
¿En qué mundo no expresar los sentimientos es bueno? Se pregunta en un desliz de humanidad el protagonista de The Big Bang Theory, Sheldon Cooper, la persona más reacia a mostrar sus sentimientos en la historia de la televisión ¿en qué mundo ocurre esto?
Escribir o hablar es cuestión de higiene mental. Expresarse, en todos los niveles de la vida, es sano para cualquier individuo. El problema es que no todo el mundo es receptivo y claro, nos coarta. Ocurre habitualmente que en un ambiente familiar o laboral, incluso de pareja, no nos atrevemos a expresar nuestros sentimientos o preocupaciones por miedo al rechazo, o porque simplemente pensamos que a nadie le importa cómo nos sentimos. Pero entonces es cuando creamos un problema haciendo la bola de nieve cada vez más grande cuando de lo que se trata en realidad es de desvelar el sentido de los síntomas expresando nuestro caos interior, nuestro diálogo interno, nuestras preocupaciones.

Mi mundo interior es un caos, como el de cualquier otra persona, pero es muy sano sacar lo que llevamos dentro, decirlo en voz alta, contarlo o, en mi caso, escribirlo. Es lo que llevo definiendo desde que empecé este blog como higiene mental. Por suerte los viajes me han dado la oportunidad de ver el mundo desde otra perspectiva, y encontré a la pareja perfecta para seguir con mis inquietudes. He madurado, me he enriquecido mucho como persona y me considero muy feliz porque juntos no sumamos, nos multiplicamos. Y esta frase tan manida tiene mucho sentido para mí porque a menudo nos rodeamos de gente que no nos aporta nada, o peor aún, nos rodeamos de personas que nos agotan, nos entristecen, nos alejan, a fin de cuentas, restan. Por eso, en la frenética vida que llevamos todos tan justos de tiempo preferimos dedicarlo a lo que más nos apetece, y yo prefiero invertir horas con lo que (o quien) realmente deseo.
Respecto al deseo, no me refiero al deseo sexual (como afirmaría Freud) sino a la necesidad de tener inquietudes para seguir vivos. Estar despierto, tener ganas de aprender, querer crecer intelectualmente y a nivel personal en nuestro entorno en relación con los demás como animales sociales que somos.

El problema es que tenemos miedo al rechazo o a la crítica, pero siempre será mejor sentirse repudiado que no expresar lo que sentimos. Incluso a veces hay que deshacerse o alejarse de lo que provoca el síntoma, y no siempre es fácil por miedo a herir los sentimientos de los demás o los nuestros propios. Sin duda es más fácil seguir deprimiéndose que intentar superarlo, porque no todo el mundo tiene la fuerza interior para luchar y resolver conflictos.
Recuerdo un día que una psiquiatra me dijo que se sentía terriblemente culpable por atender a pacientes que no estaban enfermos, sencillamente estaban solos y acudían a su consulta para hablar. Les tenía que cobrar la hora de la visita, pero sentía que no era justo obtener ingresos a costa de la soledad ajena. Ahora pienso que los que pueden pagan para poder hablar, y los que no son esos pobres diablos que andan solos por la calle hablando sin la esperanza de ser escuchados.

Es muy frecuente que durante la infancia –y también en la edad adulta- hayamos recibido más o menos cariño, más o menos atención, más o menos marco de seguridad, pero es indudable que nuestras experiencias de algún modo nos afectan lo largo de nuestra vida. La mistificación es un concepto psicológico que se refiere a las opiniones que se han formado de ti como individuo y que no tienen por qué ser verdad, pero creces pensando que eres tal y como otros han decidido que eres. El ejemplo más usual suele ser el abuso o las críticas de tus propios padres o hermanos, o por parte de los compañeros de colegio durante la infancia, o quizás en el trabajo ya en edad adulta. Es decir, donde hemos pasado o pasamos la mayor parte del tiempo. Cuando estos aspectos son negativos y adquieren demasiada relevancia en nuestras vidas es conveniente desmitificarlos. Originalmente es un concepto marxista en el que el capitalista abusa del obrero pero al mismo tiempo le convence de que el sistema capitalista es bueno para él. Con la educación y la cultura pasa lo mismo: nos enseñan lo que supuestamente es bueno para nosotros, pero precisamente es lo que nos impide pensar y actuar por nosotros mismos.

Hay quien afirma que la lengua no nos proporciona necesariamente libertad de pensamiento, y que por el contrario nos atrapa en errores y mitos. La cultura en la que vivimos controla lo que ocurre en nuestras mentes, determinando lo que pensamos y lo que hacemos. Sin embargo prefiero pensar que el lenguaje, utilizado como diálogo interior o bien como herramienta para comunicarnos en sociedad, nos libera de todo aquello que nos incomoda. Como dijo Hegel: la palabra desprovista de pensamiento es ante todo una palabra muerta, así como el pensamiento sin palabras no es más que sombra. La palabra se convierte en la existencia animada del pensamiento.
Menos poética, mi reflexión personal es que gran parte de los temas del pasado sólo se pueden resolver cuando te das cuenta de que ya no estás en el pasado, no hay por qué regocijarse en él. Y la mayoría de los problemas que nos han afectado sólo pueden cambiar cuando los superamos emocionalmente. Y para ello no hay otra solución que apuntar hacia el futuro.
Me encantó!!
Bienvenida Jen, me alegro que te haya gustado (echo de menos nuestros desahogos en el gym) 😉
No hay nada mejor que poder hablar y sentirse escuchada por alguien que sabe escuchar y que entiende la importancia de comunicar sentimientos. Somos humanos. Nos necesitamos unos otros. Besotes!!
¡Amén!
Cuídate mucho, pronto estaremos muy cerca, shhhhhh….
«Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan.»
Francisco de Quevedo
Seguim…
Alicia Sánchez
Se ha borrado la parte del medio….quería añadir que Laura nos habla en su blog con su corazón…
Seguim…
Alicia Sánchez
Yo es que no sé hablar de otra manera, detesto la hipocresía.
Por cierto, estás muy callada últimamente, jejejejejeje…
Kissets guapa!
Laura.
Gràcies Alícia, precioses paraules, m’encanta!
Petons,
Laura.