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LAURA SARGANTANA

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Food lovers

30 julio, 2015 / by Sargantana / 6 comentarios

Hace semanas que sabía cuál iba a ser mi penúltimo post antes de despedirme otra vez de mi tierra ahora que me voy al otro lado del mundo. Muchas veces me han preguntado qué tal se vive en Mallorca, que qué suerte tengo de haber venido a pasar el verano, y yo no me he cansado de decir que he disfrutado de hacer de turista en la isla donde nací porque me he vuelto a enamorar de ella. Pero romanticismos a un lado, tenía muy claro que me tenía que ir homenajeando la gastronomía española, porque como muy acertadamente me dijo un día mi amiga Andrea –orgullosa santanderina y compañera de batallas en Qatar- todo en España gira alrededor de una mesa. No se entiende estar de visita en casa y no regresar con unos kilos de más, que cómo somos, que parece que no sabemos hablar si no es comiendo y bebiendo al mismo tiempo. Y nada más cierto. Acumulo más tarjetas de los restaurantes que he visitado durante estos tres meses que puntos del supermercado de la esquina; me he reencontrado con los comedores que ya forman parte de mi historia y no he dudado en probar todas las novedades que me he perdido en estos dos últimos años. Qué más da si mi cuenta corriente agoniza al mismo ritmo que se ensanchan mis caderas, hay placeres que no tienen precio.

"Pa amb oli" mallorquín con productos locales en el restaurante QuitaPenas (Valldemosa-Mallorca)
«Pa amb oli» mallorquín con productos locales en el restaurante QuitaPenas (Valldemosa-Mallorca)

Justo cuando le daba vueltas a cómo empezar este post, leo y me deleito con las palabras de un backpacker australiano llamado Ben Groundwater en el recomendable artículo The best country in the world for food. No sólo he disfrutado de su, en mi opinión, acertada comparación entre las mejores cocinas por antonomasia –la francesa, la italiana y la japonesa- frente a la tradición perfectamente conjugada con la innovación de la cocina española, menos marquetiniana y menos conocida, pero que sin duda es la que pone más pasión en cada plato. Food lovers nos define. Pero para chuparse los dedos, la descripción que hace de San Sebastián, foodie Disneyland. Brillante.

Hay muchos puntos del artículo realmente interesantes, pero lo que de verdad se agradece es que haya alguien ahí fuera que se haya dado cuenta de que la cocina española no es sólo paella y tapas. No es que yo participe ganancialmente del negocio gastronómico nacional, todo lo contrario; con mis atracones diarios seguro que he pagado la nómina de muchos empleados y he contribuido al crecimiento del 3,3% que Mr. President le ha dicho a Angela que vamos a crecer.

Vaya, hay temas que me indigestan y he perdido el hilo de mi post. Me he quedado en blanco. Mejor me sirvo una copa de vino a ver si recupero la inspiración.

Una copa de vino para recuperar la inspiración.
Una copa de vino para recuperar la inspiración (o agudizar los sentidos).

Una de las cosas que más satisfacción me ha dado al volver a casa es el simple hecho de ir al supermercado y poder llenar el carro con buen vino por el precio de un brunch en Doha. Vinos excelentes por menos de 10 euros, y algunos más que decentes por menos de 5. ¿No es el paraíso? Y por increíble que parezca, hasta puedes pararte en la gasolinera de la esquina y comprar un Vega Sicilia por si te pega el capricho. No tengo palabras.

Una deliciosa paella en el restaurante S'assecador (Portocristo-Mallorca)
Una deliciosa paella en el restaurante S’Assecador (Portocristo-Mallorca)

Sin embargo, siento pena mezclada con rabia y cierta vergüenza cuando paseo por mi ciudad y observo los platos de los turistas con pseudo-paellas y vinos a temperatura “ambiente” en pleno verano. Aunque no sé a quién culpar, si a los que ensucian la imagen de la gastronomía local o a los despistados turistas que aún no se han enterado de lo que son “las nuevas tecnologías”.

Pero hay un tema que me ronda la cabeza desde hace ya unos años y al cual todavía no he podido dar respuesta ¿por qué la rica, variada, deliciosa (y económica comparada con nuestros vecinos franceses) gastronomía española se vende tan mal?, o ¿por qué en Tokio hay un restaurante español en cada barrio con un japonés que viajó a Valencia con el único objetivo de aprender a hacer paellas, y ya de paso, aprender español en seis meses? Los italianos han vendido su pizza y su pasta al margen de su riqueza gastronómica, los japoneses han exportado el sushi como si no existiera nada más en su estilizada y delicada destreza culinaria. Por tanto, no es un problema exclusivo español, y la incógnita que querría despejar es por qué unos se venden tan bien cuando otros quedan relegados a “otras especialidades”.

Sobrasada mallorquina, embutido básico de la despensa local.
Sobrassada mallorquina, embutido básico de la despensa local.
Carrito de quesos nacionales en el restaurante Santi Taura (Lloseta-Mallorca).
Carrito de quesos nacionales en el restaurante Santi Taura (Lloseta-Mallorca).

Al margen de lo que el vino puede hacer por el humor de las personas cuando escriben, no puedo por más que aplaudir a un australiano que es capaz de entender que la gastronomía ibérica –después de una copa perdono que haya ignorado las islas- es extensa y diversa. Tal y como define el autor, en España el tema de la comida se trata muy seriamente más allá de las patatas bravas y de las croquetas. Quizás haga una descripción muy simplista por regiones de lo que ha degustado o de lo que un turista puede saborear en territorio español, pero lo hace en tan sólo 906 palabras (qué envidia, sin duda tengo que aprender a sintetizar).

Solomillo de buey en el restaurante Adrián Quetglas (Palma de Mallorca)
Solomillo de buey en el restaurante Adrián Quetglas (Palma de Mallorca)

Pero lo que describe este amante del buen comer es mucho más de lo que hacen los clientes de un “todo incluido” y de los locales aferrados a su singularidad frente al alter, es decir, el enemigo. Es más, ni siquiera me limitaría a disertar sobre la cocina española; prefiero hablar de la cocina que se hace en mi tierra, incluso de los italianos y japoneses que han instalado aquí su campo de trabajo sea por el motivo que sea, como Shinichi, chef japonés que me pide que le llame Antonio, o el restaurante nipón que no engaña a nadie respetando el significado del o-motenashi, o los peruanos que se atreven excepcionalmente bien con la fusión.

Niguiri de Guijuelo en el restaurante Hanaita (Palma de Mallorca)
Niguiri de Guijuelo en el restaurante Hanaita (Palma de Mallorca)
Vieiras gratinadas con con especias peruanas, queso parmesano y crema de lima en el restaurante Sumaq (Palma de Mallorca)
Vieiras gratinadas con con especias peruanas, queso parmesano y crema de lima en el restaurante Sumaq (Palma de Mallorca)

Pero la matrícula de honor es para los que innovan aprovechando el tirón de la crisis, para los que han agudizado el ingenio para ver en ella una oportunidad para reinventarse o, mejor aún, para diferenciarse del resto de los mortales ofreciendo calidad. Para los que saben ver las oportunidades, para los emprendedores, para los que emigraron y aprendieron lo que se cuece fuera de nuestras fronteras. Mi bendición para el genio que ha vuelto a poner de moda el vermut, y mi enhorabuena a los chiringuitos estivales que han aprendido que se puede comer bien sin estafar a nadie a pie de playa. Mi fidelidad a quienes año tras año persisten en su empeño en poner pasión a su trabajo sin morir de éxito, y a las barras de toda la vida por mantener las costumbres más vivas que nunca en un mundo cada vez menos heterogéneo.

Y yo, como Ben Groundwater, me pregunto, y a quién no le gustaría venir a España sólo para comer bien.

Mi plan B ya es mundialmente conocido, aprovisionamiento envasado al vacío en la maleta y Thermomix como sustituto del botijo, referencia de un hogar equilibrado. 

 

Publicado en: Mi vida Etiquetado como: Costumbres, cultura, España, Mallorca, turismo

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Comentarios

  1. Juan dice

    30 julio, 2015 a las 07:45

    Ay, Sargantana, qué hambre y que ganas de un buen «pá amb oli».
    Mi hija estuvo en Nueva Caledonia un curso y llegó a probar ¡murciélago! así que ya sabes, a innovar y probarlo todo. Allá donde fueres, haz lo que vieres.

    Responder
  2. sargantana dice

    30 julio, 2015 a las 18:40

    ¿Murciélago????? Buffff… hay que tener hígado… No sé si me lo cuentas para provocarme, pero lamento decirte que no creo poder estar a la altura de tu hija, Juan.
    Too much for my body 😉

    Responder
  3. Angela dice

    10 agosto, 2015 a las 15:44

    Solo en un país como este se podría comer algo tan simple y delicioso como una tortilla de patatas, o hacer que de un animal como el cerdo salgan tantos y tan variados platos por toda la geografía de este país, o como no en sitios donde el hambre de antaño y el frío también de antaño, porque ahora no hace ni la mitad de lo que sufrían mis abuelos allá por Castilla (sin calefacción, sin casas bien aisladas, trabajando de sol a sol…)fuesen capaces de con un poco de pan,aceite, tocino o jamón y huevo inventar la sopa castellana, plato rico como el que mas. etc…

    Responder
    • sargantana dice

      14 agosto, 2015 a las 07:24

      Ángela, has dado en el clavo, y es que la pobreza parece que agudiza el ingenio. Lo único que nos falta es ¡¡¡saber vender nuestro producto!!!!
      Mira aquí, ¿qué me dices de «ses sopes mallorquines»?

      Un besazo y siempre quedará pendiente una de las nuestras en «El Trébol» 😉

      Responder
  4. laura dice

    13 agosto, 2015 a las 11:53

    Hola!! No sé cómo finalmente he llegado hasta aquí. Me he leído unos pocos posts tuyos y la verdad que he quedado enamorada. Además me ha encantado cuando en el último post descías que te embarcabas en una aventura a buscar en NZ trabajo y que la gente te tachaba por loca…y lo que es más y eso que rozas las 40 (por lo que pones, no porque lo diga yo!)Yo ahora acabo de cumplir 31, el mes que viene si sale todo bien, vuelvo a ir a Doha, a parte de estar con mi chico, intentar buscar trabajo, porque veo que la vida se me pasa y al final la gente te juzga porque no apalancas tu culo en una estabilidad. Y entonces, cuando estoy con este come come meses y meses, leo tu blog, y no sabes cuánto me inspira y sobre todo me motiva. Muchas gracias. 😉

    Responder
    • sargantana dice

      14 agosto, 2015 a las 07:34

      Hola Laura, por poco no hemos coincidido en Doha!
      En tres semanas cumplo 40 años, y si de algo me arrepiento es de no haber salido antes de la famosa zona de confort. Una vez has dado el primer paso, después es inevitable seguir danzando por el mundo, a no ser que te entre la morriña y vuelvas a casa 😉
      A propósito de lo que comentas, el que la gente te juzga por no buscar estabilidad, justo esta tarde he leído un post muy bueno con frases estelares del tipo: «ante lo incierto es inevitable sentir temor», o «la seguridad es el traje favorito de la ignorancia».
      Te dejo el link porque es buenísimo http://www.eluniversodelosencillo.com/la-zona-de-inconfort/

      Me hubiera gustado escribirlo yo, pero el mío de ayer va en la misma línea sin ser tan bueno: http://laurasargantana.com/la-vanidad-tiene-un-precio/

      Espero que te gusten 😉
      Suerte.
      Laura.

      Responder

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