienes que poder ver tu progreso, tienes que darte cuenta de las señales que te indican que estás por el buen camino.
Obviamente si no me puedo subir la cremallera de mis pantalones favoritos o no me entran ni untándome con mantequilla, será señal de que no lo estoy consiguiendo.

3# Ambicioso: ¿es lo suficientemente importante para mí?
Que sea ambicioso significa que tiene que ser lo suficientemente retador para hacer el esfuerzo de ir todos los días al gimnasio aunque nos duela el alma. Si en el fondo me da igual lucir mis vaqueros talla 38 que ir con un vestido holgado significará que en realidad no me importa tanto, por lo que si no consigo mi objetivo no me voy a sentir mal.
Por ello, nuestro objetivo tiene que ser suficientemente ambicioso para alcanzarlo.
Haz la prueba: de 0 a 10 (0 es nada y 10 es todo) ¿cómo de motivado estás para dar el salto? Si has puntuado por debajo de 8 pregúntate que te falta para llegar al 10, y si has puntuado por debajo de 6 es mejor que dejes tu reto de cambiar de vida para otro día. Quizás este no sea tu momento.

4# Realista ¿de quién depende?
Que sea un objetivo realista, parece lógico. Si mi sueño es ir a la luna primero debería tener mi propio cohete.
Es importante preguntarse si es un reto al alcance de nuestras posibilidades, ya sean personales, familiares, emocionales, físicas o materiales.
Después hay que pensar en todos aquellos recursos que tienes y que te pueden ayudar a alcanzar tu meta. Pueden ser tus valores, tus conocimientos, apoyos externos, medios materiales, tiempo, motivación, etc. Todos estos recursos internos y externos serán tu caja de herramientas para conseguir tu objetivo.
Otra prueba que puedes hacer ahora mismo es preguntarte de quién depende que consigas dar el salto. Si depende de ti adelante, si depende de terceras personas entonces no está en tus manos, o no directamente.

Este punto es importante para evitar frustraciones y para ser realistas. Hay cosas que no dependen 100% de nosotros, como por ejemplo cambiar de trabajo. Por un lado están nuestras aptitudes, experiencia y conocimientos. Por otro lado hay un porcentaje del objetivo que no depende de nosotros como el mercado laboral.
Esto no quiere decir que no se deba intentar, sino que al formular el objetivo debes tener muy presente que sólo se trabaja aquello que depende de ti. Por ejemplo establecer contactos, actualizar tu LinkedIn, realizar búsqueda activa de manera periódica, etc.
5# Fecha ¿cuándo quiero conseguir mi objetivo?
Por último, pon fecha. Es la parte que, curiosamente, suele costar más a quienes me consultan. Porque es como la prueba definitiva de que hay que pasar a la acción.
Muy bien, ya sabes lo que quieres, sabes cuál es el camino a seguir, sabes con qué herramientas cuentas para conseguirlo, lo deseas con todas tus fuerzas pero…
¿Para cuándo quiero ese cambio?
Poner un fecha es una manera de comprometerte contigo mismo. Te ayuda a no dormirte en los laureles y, sobre todas las cosas, no poner excusas ni procrastinar.
Poner una fecha, aunque sea orientativa, nos obliga a pasar a la acción: una semana, un mes, un año. No importa, las montañas no se escalan de un salto. Lo importante es establecer un plan de acción para ir acercándose al objetivo en la fecha establecida y que no quede todo en los buenos propósitos de año nuevo.

Todo esto no son más que las claves del Coaching según el modelo SMART:

- Specific,
- Measurable,
- Attainable,
- Realistic
- Time-bound.
Aunque a mí me gusta añadir otra, Reward: ¿cómo te vas a recompensar cuando lo consigas? Porque todo esfuerzo merece una recompensa ¿no?
Este simple ejercicio lo puedes hacer con una taza de café siempre y cuando te dediques a estar un rato contigo mismo y decidas ser honesto. Porque no hay respuestas buenas o malas, correctas o incorrectas. Sólo hay respuestas sinceras.

Así pues, el primer paso para vencer el miedo y dar el salto es definir tu objetivo real y específico, y buscar tu para qué.
¡La próxima semana más!
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Si quieres que te ayude a dar el salto y a diseñar un plan para alcanzarlo, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
Si tienes preguntas, compártelas y estaré encantada de ayudarte 😉
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