
Cosas que ocurren cuando te has casado con un friki, vas en un coche que tiene más de diez años -y que por lo tanto no tiene ni puerto USB ni bluetooth para poder escuchar la música que llevas en tu iPhone-, has cumplido recientemente los 40 y te quedan muchas decisiones por tomar.
Mi marido me cuenta el último libro que ha leído en referencia a la teoría y la práctica del viaje en el tiempo, mientras yo, que voy conduciendo de regreso a casa tras un día largo de excursión, voy pensando en qué me he convertido al llegar a la supuesta madurez. El resultado es una conversación digna de la serie Big Bang Theory, es decir, hilarante.
Teoría de las múltiples pistas temporales es el nombre de una hipótesis en la que entran en juego la existencia de varios universos o realidades relativamente independientes que, hipotéticamente, comparten espacio y tiempo con nosotros. Sin embargo, poco o nada me interesan estas teorías más allá de su aplicación práctica en mis caóticos pensamientos.
Mientras mi marido me habla de la novela La máquina del tiempo de H. G. Wells, de Futurama y de no se qué paradojas que se dan en los viajes en el tiempo, por fin capta mi atención cuando cuenta la paradoja del Abuelo, la cual me intenta explicar con mucha paciencia. Las paradojas siguen fascinado a la mente humana, quién no ha jugado de pequeño a desvelar paradojas a modo de adivinanzas. Al parecer, los estudiosos resuelven que la manera de evitarlas es creando universos simultáneos, mientras, yo sigo a lo mío preguntándome dónde estoy y dónde podría haber estado paralelamente de haber tomado decisiones distintas a las que tomé en mi vida.
Las felicitaciones recibidas por mis 40 –que fueron muchas y muy bonitas- me sirvieron para reflexionar acerca de quién soy, en quién me he convertido, hasta dónde he llegado y todo lo que me queda por hacer. Obviamente estamos teniendo correspondientes conversaciones simultáneas porque recibo por respuesta que un universo paralelo se crea cada vez que tenemos que tomar una decisión, es decir, se crea un universo por cada una de las opciones a tomar.
Los universos paralelos y otras dimensiones siempre han sido un recurso cinematográfico y literario recurrente. Recuerdo cuando era pequeña, ya adicta a la lectura, que deseaba ponerme enferma porque mi regalo siempre era el mismo: un libro del Barco de Vapor cuyas aventuras te dejaban elegir qué opción tomar al final de la página: “si decides tomar el camino de la derecha pasa a la página 12, si decides tomar el camino de la izquierda pasa a la página 14”. Así que podía leer el mismo libro con finales diferentes según las decisiones que fuera tomado. Así veo la vida y así parce que es.
Es entonces cuando, por fin, unificamos nuestras conversaciones. Hablamos sobre lo importante que es pararse a pensar y reflexionar sobre las opciones que nos presenta la vida y, por qué no, hacer un repaso sobre las decisiones que ya se han tomado. Como suele decirse, es un tema de rabiosa actualidad, porque nuestro presente está lleno de opciones que a veces nos quitan dulcemente el sueño. Esta es la vida que queríamos, la vida llena de inquietudes, de alternativas, de dilemas, pero también de oportunidades. Así que un ejercicio magnífico es abstraerse e intentar imaginarse los posibles universos paralelos en función de cada una de las posibles decisiones.
Es un ejercicio agotador, porque además de concentración suele ir acompañado de horas y horas de conversación con la almohada y de análisis y ecuaciones cuyo resultado nunca parece ser el definitivo. La paradoja es en sí misma una contradicción resultante de la deducción correcta de premisas lógicas. Por lo tanto, cualquier respuesta debería ser válida: si tiramos para este lado todo irá bien, y si tiramos para el otro, también.
Porque como decía Freud, “aquello que nos mueve y nos incita a vivir es el deseo, de manera que cuando éste falta el resultado es la muerte”.
Me ha encantado Cosmic!
¿Es grave, doctor? 😉
Bunch of kissets!
Yo también leía la colección naranja del barco de vapor!!!
Eran geniales, ¿verdad? Ejemplo de un recurso literario aplicable a la vida real, ¡mola! 😉