
Reivindico los hoteles “todo incluido” porque me permiten hacer un estudio antropológico y social de un segmento de la población desconocido para mí y porque demuestra que es, aparentemente, la mejor fórmula para la felicidad familiar: todos contentos, todo hecho y sin posibilidad de discutir. El sistema lo hace todo por ti, durante quince días no vas a tener que tomar ninguna decisión, salvo si quieres un cuba libre o una piña colada, una Presidente normal o light, sol o sombra, playa o piscina. Benditos problemas.

Hoteles «todo incluido», la mejor fórmula para la felicidad familiar.
Después de mi agitada vida en los últimos seis meses no me había dado tregua para pararme a observar mi entorno. Aunque viva en el Caribe mi vida no es más diferente que si viviera en Madrid, tengo las mismas obligaciones cotidianas que en cualquier otro lugar. Cuando Fátima regresó de sus vacaciones se extrañó al verme con la piel tan blanca. Supuso que había estado en España, y que por ello no me había dado el sol. Claro que aquí pensarán que lo que no quiero es ponerme prieta.
Como iba diciendo, ahora que mi cabeza vuelve a posarse sobre mis hombros, llevo unos días paseándome por el renovado complejo hotelero. Después de un mes y medio en obras, de cortes de luz y de agua, de polvo e incidencias varias, me he propuesto salir más de mi cueva para que me de un poco el sol. Como suele ocurrir, el lunes por la mañana me hice el firme propósito de Año Nuevo de conocer el lugar donde vivo. Si hay que leer las obras de Aristóteles qué mejor que hacerlo en una de las hamacas de Playa Bávaro. Eso sí, evito pedir piñas coladas cada vez que se me acercan los camareros porque me gustan bautizadas y podría confundir a Fitche con Hegel. Pero lo que realmente me distrae, siendo honesta, son las personas de mi alrededor. Como ya me sucediera en el hotel de Doha donde viví un año largo, me quedo absorta en las acciones y reacciones de la gente, en sus conversaciones, en su comportamiento, en sus intereses. Vamos, que soy una cotilla. Y como mi mente está saturada de filosofía pienso en las vidas de estas gentes al mismo tiempo que en Nietzsche cuando dijo que para dar sentido a la verdad hay que hacerlo a través de la mentira en la cual vive la sociedad.

Para dar sentido a la verdad hay que hacerlo a través de la mentira en la cual vive la sociedad, Nietzsche.
Sé que queda políticamente incorrecto que critique la mano que me da de comer, por ello aclaro lo siguiente: mi intención es retratar el tipo de personas que gastan sus ahorros para pasar unas felices vacaciones en el Caribe “todo incluido” ¿por qué? Porque lo de felices me chirría varias veces al día, y porque es un segmento de la población mundial que desconozco totalmente. Como siempre en esta vida, una trata de ser coherente entre lo que dice y lo que hace, por lo que no puedo criticar a las miles de familias que acuden desde Nebraska, Quebec, Munich o Moscú a este pedacito de paraíso en la tierra.

Todo empezó en Francia, cuando unos avispados hoteleros dieron con la fórmula, voilà! Te bajas del avión, te llevo a mi hotel y no sales en quince días porque te voy a dar todo lo que has soñado. Todo queda en casa, modelo que se exporta al resto del mundo. Siempre me he preguntado qué les pasa por la cabeza a estos miles de turistas que muestran una total ausencia de curiosidad por salir del recinto a conocer el país hasta el cual han volado. Aunque claro, dependiendo de la capacidad de ingesta de alimentos y bebidas, el viaje puede salir realmente económico. Solamente en Bávaro tienen justificación, los precios de las excursiones, entradas de las atracciones, restaurantes o alquileres de vehículos son tan escandalosamente caros y desproporcionados que yo también opto por quedarme en casa y que me lo den todo hecho.

Así que como estoy en modo ahorro para mis propias vacaciones “do it yourself” esta semana he puesto el pie en la playa. La mayoría de los turistas vienen con sus retoños, parece el plan ideal, sin embargo cada día veo las mismas escenas una y otra vez independientemente de la nacionalidad. Madres desesperadas para que sus niños coman a pesar del despliegue del buffet como si éste no fuera reclamo suficiente para sacarlos de la piscina. Madres resoplando entre grito y grito mientras el marido no despega la vista del móvil una vez ha devorado todos los platos que ha puesto a su alcance. Otra estampa es la de padres que no se hablan porque están constantemente pendientes de los niños, unos jugando en la arena, otros en el agua y otros intentando que duerman la siesta ¿cuándo el momento de tumbarse al sol con un ron en la mano? Y más aún ¿para cuándo ese momento para recuperar la relación de pareja? La solución son los animadores, juegos y espacios infantiles para que los padres puedan dejar a los niños mientras ellos se apoltronan en la piscina-bar o se van a cenar a alguno de los restaurantes temáticos del hotel. Al final puede que sí, que sean las vacaciones que todos padres desean: vacaciones para perder de vista a los hijos, para aplatanarse en las hamacas con el encefalograma plano. Quizás el único que trabaje sea el hígado durante estos quince días.

Vacaciones para perder de vista a los hijos, para aplatanarse en las hamacas con el encefalograma plano. Quizás el único que trabaje durante estos quince días sea el hígado .

Ayer mismo, y sin necesidad de tener que pasar por la guardería, mi marido y yo acudimos a la Pagoda, uno de los restaurantes orientales del hotel. Después de la cena nos paseamos como dos enamorados agarrados de la mano por las renovadas instalaciones. Ambos coincidimos en que realmente la gente es feliz alrededor de una barra con música bachatera de fondo, vía libre para beber hasta agotarse las existencias, con la habitación lo suficientemente cerca como para llegar -sean cuales sean las condiciones en las que se acabe la noche- y donde la última preocupación es no confundirse de villa. ¿A cuántos grados estarán en Minessota un día como hoy? Ayer noche, en pleno mes de enero, seguro que no podían lucir bronceado ni bailar salsa en pantalones cortos y camisa hawaiana. Aunque lo mejor son los modelitos de las mujeres, comprados exclusivamente para esta ocasión sin entender cómo funciona el tema de las marcas de los bikinis y quemaduras de tercer grado cuando no te ha dado el sol en tu vida.
Otra curiosidad es escuchar la variedad de acentos. Esta tarde he compartido sudor y lágrimas en el gimnasio con una uruguaya, cuatro americanos, una pareja alemana, tres amigas rusas y una pareja de jóvenes búlgaros que me da la impresión que se acaban de hacer novios en este viaje. Y lo más sorprendente, aún estando de vacaciones todos han tenido el mismo propósito de Año Nuevo: acudir al gimnasio a quemar calorías.
Pero si algo ha conquistado mi corazón en Dominicana ha sido celebrar mis primeras navidades caribeñas. Desde que el mundo es mundo, las fiestas navideñas no representan para mí más que el teatro de actuar en paz y armonía en todas las casas alrededor de una mesa atiborrada de comida durante tres días seguidos para engullir hasta reventar, por no hablar de la pasta que te dejas en regalos, ropa de fiesta, en el salón de belleza para pasar la ITV, la presión de los meses previos en el gimnasio para preparar la operación polvorón y aún así estar expuesta a la crítica de la madre/hermana/suegra/amiga que siempre encuentra algo que decir. Todo para qué, si durante todo el año cada uno ha ido a su bola.

Obviamente estas navidades, igual que las tres anteriores, sabía que iban a ser diferentes, y sin duda lo han sido. En primer lugar porque ver a turistas en bikini con el gorro de Papá Noel siempre me ha resultado de lo más gracioso, y si es rodeado de palmeras y con una Presidente vestidita de blanco en la mano, mejor que mejor. Me encanta salir del gimnasio a las siete de la tarde y darle la vuelta al complejo para disfrutar de toda la decoración navideña y de la variada iluminación mientras siempre suena de fondo música que identifico como merengue (o quizás salsa). Los turistas sonríen, los niños se emocionan y yo me siento espectadora de este otro teatro en el que sabes que todo va a salir bien.

Por mi parte, qué decir de vivir en mi particular jaula de cristal. Mi primera experiencia en el mundo hotelero no podía ser más gratificante. Puede que no haya festivos y que, todo lo contrario, en plena temporada alta se trabaje más que nunca, pero llegar a casa y encontrarte una cesta de navidad con todo el surtido de ibéricos, vino español, cava catalán y mis preciados polvorones y mazapanes, de verdad, no tiene precio.

Casualidad, golpe de suerte o quizás es que soy así de optimista, pero se respira buen ambiente entre los trabajadores. Y es que es con todos ellos, mi nueva familia, con los que comparto la cena de Nochebuena y una lamentable actuación de karaoke, un combate entre mexicanos, cubanos y españoles. Peor resultado que en Eurovisión. Y tras la resaca de una deliciosa cena –y alguna copa de más- amanecemos el día de Navidad con un sol radiante que invita a pasar el día en los jardines del hotel. Carpas dispuestas sobre el césped con todo un buffet –preparado por los mismos cocineros que la noche anterior trabajaron sin descanso y se sentaron en la mesa a disfrutar el día de Navidad- que hace que se me salten las lágrimas: una pata de jamón con cortador full-time, ensaladilla rusa casi tan buena como la de mi madre, surtido de tortillas de patatas, una paella y de postre turrones y polvorones. ¿Se puede pedir más? Pues sí, un vermouth de aperitivo decidiendo saltarnos el protocolo para comer de pie en una mesa alta para sentirnos como en una barra castellana. Es el placer de las pequeñas cosas.

Y para rematar el año, una quedada a las siete de la tarde para tomar las uvas con la imagen de la Puerta del Sol en una pantalla gigante a pesar de la ausencia de la capa de Ramón García. Una cena de lujo seguida por otra tanda de uvas para dar la entrada al Año Nuevo dominicano con fuegos artificiales y una fiesta discotequera con DJ incluido. Pero lo mejor del fin de año: la sorpresa del chocolate con churros para no perder las buenas tradiciones antes de acostarse.
Por supuesto, nada de recoger la mesa, ni fregar los cacharros. Aún más, empezar el año con un día soleado y un Sancocho dominicano para recuperar energías es indicio de que nada puede salir mal en el 2017 que acabamos de empezar.

Así que no me canso de decir ¡viva el todo incluido!
Hola Sargantana, decirte que gracias por tu manera de exponer las cosas. Para mi tienen mucho sentido. Intento que mi hija la mayor las lea, unas veces con mas suerte que otras. Envidia sana la que das. Sobre todo porque aquí en Alberta (Canada) estamos en pleno invierno donde las temperaturas siempre y durante 3 meses no pasan a postivas. Ahora mismo -14 grados
Estaremos en Bavaro a finales de Febrero unos 15 días y como dicen los Dominicanos «con Dios mediante»
Gràcies
Buenos días Salva y bienvenido ☺️
Leyendo tus palabras cobra sentido la llegada masiva de turistas canadienses a Bávaro en estas fechas, si es que con esas temperaturas… ¿es posible sobrevivir al invierno? Justo nosotros estamos pensando en ir de vacaciones a Canadá, pero ya si eso en verano, jajajajajajaja…
Cualquier cosa que necesitéis, ya sabes dónde encontrarme. La temperatura ahora es perfecta, la temporada de lluvias parece que pasó (y llovió mucho) pero es el mejor lugar del mundo para descansar y desconectar de todo. Te diré que, en mi humilde opinión, este país marca la diferencia por la calidez humana y el buen humor de su gente, por eso los turistas repiten cada año, no puede haber otra explicación.
Espero que paséis unas felices vacaciones, seguro que ya estáis contando la cuenta atrás para huir del frío. No se os olvide pedir la «piña colada bautizada» y la «Presidente vestidita de novia». A las mujeres no se les dice que están guapas, porque guapa es sinónimo de enfadada 😉
Una abraçada caribenya i gràcies per llegir-me!
Enhorabuena por tu articulo, me he sentido identificado. YO he vivido un año en el Bahia Principe de Bavaro y otro en el de La Romana. Esa sensación de tener comida y bebida al alcance de la mano sin tener que preocuparte de ir al supermercado y cocinar es la leche. Pero la vida llega a resultar tan monotona en la jaula de cristal que estas deseando la vuelta a la civilizacion al cabo del tiempo.Porque si te has criado y educado en un pais desarrollado te das cuenta de que te falta la civilizacion. Al menos a mi me paso. Saludos cordiales. JM Monfort
Muchas gracias por compartir José Manuel.
De hecho mi primera premisa fue la de intentar llevar una vida «normal» para no caer en la tentación y mantener una vida saludable antes de echarme a perder. Desde el primer día voy al supermercado y cocino (debo ser la «rara avis» del complejo) Desayuno, como y ceno en mi casa cuando no salgo fuera del hotel (Bávaro está lleno de restaurantes buenísimos para mi sorpresa). Eso no quita que si un día me quedo sin huevos puedo ir al buffet y resuelvo en un chin!
No llevo una vida mucho más diferente que la que llevaría en cualquier otro lugar. Por supuesto se echa en falta «vida de barrio», los amigos y salir de cañas. Pero a cambio tengo a mano instalaciones deportivas para practicar deportes que jamás había hecho, no se pierde tiempo en traslados, se ahorra más que en cualquier otro sitio, de vez en cuando estrenan una película en el cine de Bávaro digna de ver, puedo salir a pasear por la playa o nadar en el mar. Cuando quiero un chute de civilización, a menos de 4 horas tenemos un montón de ciudades para una dosis extra 😉
Todo tiene solución (o es que me estoy dominicanizando muy rápido) y todo cansa en esta vida, sin duda, así que lo mejor es disfrutar lo que se tiene hoy, que mañana ¡Dios dirá!
Saludos y bienvenido 😉
Hola.
Como reconoces que vives de los hoteles todo incluido, podrías introducir el artículo sin parecer que te colocas por encima de las personas que pagan tu salario.
Dejar esa idea del estudio antropológico para una cátedra en la universidad cuando tu público objetivo no sean los que consumen el todo incluido.
Hola María, creo que o no me he expresado bien o has malinterpretado mis palabras. Por motivos laborales, hace seis meses vivo en un complejo hotelero «todo incluido», pero en ningún caso vivo del «todo incluido». No sé si conoces el sector, pero se trabaja muy duro aquí. Tres cuartas partes del post describen cómo he descubierto lo que atrae a los turistas a un tipo de vacaciones que yo jamás he practicado y me limito, desde mi observación, a hacer una descripción de lo que he percibido (obsérvese el tono humorístico del post). Es más, sabiendo que la zona vive de los hoteles «todo incluido» (y que tanto trabajo da a locales y extranjeros) y es la mano que me da de comer, qué mejor que darle «publicidad» desde este humilde medio sin ánimo de lucro para que la gente se anime a conocer Bávaro.
Al final del escrito he comentado cómo han sido mis primeras navidades en Dominicana, sin salir del complejo (como sabrás es temporada alta en el país y aquí no se descansa). Es decir, que a pesar de compartir las fiestas con gente que no conozco o que apenas acabo de conocer, he sabido sacar provecho de lo bien que nos está tratando la empresa y de la gentileza que ha tenido por permitirnos disfrutar también -a los que vivimos y a todos los que trabajan en el hotel- disfrutar estos momentos juntos, personas que ahora se han convertido en mi familia y con las que convivo a diario. Estoy enormemente agradecida por haber tenido la oportunidad de disfrutar de estas fechas tan señaladas lejos de casa, con buen humor, buena comida y buen tiempo. Y precisamente alabo al personal que ha trabajado día y noche para que todo saliera adelante, y lo he hecho personalmente, pues este es sólo un blog personal.
Lamento que hayas percibido lo que no he tratado de expresar.
Saludos y que tengas un feliz año.
No me gusta ese articulo, suena muy feo y pareces una amargada, quieres decir que a los hoteles se va a fingir una vida perfecta? pues NO se va a disfrutar, pasarla bien, y olvidarse del mundo,problemas, tristezas, etc, en noche buena se comparte con la familia y no es fingir nada
Querida Perla:
Lamento que no te haya gustado mi post. Como sabes, es un blog personal en el que describo mis percepciones y mi experiencia en primera persona. Por supuesto, es natural que no guste a todo el mundo. Sin embargo, es una plataforma de libre opinión y todas las aportaciones son bienvenidas.
Saludos «amargos» y feliz año.
Hola Sargantana
Me encanta lo que escribes, llevo 9 años en el pais y me siento afortunado.
Que pena tanta gente amargada en este mundo, nadie te obliga a leer así que si no quieres no leas y si no te gusta deja de leer.
Nadie te ha pedido tu opinión así que a los demás no nos importa
Sargantana, sigue escribiendo que a las personas positivas, felices, afortunadas y que damos gracias a la vida nos encanta lo que haces
Un abrazo y Feliz año 2017 y los que quedan por venir
Jose Luis !!
¡Muchísimas gracias Jose Luis!!!
Siempre son como una bocanada de aire fresco las aportaciones de gente positiva, así que se agradece.
Como bien sabes, al exponernos en las redes sociales estas cosas pasan. No hay que pretender convencer a nadie que no quiera ser convencido, y las etiquetas dicen más de quien las pone que de aquello que etiquetan. En cualquier caso, hay que ser siempre respetuoso y tolerante con aquellos que no piensan como tú (siempre y cuando no pierdan el respeto ni insulten). Así que aquí seguiré, contando los retratos de la vida que observo y me rodea. Y como bien dices, si a alguien no le gusta que no lea.
La vida puede ser lo dura o triste que uno quiera, las Sargantanas felices y positivas no nos conformamos con la rutina ni con los días grises. Este país y su gente tiene mucho que ofrecer, y a mí me queda mucho por aprender.
Te deseo un 2017 lleno de éxitos, salud y actitud positiva ¡siempre!
Excelente articulo. Yo vivo en República Dominicana desde hace 30 años y he vivido la transformación del país y la region. Todo un ejemplo de superación y sacrificio.
Personalmente no me gustan los todo incluido y por suerte hay muchas opciones en el país que te permiten disfrutar cada región del país de forma distinta.
Ahora debo reconocer que de vez en cuando este cuerpo pide descanso y no hacer absolutamente nada más que morfar!!!!!
Saludos, Juan Pablo
Muchas gracias Juan Pablo, no me puedo imaginar cómo debía de ser esta isla hace treinta años, pero seguro que era aún más bonita que ahora.
Jamás hubiera pisado un «todo incluido» antes de llegar aquí y, como ya sabes, ha sido por temas laborales de mi marido. Siempre buscando alojamientos con encanto y cuantas menos habitaciones y más alejados de las rutas turísticas mejor.
Sin embargo, últimamente me da por quitarme la venda de los ojos y desterrar prejuicios. Cada día que paso aquí me voy dando cuenta de que es una fórmula que satisface a millones de personas cada año, así que me he dispuesto a averiguar qué les engancha tanto como para repetir año tras año (más de la mitad de los clientes son repetidores). Los veo felices, de la hamaca a la piscina, de la piscina al bar y del bar a la playa. Tienen derecho a desconectar y no hacer nada durante 15 días, como bien dices, a veces todos merecemos un descanso para nuestro cuerpo, pero también para nuestra mente, tan estresada tomando decisiones el resto del año.
Un placer y gracias por compartir 😉