
Leo con estupor que la última moda es pagar por unas vacaciones de turismo extremo. El objetivo: pasar penurias. A pocas semanas de mis vacaciones de verano, no doy crédito, aunque tampoco debería sorprenderme.
Cuando le dije a mi vecina brasileña que íbamos a Rio de Janeiro lo primero que me propuso fue visitar las favelas de la ciudad. Pensé que se trataba de la visita de moda. Pasearse para ver cómo vive la población menos favorecida, lo cual ya no me parece ni atractivo ni siquiera ético. Pero la realidad supera la ficción, porque lo que está de moda no es visitar las favelas, sino alojarse en ellas y vivir la escasez
Sigo leyendo el artículo sobre la búsqueda de turismo de supervivencia. Sobretodo porque está apoyado en el análisis de uno de mis profesores de la universidad, Francesc Núñez, a quien tengo un profundo respeto. Comenta el profesor que este tipo de vacaciones guardan relación con los parques temáticos.
Este tipo de vacaciones extremas guardan relación con los parques temáticos
Así que te puedes imaginar al bróker de Wall Street, cansado de su rutina diaria, con más dinero del que se puede gastar, buscando emociones fuertes. Y si puede ser, con un margen de riesgo para que no puedas garantizar que saldrás indemne de la aventura. Porque ya no nos conformamos con las fotos o los sellos en el pasaporte. Los viajeros, cada vez queriendo distinguirse más de los simples turistas, lo que buscan son experiencias para poder contar y vanagloriarse de ellas.
No es que quiera criticar a quienes buscan emociones fuertes. Tampoco a quienes desean desconectar de su mundanal y rutinaria vida durante un tiempo, pues La vida simple de Sylvain Tesson es uno de mis libros de cabecera. Alguna que otra vez he soñado con pasar una temporada de retiro en una cabaña de Siberia con litros de tabasco y vodka. Lo que llaman en el artículo “ermitaños contemporáneos”.
Sin embargo la cabra tira al monte y una se pregunta que si los aburridos burgueses de las grandes ciudades buscan emociones fuertes ¿qué tal viajar como hacemos los viajeros que pasamos de las agencias y salimos a la aventura sin que nos organicen las penurias?
¿Qué tal viajar como hacemos los viajeros que pasamos de las agencias y salimos a la aventura sin que nos organicen las penurias?
Tengo historias de emociones fuertes para aburrir, y eso que sólo cuento las mías.
Si te gustan las emociones fuertes vete a Irán e intenta alquilar un coche en el aeropuerto de Teherán a ver si aguantas tres horas para que un amable iraní rellene a mano el primer contrato de su vida y de la historia de Europcar en el país. Y después a ver si tienes lo que hay que tener para recorrer el país sin mapas ni GPS.
Si superas la primera prueba, intenta encontrar tu hotel en Irán. Alquilé una habitación en la casa de una señora en Shiraz. Después de horas deambulando por la ciudad, otro amable iraní se subió a nuestro coche dispuesto a ayudarnos. Lamentablemente no hablaba inglés ni yo farsi. Eso sí, me ofreció su teléfono móvil para que llamara a la dueña de la casa. Prueba de fuego: marca el número del alojamiento en un teléfono con teclado farsi y acierta.
¡Premio! Encuentras la casa y te recibe una mujer persa, de unos cincuenta años y un cierto aire hippy que en perfecto castellano te dice que te deja las llaves de su casa porque esa misma noche se va a Ibiza, donde reside en invierno con su familia :O
Si bucas turismo experiencial vete a Irán y recorre el país sin GPS
Por si no fuera suficiente, la prueba final es aceptar la invitación para cenar por parte de una familia persa con un inglés paupérrimo pero que no quiere perder la oportunidad de conocer a un par de extranjeros. Nos llevan al mejor restaurante de la ciudad y piden un plato de cada, toda la carta. La cena resulta ser toda una experiencia bañada en azafrán en cada uno de los platos. Hasta el helado es de azafrán. Pero la verdadera hazaña es intentar pagar en el restaurante donde la matriarca de la familia se casó hace 25 años y mete broncas a todo el personal. Batalla perdida, vuelves a la casilla de salida.
Cambiando de continente. Vete a Japón por tu cuenta y haz turismo rural. Memoriza los carteles en japonés por si te pierdes. Eso sí, sin teléfono móvil. Te aseguro que aprendes a leer la escritura japonesa por pura supervivencia.
Si buscas emociones fuertes ¿qué tal vivir como hacemos los expatriados de a pie?
Pero si este tipo de viajes no son suficientes para ti ¿qué tal vivir como hacemos los expatriados de a pie?
¿Has probado vivir Oriente Medio? Prueba a conducir en hora punta por Doha. O a ir a clase de pilates y llegar puntual. Recuerdo haber salido a las 6 de la mañana para una clase que empezaba a las 8,30h. Sólo tenía que cruzar Al Corniche, apenas 10km de paseo marítimo. Nunca lo conseguí. Adiós pilates. También puedes pasar del gimnasio y probar a abrir una simple cuenta corriente. O sacarte un certificado médico para tu residencia.
Siguiente nivel: sal a la calle e intenta entrar en un edificio gubernamental en Qatar en manga corta. Da igual que seas hombre o mujer. Si no sales escoltada por un par de policías te has ganado un gallifante.
Si pasas una temporada en México y consigues hacer nuevas amistades, prueba a encontrar un solo mexicano que acuda puntual a su cita. O intenta quedar para cenar y que te digan “ahorita” les alcanzo. Es probable que no sepas de ellos en varios días.
Si buscas emociones fuertes prueba con los platillos picantes de la gastronomía mexicana y sus más de cien variedades de chile. O prueba a ponerte a dieta con una carta repleta de enchiladas, chilaquiles, tacos, quesadillas o frijoles. Y ya de nota, pídete un plato de chupulines y no preguntes.
Vete a vivir a las antípodas y pilla el sentido del humor de los neozelandeses. Eso pasa por entender primero su particular manera de hablar inglés. Si la superas, sal a hacer la compra en pijama o a salir descalzo de casa. Si lo consigues ya sólo tienes que mandar a tus hijos al colegio descalzos para que se sientan del todo integrados.
Vivir y trabajar en el extranjero supera cualquier tipo de turismo extremo, palabra de expat
Y ya para los más exigentes: vete a vivir una temporada a la República Dominicana. Te vas a coronar como el rey/reina de los viajes extremos si eres capaz de negociar con los tígueres dominicanos y ganarles la partida. No en vano el tíguere dominicano desarrolla una inteligencia natural, es un líder nato. Adáptate si puedes a la cultura callejera si andas buscando experiencias extremas. A ver si eres capaz de salir del paso con dignidad.
Vete a una playa dominicana un domingo de verano e intenta encontrar un lugar donde no suene la música. O intenta descifrar un mensaje de whatsapp escrito por un dominicano de Higüey. Prueba a irte sin pagarle a un gorrilla por no haberte rayado el coche.
Y ya sólo para nivel pro: proponte realizar una pequeña obra en tu casa ¿en cuánto tiempo crees que podrá estar acabada sin ningún percance, del tipo como que te pongan las baldosas del suelo al revés?
A todos nos gusta viajar. Porque viajar abre la mente, nos hace mejores personas, sí.
Pero sólo si has superado estas pequeñas pruebas serás bienvenid@ al club de los expatriados. Porque viajar y vivir en el extranjero no es lo mismo, no. Tampoco es una aventura ni un turismo de tipo experiencial. Sencillamente, es una forma de vida.
Palabra de Expat.
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