
Como en la teoría platónica, yo también creo que el único camino hacia la felicidad es vivir en una ciudad justa. La ciudad ideal puede que sea una utopía o haya que inventarla, pero sí creo en la educación como único instrumento para acercarse a ella. Según Platón, las ciudades están mal gobernadas, las leyes no son buenas, sólo los sabios pueden salvar a los ciudadanos de una falsa democracia que ha perdido el sentido y depende más del azar o de los ambiciosos y egoístas intereses personales.

Por ello el lugar elegido para mi siguiente aventura vital es la más alejada geográfica y políticamente hablando de las viejas ciudades europeas llamadas democráticas, justo en las antípodas de mi ciudad natal. Auckland va camino de convertirse en mi nuevo hogar, y Nueva Zelanda, la tierra de la gran nube blanca, el destino cuyo aislamiento geográfico me anima a pensar que también se aleja de la corrupción y de la mezquindad humana para acercarse al pensamiento platónico de una ciudad más justa y una sociedad más libre.
Cuando me despedí de Doha a través del post El cambio es la única constante, Daniel me dijo que imaginaba que la sensación de cambio no iba a ser tan intensa como cuando decidimos mudarnos a Qatar porque lo difícil es dar el primer paso. Una vez ya has salido del mundo conocido para adentrarte en una esfera cultural, social y profesional totalmente distinta de tu rutina diaria, después cualquier otro cambio se torna más sencillo que la primera vez. Hablaba del miedo a enfrentarte a lo totalmente desconocido, y a la capacidad que tenemos los expats de entrar y salir de la zona de confort una y otra vez.
Mi repuesta fue inmediata, tendrás un post explicando por qué este razonamiento tan lógico a priori hace aguas, dije. Tres meses después, no sólo sigo pensando lo mismo, sino que mi estado de ánimo confirma que este segundo paso se asemeja más a un salto al vacío.
La primera vez que decidí salir de la famosa zona de confort fue ahora hace dos años. Supuso un giro radical en mi vida a nivel personal pero también a nivel laboral. En aquel momento recuerdo haberme sentido muy afortunada, iba a vivir de la mano de mi marido mi primera experiencia internacional en un lugar tan distinto de todo lo que conocía, tan exótico, tan extraño. Y lo hacía de la mejor manera posible, desde la comodidad del expatriado, es decir, a costa de una empresa que pone todos los medios logísticos para que la transición sea lo más rápida posible. Desde un presupuesto mensual para pagar el costoso alquiler, dos billetes de avión al año para volver a casa, hasta un equipo de personas que, con más o menos fortuna, me ayudaron con todo el trámite burocrático en un país cuyas normas nunca llegué a comprender y en un idioma totalmente ajeno al mío. No digo que fuera fácil, este blog cuenta las desventuras de vivir en un país árabe under construction, pero comparado con lo que viene de ahora en adelante, se me antoja una simple anécdota.
Así que respondiendo a la pregunta que me hizo tiempo atrás Daniel, un fiel lector, afirmo que el miedo escénico ha aparecido y nada tiene que ver con la primera vez.
En esta ocasión se trata de un plan homemade, es decir, yo me lo guiso, yo me lo como. Una decisión meditada y planeada minuciosamente sin ayuda de nadie. La primera vez el destino vino más o menos dado, fue la bola ganadora del sorteo, pero esta vez hemos ido a por él a conciencia.
Es inevitable idealizar los lugares en los que todavía no has vivido, pero me ilusiona pensar que viviré en apenas un par de semanas en un lugar lleno de parques naturales, de montañas, ríos y lagos; un lugar donde se vive al aire libre, caigan rayos o centellas; un lugar donde podré salir a caminar, a correr o a montar en bicicleta sin tener que esquivar obras, sin miedo a sufrir una lipotimia o que me acusen de estar enseñando demasiada carnaza. La parte buena es que pasaré de vivir bajo la amenazadora Ley Sharia en un lugar todavía regido por un régimen monárquico absolutista, a uno de los lugares más abiertos de mente y con mayor índice de derechos civiles. En definitiva, a un país donde por encima de todo priman la libertad –incluida la libertad de expresión- y el respeto. Sólo con ello ya me conformo.
Nueva Zelanda no es por casualidad el segundo país menos corrupto del mundo -sólo por detrás de Dinamarca-, sino que luce un respetable séptimo lugar en el ranking de los países más desarrollados según el indicador social IDH, un indicador que va más allá de la economía para incidir en la calidad de vida, la educación y sanidad. Si tenemos en cuenta que lo consiguen pagando sus impuestos y sin corrupción, parece más que una utopía (enlace datos).
Dos ilustraciones, dos realidades: sentido del humor kiwi en un wc de Queenstown vs sobriedad qatarí en la entrada de un centro médico de Atención Primaria en Doha.
Volviendo a los sabios, pienso que el conocimiento y la experiencia tienen que servir para mejorar nuestra vida no sólo material sino también para mejorar nuestra convivencia desde el punto de vista ético y social, comprender lo que significa ser un buen ciudadano.
Sin embargo, esta vez el cosquilleo en el estómago no es tanto de emoción como del miedo escénico que aparece cuando los días previos a la partida piensas en todo lo que se avecina, o peor, en todo aquello que no has previsto. Acerca de lo conocido, pues el terror al acento kiwi que ya tuve la ocasión de poner en práctica en mi primera visita a Aotearoa. Me consuelo pensando que si pude más o menos acostumbrarme al inglés de los indios, filipinos y de los árabes, ya nada puede resistírseme. La segunda pesadilla que me viene en sueños es conducir con el volante a la derecha y por el carril izquierdo, pero quién dijo miedo después de haber conducido en el circuito urbano de Doha.
Buscar trabajo, casa, empaparse de las normas y regulaciones locales, volver a hacer un estudio de mercado en busca y captura de los mejores productos al mejor precio, conseguir cervezas sin arruinar el presupuesto semanal, conocer gente nueva, lidiar con las decepciones, con la lluvia, viajar con sólo dos maletas, etc.
Porque hasta la llamada curva de la felicidad está estudiada. Los kiwis, que están en todo, en su página de inmigración ya te explican las fases por las que vas a pasar hasta sentirte cómodo en tierra ajena. La cultura local impacta de un modo u otro en tu estructura mental y tus estados de ánimo variarán a la misma velocidad que una montaña rusa. No importa las expectativas que tengamos cada uno de los eternos viajeros, porque somos humanos, sentimos, nos emocionamos, quizás más que el resto de los mortales. Pero ello no evita que queramos conocer el otro lado del mundo como metáfora de nuestro otro «yo» para descubrirnos un poquito más a nosotros mismos, poniéndonos más al límite, más a prueba, a ver hasta dónde somos capaces de llegar y cuántas cosas podemos aún aprender. Como me decía justo esta mañana mi amigo virtual, Luis S., hablemos del desarraigo positivo, desconectemos de los vínculos conocidos en busca de algo más que nos haga crecer.

Los kiwis resumen un periodo que empieza con la previa planificación del viaje -nada más y nada menos-, y le sigue una etapa en la que todo te parece divertido y curioso. Después todos los expats atravesamos la etapa del miedo y de la lucha en un entorno que ya deja de parecernos tan bucólico y gracioso. Sólo si superas esta fase, que suele coincidir con el primer año de estancia en terreno enemigo, y si para entonces no has tirado la toalla y sigues con tu plan inicial, New Zealand Immigration te asegura que alcanzarás la etapa final para sentirte como en casa.
Es cierto que esta vez juego con ventaja, ya he vivido en territorio hostil durante año y medio y pasé por todas las etapas mencionadas anteriormente. La diferencia, como decía al principio, es que esta vez no habrá nadie para sujetarme con una cuerda ni me esperará con una red bajo mis pies por si me la pego, no tendré a nadie para resolver problemas burocráticos, ni podré reclamar una repatriación en la etapa «flight» (fase me largo de aquí). Y, por supuesto, cuando tenga morriña ya si eso tendré que pagar de mi bolsillo un viajecito a casa para hincharme a comer jamón si es que para entonces he encontrado un empleo con el que poder comprar un vuelo de 30 horas para regresar a casa.
Nada de eso, mejor me busco la vida que por algo estoy a punto de cumplir los 40 y es hora de que alguien me quite los ruedines de la bicicleta. Eso sí, mejor me pongo casco y rodilleras, y me agarro los machos que parece ser que vienen curvas.
Por fin ha llegado el día que tanto anhelabas! Estoy contenta por vosotros y sé qué todo va a salir bien! Mucha fuerza y buen viaje compañera. Nos vemos por los aeropuertos y ya sabes qué Dubai está a medio camino entre tú nuevo hogar y tú hogar en España 😉 lo dejo caer… Por si acaso nos necesitan en el futuro :-p
Ya lo dijo no sé quién… La vida es como un libro y no viajar, es como no pasar de la primera página. Tú ya sabes qué a mi familia y a mí nos encanta seguir escribiendo historias, aunque a veces se tuerzan los renglones :-))) Solo hay qué creer en uno mismo y tener salud, lo demás viene después. Serán mucho más fuertes después de esta. De eso no hay duda!
Un abrazo Laurica! Safe travelling!!! Xx
Flora, los renglones torcidos los arreglamos tú y yo con cinta americana, que por algo somos bien apañadas, jajajajajajajaja!!!!
Sin duda vamos a exprimir esta experiencia sabiendo que no es la primera ni va a ser la última. Mira si dimos vueltas antes de conocernos tú y yo en Doha. Por cierto, tres meses después la mudanza aún no ha llegado 🙁
¿Dónde será el próximo reencuentro?. Justo hacemos escala en Dubai, será como una despedida del socarral de The Middle East. Pero estoy segura que volvemos a encontrarnos, pronto, muy pronto. Así que no me despido porque seguimos en contacto ¿recuerdas las mañanas chateando sin parar? pues ahí seguiremos, desahogándonos cuando haga falta, la de cosas que nos hemos contado… y qué sano 😉
Gracias por todo Flora, eres un sol.
Bunch of kisses and take care!!!!!
xx
No me gusta profetizar, pero creo que te lo vas a pasar de fábula. Y llevas la mejor red del mundo, ese al que llamas tu marido…….
Cuando saliste de Doha creo que te dije que casi me dabas envidia. Ahora es casi casi. Realmente nunca tendré envidia porque cada uno vive su vida y mi mejor vivencia es la mía, pero creo que aquello es lo que más se acerca al paraíso. Disfruta, está permitido!!!!!
Juan, qué alegría saber de ti, pensaba que te habías derretido en el socarral 😉
Mi marido tiene las espaldas muy anchas, y recuerda que los círculos de confort se los desayuna una mañana cualquiera a modo de dónuts, jajajajajajajajajajaja!!!!!
Yo también creo que nos acercamos al paraíso terrenal, pero voy a ser prudente, ya has visto qué dicen los kiwis acerca de las fases del expatriado. Todo es cíclico, para que pasen cosas buenas hay que vivir las menos buenas también. En fin, a disfrutar ¡que a esta vida no hemos venido a sufrir!!!
Una abraçada i seguim en contacte xx
Laura.
Eres tan valiente que no necesitas agarrarte a los machos, los llevas de serie aunque no se vean, Molta merda! Quina gran aventura!
Jajajajajajaja, esta vez me llevo los machos y algunas cicatrices de guerra…
Com sempre, gracis Antònia, las chicas somos guerreras, we never give up 😉
Hola!
M’ha fet molta gràcia aquest post, vaig viure una cosa semblant fa 15 anys… Quan tenia 23 anys me’n vaig anar d’aupair als USA, poc abans de marxar l’agència em va enviar una documentació i entre els papers hi havia una explicació de totes les sensacions i sentiments que tindria durant tot l’any (sobretot al arribar i al marxar); no en vaig fer gaire cas en aquell moment, però amb el temps ho vaig tornar a llegir i ho havien clavat!! Vaig passar un any a Chicago, vaig tornar a Bcn que seria el mes d’octubre i a l’estiu següent em va sortir l’oportunitat de tornar d’aupair 3 mesos a Boston, i cap allí que vaig marxar totalment convençuda de que aquesta vegada ja no passaria per aquella muntanya russa de sentiments…. Que il.lusa! Vaig passar exactament pel mateix!! No m’ho podia creure, però sí, la història es va repetir!
Molta sort en la nova etapa! New Zealand sembla el lloc ideal!
Petons
Ada
Hola Ada!
Moltes gràcies, i jo que em pensava que això dels gràfics dels estats ànims eren invent kiwi. És genial saber que els agents d’immigració es preocupen per tu i per la teva salut mental 😉
Jo sóc conscient que malgrat sigui la meva segona experiència «overseas», serà totalment diferent per una banda, i que passaré per les mateixes etapes anímiques. Adaptar-se al medi sobre el paper queda molt bé, però és difícil dur-ho a terme…
Ja saps, si t’animes, t’espero a l’hemisferi sud de l’altra cara del món!
Kissets.
Laura.
Moltes gràcies! M’encantaria visitar NZ! 🙂
Idò ja ho saps Ada, ara ja tens a qui anar a veure de visita 😉
Muchísima suerte y creo que no te será tan difícil la adaptación como piensas, lo importante lo llevas dentro de ti, de tu persona que te ayudará en todo momento, aunque necesites un pequeño estimulo de vez en cuando, pero lo tienes cerca.
Me das una envidia tremenda, ojala yo hubiera podido tomar una decisión así y dar un paso tan enorme, siempre tendrás cosas que contar a los tuyos y como no también que contarnos a nosotros, tus fieles seguidores y amigos.
Besos
Ángela
Ayyyyy Ángela, cada uno se enfrenta a diferentes retos en la vida. El mío ha sido irme a las antípodas, pero no se miden las victorias por las distancias, sino por lo que estemos dispuestos a aprender, a evolucionar, a crecer. Y en eso yo creo que ganaré la partida, porque más motivada que yo no habrá mucha gente 😉
Lo importante es ir tomando nuestras propias decisiones en la vida, que nadie las tome por nosotros y que no nos quedemos con el «what if…», porque recuerda «if you never try, you’ll never know».
Bunch of kisses guapa!
Laura.