
Dieta mediterránea, del griego «díaita», que significa «forma de vida».
La «Dieta Mediterránea», entendida como patrón alimentario, es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO porque no se trata únicamente de un conjunto de alimentos, sino que es un concepto que globaliza un patrón de consumo y un estilo de vida saludables. Forma parte de la cultura mediterránea que incluye, en sus características, la cocina reposada, consumida tradicionalmente en compañía, acompañada de un clima benévolo, de actividad física así como del hábito de la siesta.

Pero llenar el carrito de la compra en Doha es un deporte de riesgo. Un riesgo para el bolsillo si quieres seguir una saludable dieta mediterránea.
Aunque le pongo empeño, soy una pésima cocinera. No sé hacer un huevo frito sin que se me rompa, y mucho menos doblar una tortilla francesa, con lo que se queda en un sencillo revuelto.
Pero hacer la compra siempre me ha gustado. Me organizo el día en función de si tengo que ir a llenar la nevera, y elijo el supermercado de turno en función de lo que necesite. Puedo llegar a ir a cuatro supermercados diferentes en un solo día para encontrar exactamente lo que necesito. Por ejemplo, el pan sólo puede ser del Paul´s o de la panadería de Monoprix, y los mangos tailandeses sólo del Carrefour de City Center donde, no sé por qué, son los únicos que no fallan. Y no me salto ni un pasillo, los recorro todos.
Así pues, ir a hacer la compra es como un ritual para mí. Hace poco me encontré con mi amiga Mary en uno de ellos y me miraba horrorizada porque me veía disfrutar empujando el carrito. Ella, que se pone de los nervios y era incapaz de encontrar el Cola-Cao para sus hijos.
Pero volviendo al deporte de riesgo. En mi vida jamás había mirado el precio de los productos. Para mí es más importante el contenido que el continente, me gusta comer bien, y nunca he escatimado en calidad. Pero después de cinco meses aquí y viendo la cuenta corriente vaciarse demasiado rápido, he empezado a evaluar el precio de cada ingrediente.
Empecemos por la fruta, que es como comienza mi día.

Las naranjas tipo valencia son las buenas para hacer zumo. En invierno proceden de Sudáfrica a 0,90€/kg, y en verano las traen de Egipto a 0,16€/kg. Y no están nada mal. Pero claro, queriendo ayudar a la economía española me dio por comprar naranjas valencianas de España, la orange navel 1,30€/kg y la orange red 6€/kg. Va a ser que no, porque en casa se consume a diario un kilo de naranjas para los zumos del desayuno y me salen más caros que los del bar Isleño de nuestro barrio de Santa Catalina en Palma.
A falta de fruta local (esto es un desierto) hice una prospección de la mejor fruta que se puede consumir aquí. El ganador indiscutible es el mango de Tailandia. Es dulce y tiene un sabor y una textura deliciosa. Problema, es el más caro con diferencia, 8€/kg. Eso quiere decir que cada mango puede salir por 2 euros la unidad si no es muy grande. Sin embargo, merece la pena. Puedes probar los mangos de Kenya, de Filipinas o de Brasil que son mucho más baratos, pero no es lo mismo.
Melones, otro tanto. En casa sólo se consume melón australiano, melón dulce de piel lisa. A 4 euros el kilo. Su competencia es el melón sudanés, mucho más barato, pero tampoco es lo mismo. Ni siquiera el melón de USA, lo siento pero no. Aunque hace sólo un par de semanas hice un gran y económico descubrimiento: en verano llegan melones de Irán, muy dulces, exquisitos y a sólo un euro el kilo.

Soy una amante de las ensaladas en todas sus variantes. Soy capaz de inventarme una ensalada diferente cada día en función de los restos que encuentre en la nevera. Yo me engaño pensando que es una manera de mantener una dieta sana y baja en calorías, pero estoy segura que mis ensaladas engordan más que una pizza cuatro quesos. A lo que iba, lechuga de la huerta murciana, por supuesto. Una bolsa con seis minicogollos, 5 euros. Pero quién se resiste a la huerta mediterránea, es única.
Para nosotros, una vida sin pa amb oli es una vida sin sentido. El plato pobre de los mallorquines, lo que se cena cuando no has preparado nada, es el qualsevol cosa per sopar. Pero de económico no tiene nada. La base de un buen pa amb oli es el pan. A falta de pa mallorquí, la barra de seis cereales del Paul´s a 2 euros (perfecto para congelar) o el pan rústico del Monoprix y que te sale entre 4 ó 6 euros la pieza, según su peso. Un robo. Pero lo importante es que sea crujiente, incluso después de pasarlo por la tostadora, que es como a mí me gusta y no el pan de goma.

En cuanto a los tomates. De toda la vida un bon pa amb oli necesita unos buenos tomates de ramallet, pero claro, ya hubiera sido de nota encontrarlos aquí. Los supermercados están inundados de tomates bien rojos y bien bonitos ¡de Holanda!. Por encima de mi cadáver. Así que, no pudiendo gastarme los casi 5 euros el kilo por unos tomates españoles que ni siquiera son de ramallet, me decanto por los tomates jordanos, que son bien feos, pero que son lo más cerca del mediterráneo que puedo encontrar, por sólo 0,60€/kg. Por cierto, no os dejéis engañar, los tomates cor de bou franceses tienen una pinta excelente, pero no saben a nada.

Aceite, el tercer ingrediente básico para un sabroso pa amb oli. Con el tema de los aceites me queda mucho por investigar, pues la cuenca mediterránea da para mucho. Por supuesto, los aceites italianos se venden como una delicatessen a precio de oro. Y no digo que no sean buenos, pero en lo que se lucen es en su marketing. Mucho tienen que aprender los empresarios españoles con materias primas igual de buenas o mejores. Pero lo interesante es que hay aceite del Líbano, de Jordania… y aceite español, naturalmente. De momento soy fiel a un tal Rafael Salgado, de Madrid, lo cual ya es raro. Medio litro se cotiza a 5 euros, eso sí, botella inútil de cristal. También puedes encontrar un Borges Extra Virgen por por 6,30 el litro. Pronto empezaré a probar otras posibilidades, porque me pica la curiosidad tanto como el bolsillo. Igual me sorprendo.
El pa amb oli se puede acompañar de embutido y queso, y a falta de ibéricos, aquí le doy al queso a todas horas. Recomiendo la fromagerie de Monoprix, aunque las de Carrefour tienen muchísima variedad y mejor precio. El queso manchego lo puedes encontrar, sí, pero a 43 euros el kilo. Ahí sí que ni los italianos nos ganan, es el más caro de toda la nevera. Lo que lees. Y no puedo decir si es bueno porque no lo he probado. Pero después de un tiempo tonteando con los franceses, me quedo con un tal Tomme de Savoie, a 22€/kg.
Por cierto, todo aderezado con escamas de sal y acompañado por unas fabulosas aceitunas jordanas, deliciosas.
Mi café con leche. Los que me conocen y/o han viajado conmigo saben que no soy cafetera, pero el café con leche del desayuno me da la vida. Sin él estoy de muy mal humor todo el día. Aunque me estoy quitando, pues en los viajes por el mundo no siempre puedes acceder a una buena taza de café. He superado la fase del mono y ahora me estoy rehabilitando. Pero es psicológico, porque estar en casa y no poder tomar un buen café con leche es cuestión de vida o muerte. Cuando nos instalamos en Doha, la mudanza tardó una semana en traer nuestras cajas. Durante esa semana probé todas las opciones posibles en los hoteles y Paul´s de la ciudad. Que si un cappuccino, que si un latte, que si un espresso doble con la leche a parte… nada de nada. Estaba al borde de la histeria cuando por fin llaman a la puerta y veo todas las cajas amontonadas en la puerta de nuestro estudio. Como un zahorí utilizando sus ondas electromágneticas, abrí la primera caja y… voilà! Ahí estaba, mi Nespresso. Se acabó la agonía.

O eso pensé yo, porque un buen café con leche necesita eso, la leche. Como dice mi marido, necesito que me vea un médico porque tengo problemas con la comida (he de reconocer que tengo manías muy raras). Pero quién puede negarme que el tipo de leche puede estropear el mejor café del mundo. Pues ahí estuve yo, durante todo un mes probando todas las leches disponibles para el consumo humano. Yo, que he sido una consumidora fiel a la leche Asturiana de toda la vida. Pues no todas las leches son iguales, y aquí la leche, que la traen de Arabia Saudí, sabe a leche de vaca recién ordeñada. De verdad, la leche sabe a leche de verdad. Pero qué se le va a hacer, llevo veinte años tomado leche desnatada, y mi café tiene que saber a café, no a leche de vaca. La ganadora sale a 0,95 euros el litro. No sé si eso es mucho o es poco, pero me viene a la memoria la frase de una cajera de Mercadona que un día me dijo «con el precio de la leche más vale comprarse la vaca».
Como ya he contado, soy una pésima cocinera, pero hay algo en lo que puedo lucirme y con lo que de verdad disfruto. Es herencia de mi amigo Xavi, un apasionado de la vida, pero aún más de la comida. Es un cocinitas de lujo, y uno de mis platos preferidos es su curry de pollo. Así que como hace mucho que no degusto su plato estrella, pues he aprendido a hacerlo.

Ya lo sé, muchos de los que vivís en Doha rodeados de tanto indio habéis aborrecido el curry, lo sé. Sin embargo, como decía, mi amigo Xavi me enseñó a diferenciar las especias, a oler el comino, la nuez moscada, el jengibre, a diferenciar los diferentes currys, etc. Y aquí he encontrado el paraíso de las especias. Algo que jamás pensé que podría atraerme lo más mínimo. Y lo mejor de todo, se consumen tantas especias que incluso las venden en cantidades industriales.
Para ir terminado, un repaso a las carnes, de lo cual no soy una experta. He de decir que jamás había comido tanta carne como en Doha. Los solomillos australianos y neozelandeses están bien ricos, a 27€/kg. Creo que no había comprado carne en mi vida, así que no sé si es cara o barata, pero está bien buena. Y en cuanto a pescados, imposible encontrar un atún decente, y el que venden te lo cuelan por unos 8-10 euros el lomo según el peso. El salmón por ahí anda, pero no es santo de mi devoción. A lo que me he entregado en cuerpo y alma es al famoso pescado local hammour y a pescados tan cachondos como el sherry fish, que están deliciosos y a mitad de precio.

De verdad que ahora entiendo porqué venden paquetes de arroz de 20kg en los supermercados, y porqué los indios pasan por caja con un plátano en una mano y el dinero justo en la otra. Esto es una ruina.
Comprobado, sale igual de caro comer en casa que comer fuera.
Saliendo del apartado alimentos. Hace poco descubrí el blog «Una abaya para Amaya» de una gallega que narra su experiencia en Arabia Saudí. Me hizo mucha gracia un post sobre los tampones, porque es algo que me lleva de cabeza en este país y vi que ella estaba peor que yo. Es difícil encontrar este producto de necesidad básica para las mujeres. Pero al menos en Catar es posible, con aplicador, sin aplicador, marca no te fijes, siempre en la zona más oscura y apartada de los supermercados, pero imposible encontrar el original, el Tampax de toda la vida.
Y para acabar de rematar el post.
Cuando decía que llenar la cesta de la compra era un deporte de riesgo, confirmo que es un riesgo para mi salud también. ¿Alguien sabe cómo salir del supermercado con el carrito hasta los topes y llegar hasta el coche sin que parezca una carrera de obstáculos? Para que veáis que el dinero, en este país, puede darte la felicidad pero no el sentido común. Pongamos por caso los supermercados de Media Mart o Villaggio. Se supone que hay unas rampas de salida para peatones y/o carritos de la compra. Obviaré que es incomprensible que estos centros comerciales tengan su único parking al aire libre a 50 grados a la sombra. Pero, ¿por qué están siempre ocupados los pasos de peatones por taxistas con media neurona y por Land Cruiser v8 color blanco cargando y descargando cucarachas? Si os parece que voy subida de tono es porque acabo de llegar de la compra.

Otro ejemplo, City Center. Salir de Carrefour y, si tienes la suerte de haber aparcado justo enfrente de una salida con ascensor o rampa mecánica, sólo vas a tener que sortear un escalón, porque en el City Center no existen las rampas. Y por último, si te pilla más cerca hacer la compra en el mini-market de Lagoona Mall, recordad que hay un párking subterráneo, pero que justo en cada salida del centro comercial hacia el coche, te encontrarás una rampa para deslizar el carro pero ésta da a un badén que limita la velocidad de los coches. Así que no sé si prefiero morir atropellada o aplastada por mi propio carro.

A pesar de todo, hoy estoy eufórica, porque al salir de mi clase de pilates me he acercado hasta la cafetería del Kempinski. Me la había recomendado mi amiga Marian, y ha sido algo orgásmico encontrarme con Quely, esa extraña galleta mallorquina (video).
No se han enterado que se hacen con manteca de cerdo, shhhhhh….
Quely, aquesta rara galleta mallorquina (video)
Café… Que gran tema. Llevamos 10 días en Noruega y hoy, después de 6 o 7 minutos explicando a la camarera como preparar un café con leche con su máquina de café expreso, hemos conseguido saciar nuestro síndrome de abstinencia. Eso sí, 40 coronas cada cafelito!
Otro tema, la leche… Como que leche Asturiana desnatada? Que rayos has estado tomando estos años! Hazle el favor a la economía regional de tu querida Roqueta de pasarte a la leche semi de Agama (a 0,60 €/l).
Si necesitas que te hagamos un envío de alimentos… Je je je.
Besotes a los dos.
Pero vamos a ver, alma de cántaro, ¿¿AGAMA existe???
Yo me quedé en la época del Laccao, que cuando ibas a Barcelona o a Andorra y pedías un Laccao nadie sabías de qué diablos les hablabas y te acababan trayendo un Cacaolat. Pero igual tú eres demasiado joven como para haber vivido esta terrible experiencia.
Espero que estéis disfrutando del viaje,nosotros nos vamos hoy, ya os contaremos…
Besines a las dos .
Pero de que año te piensas que soy? Trozo de dinosaurio!!! Claro que he tenido que matizar la diferencia entre Lacao y Cacaolat… Y sí, Agama existe, con nuestra entrada en la Comunidad Europea fue la única leche que se le permitió conservar a nuestras islitas. Aunque como sigamos comprado Asturiana «a balquena» durarán poco las «frissones».
Evita, pero si eres un yogurín, ¿de qué te quejas???
Pero no te preocupes, yo ya no contribuyo a la desaparición de Agama, me he pasado al lado saudí ;p
Por cierto, queremos saber de vuestro fantástico viaje. Anda, mándanos unas fotos y unos comentarios ingeniosos de los vuestros…
Petonets