
Una de las cosas positivas de llevar asentada en un mismo lugar un tiempo, es que te da la oportunidad de descubrir grandes tesoros, en este caso en la República Dominicana. Mis tres experiencias anteriores no me daban para conocer a fondo los países en los que aterrizaba, pues a la que me había instalado de nuevo me tocaba hacer las maletas.
Como extranjera en el país, me intereso por las historias que me rodean. Soy de las que huye de las generalidades y de los estereotipos, cierto. Pero también sucede que cuando te mueves siempre en los mismos ambientes acabas creyendo que todos somos iguales.
Recientemente, y con motivo de un trabajo de investigación para la universidad, tuve la oportunidad de conocer la historia de una mujer que me inspiró escribir este post de hoy. Una de esas mujeres que lamentas no haber conocido. Por ello estas líneas a modo de dedicatoria personal.
Sonia Pierre: una de esas mujeres que lamentas no haber conocido

Sonia Pierre nació hace 55 años en un batey dominicano. Los bateyes son las zonas o parcelas ocupadas en las plantaciones de las cañas de azúcar por los trabajadores y sus familiares. Millones de haitianos han cruzado en las últimas décadas la frontera de la Isla de la Española, la mayoría de forma ilegal o engañados por las redes de tráfico de personas. Lo que se conoce como el esclavismo del siglo XXI.
Si bien muchos bateyes ya no están asociados exclusivamente a los campos de caña, estas zonas han quedado permanentemente ocupadas por los descendientes de esos primeros haitianos, como es el caso de Sonia Pierre.
Si los bateyes no desaparecen es básicamente por dos razones: porque siguen llegando haitianos en busca de trabajo y un futuro mejor y, fundamentalmente, porque tanto los bateyes como sus habitantes no existen para el Estado.
Miles de familias viven excluidas de la sociedad, una población marginal y empobrecida, sin acceso a los servicios básicos y la mayoría de los jóvenes sin trabajo ni educación.
Para muchos de ellos, su vida es una vida normal, como pensó Sonia Pierre. Hasta que salió un día de su batey y descubrió un mundo diferente fuera de su entorno. Y ya de muy joven se preguntó por qué ella y sus familiares no podían tener acceso a lo que había allá fuera.
Sonia Pierre un día salió de su batey y descubrió un mundo nuevo

Pero la mayor desgracia de los habitantes de los bateyes no es ser pobres y vivir en condiciones precarias, es permanecer indiferentes al Estado y excluidos de la sociedad. El motivo: son apátridas.
Es sabido que a la mayoría de haitianos se les retira el pasaporte, por lo que permanecen indocumentados en el país. Pero no sólo ellos, sino también sus hijos, sus nietos y futuras generaciones nacidas en suelo dominicano. Y alguien sin documentos no existe.
Sonia Pierre fue la abanderada no sólo de los apátridas, sino del Movimiento de las Mujeres Dominico-Haitianas en la República Dominicana. Defensora de los Derechos Humanos y ganadora del Robert F. Kennedy Human Rights Award 2011 que recogió de manos de Michelle Obama y de Hillary Clinton.
Sonia Pierre recibió el Robert F. Kennedy Human Rights Award 2011

¿Alguien puede imaginar a una mujer nacida en un batey recibiendo un premio internacional por defender los derechos de las mujeres de ascendencia haitiana que viven en los bateyes, así como por la defensa de la ciudadanía plena? Por desgracia, como suele pasar con las buenas personas, murió demasiado pronto y demasiado joven. Pero dejó esta entrevista para que pudiéramos conocerla.
Sonia Pierre puso su vida en peligro repetidas veces en su lucha. Gracias a su esfuerzo consiguió que en 1997 se llevara ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos el primer caso de un ciudadano apátrida. Interpuso recursos de inconstitucionalidad sobre la ley de migración creando el primer caso de jurisprudencia sobre la nacionalización.
La verdadera excepcionalidad es conseguir algo así para personas que no existen ante el Estado, que no tienen derechos, ni acceso a la educación, ni a la sanidad, ni un trabajo digno.
Por fortuna, su labor en la asociación civil MUDHA fue continuada por un grupo de mujeres valientes y de otras asociaciones civiles además de proyectos financiados por la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo.
Movimiento de Mujeres Dominico-Haitianas en República Dominicana

En concreto, se puso en marcha en 2015 un precioso proyecto llamado “Promoviendo el Arte y la Cultura para el Fortalecimiento de la Identidad y el ejercicio de los DDHH fundamentales en las comunidades bateyanas de la República Dominicana” (2015-2017). Un proyecto que nace con el objetivo de promover la igualdad y los derechos de la población dominico-haitiana a través de la cultura y del arte. Desde el conocimiento se trató de recuperar la afro-identidad, la memoria cultural y la promoción de los derechos humanos para conseguir la plena igualdad.
Participó la ONG MUDHA, reconocida en 2002 por la UNESCO por su labor en la Educación por los Derechos Humanos. Se unieron organizaciones civiles como Kalalú Danza, Acción Afrodominicana y Red Jaques Vieau, así como líderes comunitarios para aumentar su participación política en la defensa de los derechos humanos.
Si se tiene en cuenta que estas comunidades no reciben fondos públicos y la sociedad vive de espaldas a esta realidad a poca distancia de su vida cotidiana, considero que es un caso excepcional por la preservación de la cultura afro-descendiente de un sector de la población sin medios, pobre y vulnerable.
En los bateyes vive población sin medios, pobre y vulnerable

El proyecto citado se llevó a cabo en cinco bateyes del país (unas tres mil personas). A pesar de ser conscientes de su estado de abandono y precariedad, excluidos social y laboralmente, este proyecto ayudó a establecer un diálogo entre ellos en la búsqueda de su identidad. Desde los más ancianos que trabajaron en las plantaciones de la caña de azúcar, hasta los más jóvenes de las comunidades. Juntos pudieron recuperar viejas tradiciones religiosas de raíces africanas de sus antepasados, celebraciones y contenidos simbólicos que forman parte de su identidad personal y comunitaria.
Permitió abrir un espacio para poder intercambiar experiencias, expresar sentimientos, establecer relaciones de parentesco, nuevas formas de trabajo y de condiciones de vida. En definitiva, un proyecto que consiguió reafirmar una identidad étnica, racial y cultural a través de la memoria oral creando una memoria histórica común.
Y algo que no dicen los informes presentados; a mí me ha permitido conocer esta historia, saber quién fue Sonia Pierre, y dar a conocer esta realidad paralela a mi mundo particular.
Un proyecto que consiguió reafirmar una identidad ética, racial y cultural a través de la memoria oral creando una memoria histórica común

Sonia Pierre, repito, es una de esas mujeres que hubiera querido conocer. Un icono en la lucha de los derechos humanos en la República Dominicana que supo dar visibilidad internacional a esta situación de marginación y exclusión social, administrativa y legal a miles de personas que no existen para el resto de la población.
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