
Hoy me he levantado algo angustiada, llevo 8 meses en el mismo lugar y, de repente, me he asustado ¿me estaré acostumbrando? Además, acabo de escribir un mensaje diciendo que pienso seguir aquí para finales de año, que no habrá mudanza en el 2017 si Dios quiere ¿qué me pasa Doctor?
Por un momento he creído que me estaba acomodando a mi vida en República Dominicana, que ya no me sorprende conducir zigzagueando en la carretera porque la gente va por el carril que le da la gana a la velocidad que le da la gana. Y es posible que yo esté haciendo lo mismo. Mi amiga Patricia, que está de visita estos días por aquí, me advierte de que acabo de adelantar por el carril derecho ¿en serio? Tampoco me asombro ya cuando veo motocicletas con cinco personas felices y contentas o acarreando bombonas de butano.

Esta mañana, además, he tenido dos experiencias religiosas. Una ha sido cuando he ido a la panadería y le he pedido dos barras de pan y dos pinchos de tortilla a Toni en mi lengua materna, el mallorquín, y he salido tan contenta olvidándome por un instante de dónde estaba. Poco después, empujando el carrito en el supermercado de Punta Cana-sección vinos, he visto de refilón una etiqueta con la palabra Marlborough y me he emocionado. Un vino neozelandés de la maravillosa región de la isla sur, para que se entienda, mi Ribera del Duero de cabecera en mi pasado kiwi.
Y de pronto me pregunto ¿pero no estoy viviendo en Dominicana? Tengo que vivir su esencia.
Y así es como recuerdo que tengo que seguir sorprendiéndome y estar atenta a todo lo que ocurre a mi alrededor, que no son pocas cosas.
Tengo por costumbre pararme siempre en la sección de ron porque, aunque no consigo que me guste la bebida nacional si no viene dentro de una piña, me encanta ver la variedad, las presentaciones, las etiquetas y, por supuesto, los nombres. Quizás porque mi marido siempre me pregunta cuál es el ron ese que tanto le gustó la última vez intento hacer un máster acelerado, aunque he descubierto que al final se bebe todos los que le ponen.

El penúltimo ron fue en un restaurante peruano que tenemos muy cerca de casa –y que por cierto recomiendo por sus espectaculares ceviches- donde le ofrecieron el ron Brugal “Esquivel”, o al menos eso es lo que entendí las tres veces que se lo pregunté al amable camarero. Hasta que mi buena amiga Verónica me explicó que en realidad se trataba de la variedad XV. Quizás lo de los números romanos por estos lares no son tan conocidos, por decirlo amablemente. Después entendí que no se diferencia la “b” de la “v”, con lo que el Brugal XV se conoce como “esqu-i-bé” y nada de “Esquivel” como me pareció entender.

Que conste que la marca de ron no me patrocina, pero me encanta su estética, su historia y su página web.
Esta anécdota me lleva a otra. Culpa de las nuevas tecnologías o de que las escuelas públicas brillan por su ausencia en este país, pero aún me sorprende la manera de escribir de ciertas personas. Lo veo a diario en Facebook, whatsapp, carteles en los pueblos y comercios, en los periódicos, hasta en un cartel protesta en manos de una profesora o un mensaje público de toda una Señora Ministra.

Los ejemplos son tantos que no sé cuál elegir. Por supuesto, los problemas de ortografía no son exclusivos de este país y son muchos los factores que se relacionan directamente con este problema, pero quizás podría llamar la atención al Ministro de Educación e interesarse por el tema.
Hace apenas un mes, el periódico Diario Libre proponía un test de diez preguntas para identificar los 10 errores más comunes entre los dominicanos (afortunadamente acerté los diez, qué presión).
Será la costumbre, pero ahora estoy en la fase de aprender los modismos dominicanos porque no se pueden poner barreras al campo.
La última palabra que he aprendido es Sanki Panky, que yo, ingenua de mí, confundía con saltimbanqui. Aunque tampoco hay tanta diferencia, al fin y al cabo los sanki paky deben ser expertos en la cama para contentar a las turistas que se dejan caer por Dominicana, algo así como realizar saltos y ejercicios acrobáticos, al aire libre o no. Aunque hay una definición mucho más clara en el post: seducir con su carisma y buen humor a turistas que podrían llevarlo a cumplir su sueño de “mangar” una visa, para fijar residencia en el extranjero.
Pero aún hay más. El post «Cómo sobreviven los Sanky Panky en República Dominicana«, los clasifica en tres categorías:
- El que seduce a una turista con la intención de que lo ayude a emigrar del país.
- Es un hombre casado, con hijos, que seduce a turistas para obtener de ellas dinero para mantener a su familia.
- El que seduce a las turistas no para “mangar” (obtener) visado, sino regalos y dinero para su sustento.
La lengua evoluciona, y más al otro lado del charco ¿a quién le sorprende? Además, la influencia americana es tremenda. Así es como ya no hago ejercicios lumbares en el gimnasio sino para la espalda baja, y no trato de mantener el equilibrio en la clase de yoga sino que trato de balancear mi cuerpo en el piso.

Hablando de gimnasio, hoy he hecho mi primera clase de zumba. ¿Por qué nadie me había dicho lo divertido que era bailar? Ha sido una mezcla de encerrona y de mi costumbre de no negarme a nada cuando me presionan.
He bailado mi primera bachata (esta vez sí), hasta he cantado la canción completa “sólo por un beso” , como si fuera el himno nacional del país, lo cual creo que ha sido una temeridad teniendo en cuenta que el profesor de zumba, Jerónimo, es un dominicano que baila como los ángeles y un adulador nato: “sabías bailar bachata, solo que no te habías dado cuenta”.
También es gracioso oírle gritar «bailemos en honor a la Madre Patria» cada vez que suena un acorde flamenco.

Creo que lo mío me lo tengo que hacer mirar, todo lo escrito hasta ahora en una mañana.
Uno de mis propósitos del 2017 fue conocer el país. No hay excusas que valgan, si el entorno no se adapta a mi agenda, mi agenda se adaptará al entorno. Estos tres primeros meses del año he descubierto lugares maravillosos en un radio de no más de tres horas de coche. Si hay que ir a Santo Domingo porque se me antoja un cine y una buena cena, pues se va.
Si hay que recrearse con el ambiente dominguero de la capital en la playa de Boca Chica con sus sofisticados y musicales Beach Club para observar la “otra” parte de población dominicana, pues se va. Dónde está el problema.
Estoy enamorada de Bayahibe, zona caribeña por excelencia a falta de seguir recorriendo kilómetros, naturalmente, y donde el mar siempre está en calma chicha. A cambio, las olas de Macao para intentar surfear y pasar un buen rato para después pegarse un homenaje de pescado fresco en el chiringuito de «La Tetas».

Para las futuras visitas, recomiendo subir hasta Montaña Redonda –a poco más de una hora desde Bávaro dirección Miches- donde se disfruta de una vista 360º espectacular. Explorar Playa Esmeralda y Playa Limón, las verdaderas playas de los folletos turísticos de El Corte Inglés. Como me dice hoy Patricia “es de verdad, aún quedan playas vírgenes”, esas en las que puedes estar sola todo el día sin que aparezca nadie. Miles de palmeras sobre arena blanca, para morirse. Y lo mejor, vírgenes de verdad, sin un solo chiringuito o sombrilla. El mejor momento es llegar, acomodarse bajo una palmera y abrirse una Presidente “vestidita de blanco” sin nadie a tu alrededor. Y para los menos solitarios, hay kilómetros de playa con fantásticos Beach Club, menos auténtico pero que también generan adicción.

Así que después de un poco de autorreflexión, creo que sí, cumpliré mi palabra: ninguna mudanza a la vista en este 2017, me queda todo por descubrir 😉
Sembla que ni fet a mida
Has vist Albert? No has arribat i aquest país ja et fa regals meravellosos 😉
Prepara’t, no venguis amb les guies de viatges, vine amb la ment oberta!!!
Es un lugar para quedarse y dejarse llevar y ademas las playas vírgenes de verdad existen y están aquí . Te atrapan con su ritmo, caribeño de verdad, y su visión de la vida, como bien describes: hay que centrarse en el aqui y ahora…..eso es el mindfullnes tan de moda que todos nos damos codazos por ir a cursos para aprender a practicarlo y aqui es la esencia de la vida y la verdad es que se contagia. I love Dominicana!!! Aunque para entenderles cuando hablan habrá que hacer un doctorado
Qué bien lo has descrito, y cómo me gusta leer tus impresiones desde tu mirada «virgen» ¡me encanta!
Me alegra saber que sientes lo mismo que yo, ahora sabes por qué no tengo pensado moverme de aquí, hay que vivirlo para entenderlo 😉
Ah!! Lo increible fue verte adelantar derecha e izquierda alternativamente sin inmutarte mientras hablabamos de banalidades
Mmmmmmm… eso debe se señal de que, definitivamente, ya me he adaptado ¡jajajajajajajaja!!!