
A riesgo de que algunos fieles lectores me abandonen debido a mis últimos posts y por las últimas imágenes generadoras de envidia, me decido a ser crítica con mi entorno y retratar un pedacito de vergüenza local -que no ajena- siguiendo el consejo que semanas atrás me dio mi profesora de Geografía: observa tu entorno.
La Balerización es un concepto que se acuñó durante los años 50 en la revista Paris Match para describir la transformación que estaba sufriendo el litoral de Mallorca como consecuencia de la pésima planificación urbanística provocada por el auge del turismo en esas fechas.
Un descontrolado, o incluso diría ausente plan urbanístico que nos ha dejado consecuencias catastróficas en nuestro entorno: degradación ambiental y paisajística, importantes pérdidas a nivel de la biodiversidad, especulación urbanística, desaparición de suelo rústico, corrupción y desequilibrios en nuestro propio sistema de bienestar, por poner unos pocos ejemplos.

Pero la Balearización no sólo se ha dado en Mallorca, sino que este concepto, lamentablemente, se ha exportado al resto del mundo para orgullo de los ciudadanos. Cuando los hoteleros mallorquines se han quedado sin costa para seguir construyendo, han ido a hacer las Américas para repetir los mismos errores en El Caribe y en América Central. Aunque no es exclusivo de la isla, la costa mediterránea peninsular o los planes urbanísticos de Doha o Dubai son otro claro ejemplo de cómo destrozar nuestro planeta y sus recursos naturales a costa del enriquecimiento de unos pocos: islas artificiales, campos de golf en pleno desierto o consumo energético desmedido. Porque no nos engañemos, los beneficios directos del turismo de masas o de la construcción descontrolada no nos beneficia directa ni indirectamente, salvo que la vida se torna un poco más cara.

Sólo se trata de ofrecer un producto acabado perfectamente envuelto y adornado que consumimos olvidando en qué condiciones se ha realizado. Algunos ya hemos visto cómo en muchos lugares del mundo los nuevos ricos explotan a los inmigrantes quienes, por un mísero sueldo, trabajan en condiciones más que deplorables y donde la única prevención de riesgos es un cartel anunciando que safety first porque we build a tomorrow. Con los ojos de la comunidad internacional puestos en sus cabezas, quizás sea necesario algo más.

Pero no nos olvidemos que los empresarios mallorquines siguen haciendo lo mismo en las playas de El Caribe bajo deplorables condiciones de trabajo y aprovechándose de lugares donde abundan los conflictos sociales y donde brilla por su ausencia la legislación ambiental.
El encarecimiento del suelo urbano es otra lacra con la que tienen que convivir las generaciones del baby boom turístico. Porque haber nacido en el barrio de moda o en un pueblo pintoresco de Mallorca lo único que te ofrece es una patada en el trasero cuando quieras independizarte, porque lo más probable es que no puedan permitirse el lujo de pagar el precio del metro cuadrado. Es lo que se llama especulación urbanística.
Otro de los problemas a los que la sociedad mallorquina se tiene que enfrentar es al desabastecimiento de agua mientras los campos de golf proliferan como las setas en otoño y luciendo verdes como campos de lechugas. Se ha abandonado la inversión en el campo y en la ganadería, por lo que adquirir un litro de leche o consumos de primera necesidad se ha convertido en un lujo para los bolsillos de los consumidores, es la llamada dependencia alimentaria.

Ya hemos advertido en las últimas décadas el desprecio que (algunos) gobernantes y (algunos) empresarios demuestran por la naturaleza y por nuestros territorios, qué poco les importa el medio ambiente y el bienestar de la sociedad. Qué poco debate social, cuánta desconfianza hacia nuestra administración pública, qué ausencia de diálogo, qué escasez de información, qué pocas fuerzas nos quedan para luchar en una sociedad cada vez más corrupta y espoliada.
Aparentemente nadie quiere ver que ya no hay marcha atrás, que no se puede recuperar lo perdido y parece que no hay indicios de que esta práctica vaya a cesar, aquí o en cualquier otra parte del mundo, porque todo y todos acabamos teniendo un precio. A quién no le gustaría (o tiene) una casita en la costa, vivir a pie de playa, fondear un velero sobre la posidonia mediterránea, disfrutar de la comodidad de las grandes autopistas o tener en nuestras ciudades grandes salas de ocio. Porque también los ciudadanos somos responsables del deterioro de nuestro entorno y, muchas veces, lo suficientemente egoístas como para decir aquello tan americano de NIMBY: «Not in my back yard«, es decir, no me opongo al proyecto, pero no lo hagas en mi casa.

Nuestros parques y reservas naturales, por mucho que hayamos luchado por salvar Cabrera o Mondragó, están en un estado de degradación progresiva porque, igual que ocurre con la sanidad o la educación, nunca hay presupuesto suficiente para conservar nuestro territorio. En su lugar, mejor seguir explotando los pocos lugares vírgenes que quedan en el planeta para ofrecer a los visitantes un turismo “alternativo” en un hotel de lujo. Toda una paradoja.
Un claro ejemplo de cómo los gobernantes y empresarios pretenden burlar la ley a costa de nuestro suelo: proyecto urbanístico de un partido de derechas, cuyo nombre prefiero obviar, de un hotel de lujo de 1200 camas en una área natural protegida y a sólo 150 metros de la costa en el año 2012. Sólo la movilización ciudadana y las plataformas sin ánimo de lucro consiguieron que, un año después, el Tribunal Superior de Justicia de Baleares anulara un proyecto que suponía que la administración pública cambiara la ley del Plan Territorial a su antojo.

Éste es sólo un ejemplo de la responsabilidad ciudadana que tenemos todos. Lamentablemente, para que los ciudadanos nos impliquemos proactivamente en la protección de nuestro entorno deberíamos poder tomar decisiones y adquirir un compromiso institucional, lo cual nos daría poder para involucrar a más ciudadanos y capacidad para promover cambios importantes en las políticas territoriales. Quizás, incluso, podríamos cambiar la manera de hacer política. Pero para ello es imprescindible establecer un diálogo con la administración, con unos gobernantes que están cada vez más alienados de la sociedad, deberíamos tener información para poder ofrecer soluciones alternativas, información que nos llega sesgada o deformada. Los ciudadanos no nos podemos quedar de brazos cruzados ante el oportunismo de los empresarios y la avaricia sin límite de nuestros gobernantes.
Sin embargo, la movilización ciudadana, cuando se da, carece de recursos. Las organizaciones, asociaciones o plataformas sólo pueden valerse de las redes sociales para dar a conocer su mensaje y a organizar manifestaciones y actos de protesta lo suficientemente llamativas y espectaculares como para captar la atención de los medios de comunicación.

La diferencia entre un buen gobernante y un tirano, siguiendo la distinción clásica del renacimiento, es que el primero sigue las leyes de la naturaleza, mientras el segundo las pisa, uno sirve al bien común cuando el otro sirve a su beneficio propio, uno quiere la cohesión social cuando el otro fomenta la división, uno quiere y es querido, el otro odia y es odiado, uno se rodea de gente competente mientras el tirano se rodea de ladrones.
Lamentablemente ha caído sobre los hombros del ciudadano de a pie vigilar de cerca a nuestros gobernantes y buscar alternativas sostenibles a sus errores, porque todos aquellos que han sido formados y elegidos en la dictadura de la democracia a tal efecto, no saben o no quieren hacer su trabajo.
El mundo al revés.
Som massa gent al mon. El model de creixement continu capitalista no es sostenible. Hauriem de comencar a pensar en crear nous models de societat pero l’egoisme i l’individualisme s’accentua cada dia mes. Potser hauriem de fomentar una cultura mes etica, per recolzar nous models, comencant per les escoles.
Totalment d’acord Sara, d’aquí la nostra responsabilitat com a ciutadans: canvis en totes les estructures, des de la social, a la política, canvi del model educatiu,…
Però em sembla que poques coses estan en les nostres mans, per això és important que, individualment ens posem objectius assolibles per millorar cada dia el nostre entorn, i després mirar de treballar col·lectivament.
Mira aquest enllaç, una senzilla enquesta per saber quants planetes Terra necessiteriem si tothom dugués el nostre estil de vida capitalista: http://footprint.wwf.org.uk/
Alguna cosa ha de canviar, ja!!!!
Una abraçada.
Laura.
No somos demasiados, más bien somos demasiado…….codiciosos, egoístas, insensatos, comodones, ansiosos, dominantes…etc……
Si lo cuidáramos, tendríamos planeta para rato, y con la tecnología que nos aporta la mayor calidad de vida.
De todas formas, lo que haga el resto del planeta yo no lo puedo solucionar, pero si puedo cuidar mi manzano y abonar mi huerto. Hago lo que está en mi mano, pero no me agobiaré por aquello que no puedo cambiar. Y si, todo pasa por educar, lástima que vienes aquí y no te dejan ni poner en práctica lo que después de tantos años has aprendido en cuanto al respeto medioambiental y sostenibilidad. Es lo que tiene este paleolítico, que ni cuida ni tiene idea de que haya que cuidar.
El cambio empieza dentro de mi, pero es verdad que hay que cambiar las estructuras…¿Por dónde se empieza?
Juan, totalmente de acuerdo contigo, ¿por dónde empezar? Yo no daba crédito cuando llegué a Doha, años aprendiendo cómo reciclar, apagar las luces, adquirir buenos hábitos, intentar ser sostenible día a día, y de repente ¡zas, en toda la boca! Llegas y descubres que de un plumazo una panda de energúmenos se alinean para destrozar el planeta, ¿reci-what????? ¿Ahorro energético????
Yo también estoy cansada de sentirme culpable, así que he decidido centrarme en lo que está en mis manos, que todavía es mucho. Si cada uno de nosotros fuera un poco menos egoísta, nos daríamos cuenta de lo que aún podemos mejorar en nuestro entorno, porque toda piedra hace pared ¿verdad?
Un abrazo.
Laura.
Laura,
veig que estàs disfrutant amb l’assignatura de Geografia…m’alegro; a mi em va fer veure situacions noves que tenia aprop i que mai els hi havia fet ni cas!!
En quan a mallorca, que us haig de dir que no sabeu; vaig estar-hi a l’estiu 2013 i vai recórrer tota l’illa; la meva dona i jo flipavem de les destrosses que, sobretot al litoral, s’havien fet en entorns que haurien de ser verges i naturals…Aquí on visc jo, al Maresme, desgraciadament també ens hi hem trobat, amb menor mesura però; prop de canet, el meu poble, hi ha Calella i Lloret, per tant no fa falta dir res més: la pressió urbanística incontrolada, «legitimada» per l’ona turística i especuladora han fer que molts paratges del litoral quedin força malmesos…crec que cal elaborar bons plans urbanístics i sobretot sostenibles per tal de garantir els augments de població que s’estan produint…segueix amb el teu blog, que ens encanta!!
salut
Marc
Hola Marc, ja et vaig dir que Geografia m’ha encantat, m’ha fet veure el meu entorn d’una manera completament diferent. Tot i que tots veim el que passa, està bé entendre el per què de les coses i què hi podem fer nosaltres com a societat.
Mallorca és un paradís, i cada cop m’hi enamor més de la meva illa, però com l’hem destrossada, és una llàstima. Tanta sort que encara queden racons verges i únics, shhhh… que els alemanys ho troben tot!!!!
Petons.
Laura.