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LAURA SARGANTANA

Coach Personal y Profesional, Equipos y Liderazgo

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Lady Di fue Señora De

6 abril, 2017 / by Sargantana / 3 comentarios

Hace unos días se publicaron unas fotos de la difunta “Princesa del pueblo” en la que aparecía más baja que su entonces marido con titulares del tipo ¿Por qué Lady Di se veía más baja que Carlos de Inglaterra si medía solo dos centímetros menos? (noticia)

No hace falta leer el contenido de la noticia para adivinar que se trataba de un tema de hombría. Total ¿para qué? La Señora De murió sin saber que podría haber vivido eternamente y jamás habría llegado a ser reina a pesar de haber sacrificado durante años centímetros de personalidad. Tanto aguante para nada.

Vamos, que Carlos de Inglaterra, el eterno heredero -quizás por estar a la sombra a su edad de su no menos eterna madre- necesitaba reconocerse públicamente como un macho alfa al lado de su tímida esposa.

Es fácil comprender que mostrar la imagen del marido más alto evoca la imagen del hombre protector y dominante mientras que la mujer se muestra (y se acepta socialmente) como el sexo débil. Conclusión, parece que la sociedad legitima la dominación masculina en la sociedad moderna en pleno siglo XXI.

Lamento que sólo se hable o se escriba (mea culpa) de las actitudes machistas y sexistas de nuestra sociedad cuando salen a relucir protagonistas tan mediáticos como Carlos y Diana. Pero es que las mujeres no siempre estamos en disposición de elegir, así que debemos aprovechar cualquier oportunidad que se nos aparezca para hablar del tema.

No hace falta decir que esta diferencia de estatura fue intencionada y que no ha sido nunca polémica -hasta hoy- porque se ha establecido como norma no escrita y aceptada socialmente, lo cual no significa que sea verdadera: los hombres deben ser altos y las mujeres más bajas que ellos para preservar la especie. Y lo más preocupante, muchas mujeres aceptan hoy en día este rol.

Publicidad en una revista femenina de moda
Publicidad en una revista femenina de moda

Es obvio que lo que nos distingue es una cuestión biológica, incluso es natural que el hombre sea más alto y más fuerte. Sin embargo, parece que social y culturalmente se nos ha escapado algo de las manos: más allá del sexo, no debe haber diferencia de género en cuestión de respeto, responsabilidades, derechos y salarios.

Más allá del sexo, no debe haber diferencia de género en cuestión de respeto, responsabilidades, derechos y salarios.

Por ejemplo, el tipo de cosas que me preocupan son las conversaciones en las que oigo hablar a mujeres que afirman que jamás se fijarían o saldrían con un hombre más bajo que ellas por vergüenza, porque con esta actitud demuestran ser más machistas que sus altísimas parejas. Que las mujeres lleguemos a soltar tales perlas nos pone en evidencia y damos la razón a los Torrentes que se pasean por el mundo.

O que sigamos vistiendo a las niñas de rosa y a los niños de azul. Desde que nacemos nos auto-etiquetamos estableciendo qué roles pertenecen al género masculino y cuales al femenino. No es lo mismo la diferencia biológica de la madre naturaleza a la discriminación de género que hacemos nosotros mismos. Sin ir más lejos, el lenguaje que utilizamos en nuestro día a día ya dice mucho de nuestra percepción del mundo que hemos construido.

No es lo mismo la diferencia biológica de la madre naturaleza a la discriminación de género

Otro ejemplo de ayer mismo. Estaba hablando con una amiga, quien se ha separado recientemente. Española residente en República Dominicana. Me contaba que estaba rehaciendo su vida poco a poco, pero que ahora mismo lo que más le estaba costando superar era la pregunta que le hacían todos sus amigos (y amigas) residentes en España: “bueno, ahora que te has quedado sola, ¿vuelves a casa, no?”. Mazazo.

Y la entiendo perfectamente. Es como cuando yo decidí dejar mi puesto de trabajo después de 10 años dedicada a la empresa. La primera en la frente, dos mujeres y dos sentencias de muerte: “así que lo dejas todo por un hombre” o ¿te vas a Qatar?, qué bien, no darás un palo al agua”. En situaciones así es cuando te das cuenta de que a tu alrededor no se están enterando de nada. Y de que aceptan todos los tópicos machistas.

Hasta que las mujeres no alcancen la independencia a todos los niveles -física, material y emocional- no serán capaces de tomar sus propias decisiones sin tener que esperar aprobación, reconocimiento o permiso a sus padres, parejas o maridos. La vida en pareja no puede convertirse en sumisión ni dependencia, sino en una suma de experiencias y aprendizaje mutuo independientemente de la altura o el salario. 

No soy la mujer de tu vida. Soy la mujer de mi vida.

Se trata de un proyecto de vida dejar tu trabajo o a tu pareja, emprender un camino profesional en un lugar o en otro. Nuestras decisiones van más allá de lo que opinen nuestros maridos o nuestro entorno, y nuestro proyecto de vida no tiene por qué cambiar cuando lo que cambia es nuestro estado civil.

En el caso de mi amiga nadie en su entorno más cercano ha caído en la cuenta de que está desarrollando un carrera profesional de éxito y que gana mucho más de lo que ganaba su ya ex marido (quizás uno de los motivos de separación cuando el macho alfa pierde sus plumas).

Yo misma recuerdo cómo cambió mi relación de pareja con un antiguo novio que decía quererme mucho. En el momento en que mi salario casi duplicó el suyo, noté que no estaba dispuesto a dejar desplumar su hombría.

Por desgracia no suelo utilizar el concepto feminismo como bandera. No porque no defienda la igualdad de derechos, sino porque lamentablemente el concepto feminista ha sido machacado de forma maniquea. La sociedad se ha encargado de denigrarlo como si las mujeres que luchamos por nuestros derechos fuéramos perro flautas enemigas de los hombres. Nada de extrañar teniendo en cuenta que el mundo – y los medios de comunicación- aún se gobiernan en masculino.

Sí, soy feminista + No, no odio a los hombres
Sí, soy feminista + No, no odio a los hombres

Sí, soy feminista. Y no, no odio a los hombres.

No nos queda otra que seguir ignorando los chistes e imágenes machistas que nos mandan nuestros “amigos” por las redes sociales. Si te quejas eres una reprimida, si te ríes contribuyes a tu propia degradación, así que prefiero ignorar.

A veces me apetece responder con un “seguro que te haría la misma gracia si en el lugar de la mujer estuvieras tú”, pero es un tema bastante cansino. Devolver la pelota es lo más inteligente, pero a veces es como jugar con un perro ciego cuando te enfrentas a un macho alfa, nada que hacer. Eso sí, nosotras tenemos que seguir teniendo sentido del humor para no ser acusadas de frígidas.

Nosotras tenemos que seguir teniendo sentido del humor para no ser acusadas de frígidas.

Por no hablar de San Google, un plataforma que por sí sola se basta para discriminar a las mujeres con sus algoritmos de búsqueda machistas (Are Google Searches The Best Way To Highlight Discrimination Against Women?)

Discriminación según las Naciones Unidas
Discriminación según las Naciones Unidas

Al fin y al cabo, esta posición no puede ser tan tremenda para la mujer, pues lo único que demuestra es que somos una amenaza para los otros. Prefiero vivir pensando que es ignorancia y envidia de la mala, una necesidad de supervivencia para la especie de género masculino tipo macho alfa pues sin nosotras no pueden compararse con nadie ni tendrían con quién pavonearse. Entiendo que es una cuestión de separación de poderes, que nos necesitan para sostener el modelo patriarcal y todos sus privilegios en un momento en el que ya no son imprescindibles para las mujeres.

Por otro lado, entiendo también -en un sano ejercicio de empatía- que para los hombres tipo macho alfa no es papel fácil tener que demostrar las 24 horas del día su poderío protector y sexual. Que se lo digan a Don Draper, quien tenía la obligación de beber desde bien temprano en su oficina, flirtear con todas las secretarias y clientas, fumarse dos paquetes de tabaco al día, seguir bebiendo al salir del trabajo un Old Fashioned, acostarse con alguna desconocida, y llegar a su casa para atender a sus tres hijos y complacer a su mujer como un campeón (y sin ayuda de Viagra).

Rol masculino tipo "macho alfa" de los años 60 en el personaje de Mad Men.
Rol masculino tipo «macho alfa» de los años 60 en el personaje de Mad Men.

Nadie dijo que fuera fácil el papel del hombre macho alfa. Ejercer tal mecanismo de machismo, poder, control y, además, traer un buen dinero a casa, debe ser una tarea ardua.

Espero impaciente el día en que dejemos de etiquetarnos los unos a los otros y empezar a compartir la vida de igual a igual.

 

Publicado en: Mi vida Etiquetado como: aprendizaje, crítica, cultura, Libertad, realidad, sociedad, valores

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Comentarios

  1. tony dice

    8 abril, 2017 a las 18:50

    Laura acave de veure l’article, més tard vull estudialo. Em pareix molt interesant i tinc algun punt vista en coses diferents. Rebreu un abrasada deuuu.

    Responder
  2. Boni dice

    9 abril, 2017 a las 16:46

    ¡Cuánta razón llevas, mi niña!

    Responder
    • sargantana dice

      18 abril, 2017 a las 15:25

      Ahhhhhh… ¡ojalá nunca tenga que volver a escribir sobre el tema!
      Una abraçada!

      Responder

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