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LAURA SARGANTANA

Coach Personal y Profesional, Equipos y Liderazgo

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El lado bueno de las cosas

7 abril, 2016 / by Sargantana / 9 comentarios

Todavía me sorprendo al comprobar la capacidad de adaptación que tenemos cuando el día a día nos pone a prueba, al mismo tiempo que descubro cuán caprichoso es el ser humano. Como cuando el preso sale una hora al día de su celda para respirar aire puro, observa los rayos del sol y siente que es el momento más feliz de su vida, aquí en Cancún he aprendido a vivir intensamente los fines de semana más cortos que haya tenido nunca.

Mi marido trabaja de lunes a sábado y yo me he convertido voluntariamente en una ama de casa que a sus 40 años ha decidido estudiar una entretenidísima y fascinante carrera universitaria preparándome para un futuro laboral incierto. Y todo ello bajo la suposición por parte de mi propia madre de estar viviendo unas eternas vacaciones desde que salí de casa.

Un rincón de Tulum
Un rincón de Tulum
Un rincón de Tulum
Un rincón de Tulum

No me canso de recordar la calidad de vida que tenía en Mallorca, el mejor lugar del mundo para vivir y donde espero volver algún día cargada de experiencias. Pero de algún modo sentía que una parte de mí estaba adormecida. Teniéndolo todo seguía sintiendo un vacío que ahora, todo lo contrario, sobrepasa: era una cuestión de motivación.

A pesar de las maratonianas jornadas de estudio, gestiones interminables, otras imprevisibles y sorpresas varias, cuando se acercan las dos de la tarde del sábado (a veces son las tres o las cuatro y a veces nunca llega la hora porque se alarga la jornada laboral hasta el domingo) siento un cosquilleo en el estómago y espero en la puerta con la maleta preparada. No hay tiempo que perder. Recién cumplidos tres meses en tierras caribeñas, siento que no voy a estar el tiempo suficiente para recorrer cada rincón, ni voy a poder saborear todos los platos yucatecos ni voy a poder bañarme en todas las playas, porque si algo define no sólo la península de Yucatán sino todo el país de México, ése es el adjetivo inabarcable. Infinitamente bello, espectacularmente monumental, gastronómicamente inagotable, musicalmente eterno. ¿Quién pensaba que por tener espíritu crítico no había percibido las maravillas de esta parte del mundo?

Restos arqueológicos Tulum.
Restos arqueológicos Tulum.
Restos arqueológicos Tulum.
Restos arqueológicos Tulum.

Contando los escasos 13 fines de semana que llevo aquí, repaso las fotos generadoras de envidia que cada semana cuelgo en Instagram y leo mi vida. Son tantos y tan intensos los momentos que vivo desde que llegué que no sabría decidir con cuál me quedo. Miento. Sí sé cuál es, pero hoy no voy a desnudarme del todo. Siempre hay que guardar un momento íntimo porque, en este caso, no me pertenece sólo a mí. Por supuesto, nada sería lo mismo sin mi compañero de aventuras que cuando regresa de trabajar se deja llevar –y nunca vencer por el cansancio- y permite que le sorprenda. Nada mejor para alguien a quien le encanta organizar saraos que tener a su lado a alguien capaz de disfrutarlos.

En mi primer post desde Cancún Nido de Serpientes, Carmen me pedía que me animara a escribir algunas recomendaciones de la zona. Como presumo que la lista va a ser realmente interminable, mejor voy adelantando mis favoritos hasta el momento.

El encanto de Islas Mujeres, quizás la zona más turística de Cancún, es sin duda las aguas cristalinas con su fondo de arena coralina. Para siempre jamás quedará grabada en mi memoria el momento en que los rayos del sol dejaban ver el agua de mar más bonita que he visto nunca, y yo nací en el Mediterráneo.

Otro momento mágico, justo en mi primera semana, fue descubrir Puerto Morelos, a sólo veinte minutos de la ciudad. Un auténtico pueblo de pescadores donde es obligado pararse a dar un paseo por la playa y comer en el Merkadito. Nada sofisticado, pero el auténtico chiringuito de playa donde siempre es una lotería encontrar mesa, te atienden rápido y mal pero es garantía de comida local deliciosa a precio razonable. Por supuesto, beber una michelada o un margarita en las jarras metálicas en las que las sirven.

Puerto Morelos
Puerto Morelos

Puede que haya pecado de demasiado exhibicionismo de Punta Sam, mi refugio y mi sustento gastronómico. Justo al lado de casa es el lugar donde me reencontré con mi familia malagueña después de cuatro años y de manera totalmente casual (o causal como me recuerda Reme). Sin duda, el lugar más fotografiado como si de un santuario se tratara. Representa no sólo el valor sentimental de ser el primer lugar que visitamos nada más llegar a Cancún un domingo cinco de enero, sino que es donde me escapo cualquier día entre semana para despejarme de tanto estudio y, por qué no, de algún que otro día de tristeza. Sentarse en las sencillas sillas de plástico junto al mar, observando los pelícanos que revolotean en la costa con la Isla Mujeres al frente degustando una Negra Modelo, unos ricos camarones y la música siempre de fondo, sencillamente no tiene precio. Mis favoritos, ya se saben, Mesón Las Jaibas y los tacos de pescado o el marisco fresco del Mar Bella, un lugar secreto que sólo conocían los locales hasta que he llegado yo a contarlo públicamente. Chirlas, almejas, callo de hacha, atún marinado, camarones al tamarindo o al coco entre mis favoritos, acompañados por una Bohemia o una Indio, siempre oscura. Eso sí, ir sin prisas y a poder ser entre semana.

Almejas chocolata
Almejas chocolata
Camarones al tamarindo y camarones al coco
Camarones al tamarindo y camarones al coco

Para un sábado por la noche, todo el mundo recomienda acudir a la zona hotelera, especialmente si es época del Spring Breaker, lo que a los ingleses Magalluf, pero en plan americano. Sin embargo, demasiado aburrida o demasiado mayor para estas cosas, me apunto de vez en cuando a las cenas con el interminable repertorio musical de los Mariachi. Verles bailar El mariachi loco no tiene desperdicio, hasta que te la hacen bailar a ti, claro. Es el restaurante La Parrilla, donde sirven auténtica y sabrosa comida local y donde hay más mexicanos que turistas, que haberlos haylos. Curiosamente es una constante en esta zona encontrar turistas locales, y me gusta, porque es entonces cuando siento que de verdad estoy en México. En La Parrilla nada como unas calóricas quesadillas y los camarones a la diabla, y siempre siempre, tomar margarita en las rocas. Eso sí, cuidado con el aperitivo de totopos y salsas varias, son irresistibles.

Totopos y su salsas
Totopos y su salsas

Sin embargo, no todo es comer y beber en Cancún. La rivera maya es un espectáculo de riqueza arquitectónica, desde las preciosas ruinas de Tulum junto a la playa, a las imponentes pirámides de Chichen Itzá, el mayor asentamiento maya y los restos arqueológicos mejor conservados. Quién no puede quedar impresionado observando a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, el culto tolteca que los mayas asimilaron como Kukulkán. Mi recomendación es dormir en algunos de los alojamientos de la zona y entrar en el recinto arqueológico a primera hora de la mañana cuando todavía no han llegado los autobuses repletos de turistas. Casi siento el sonido de los jugadores en la cancha de la pelota, me imagino los ritos ejecutados en los templos y me dejo llevar por los gritos de los guerreros en la plaza de las mil columnas. No son sólo un montón de piedras antiguas, es un vestigio de una cultura asombrosa de la que poco sabemos desde Europa.

Chichén Itzá
Chichén Itzá
Chichén Itzá
Chichén Itzá

Nada mejor que un baño de cultura para reponer fuerzas en el Mesón del Marqués de la vecina Valladolid. Yo repito con mi plato favorito, los camarones a la diabla que me preparan siempre junto a la mesa con una coreografía de auténtico show-cooking. Aunque para los más valientes –y desafiando el calor- nada mejor que una especialidad yucateca, el queso relleno, un guiso de legumbres con más ingredientes de los que puedo recordar. Pero Valladolid es mucho más que buena comida. Quizás porque ha sido la primera ciudad mexicana que he visitado, para mí tiene algo especial. Probablemente por esa sensación de estar de verdad en México. Lejos del mundanal ruido, de los turistas y de la artificiosidad de Cancún, Valladolid te recuerda cómo vive la mayoría de la gente. Fundada por los españoles en 1543, ahora es una ciudad humilde, colonial, universitaria, con coloridas y alegres fachadas, la fotografiada iglesia de San Gervasio y lo mejor, ver a las mujeres mayores sentadas en los portales sobre sus taburetes, pelando la fruta que venden en la misma calle. Eso, pensé, es lo que esperaba ver aquí, cómo vive la gente de verdad, cuál es su sustento de vida, sus costumbres, sus raíces, sus tradiciones. Por no hablar del camino de vuelta a Cancún por la vía libre, ruta de cenotes y donde cada pueblo muestra su manufactura temática. De este modo pasas por el pueblo de la fruta, de la artesanía con madera, el de los bordados, el de las plantas, y así sin parar durante algunos cientos de kilómetros y llegas a casa con la compra de la semana hecha. Qué lugares tan auténticos y entrañables.

Queso relleno, especialidad yucateca
Queso relleno, especialidad yucateca
Camarones a la diabla
Camarones a la diabla

Y no por dejarlo en el último lugar es menos especial. Tulum: “arena que parece azúcar, un mar de color verde jade, brisas templadas y un sol glorioso” (Lonely Planet). Aunque suena un poco cursi, yo prefiero no añadir nada más. Restos arqueológicos, playas, snorkel, yoga, masajes, buen ambiente y cualquier cosa que lleve el sello “relájese y disfrute”. Reserva una cabaña junto a la playa y olvida todo lo demás. Para mí se ha convertido en la Formentera caribeña con su ambiente bohemio y, por qué no, hippy-chic. No se me ocurre mejor plan para recargar energías.

IMG_7666                                 IMG_7667

Aunque estuviera eternamente de vacaciones como supone mi madre, creo que jamás me acabaría este lugar y lo que le rodea. No es culpa mía que cada mañana pueda disfrutar de las maravillosas vistas de los amaneceres rosados o de los fogosos atardeceres sobre el manglar de Puerto Juárez. O que un triste lunes se convierta en un día maravilloso cuando acudo a mi refugio a almorzar porque mi nevera está vacía o sencillamente quiero salir a estirar las piernas.

Atardecer sobre el manglar
Atardecer sobre el manglar
Punta Sam
Punta Sam

O porque de repente te sorprende tu marido con que tiene tres días libres en el trabajo a razón de la Semana Santa y como una loca me debato entre las decenas de vuelos disponibles en el radio de dos horas desde Cancún, y la discusión es dramática ¿a dónde vamos? Opción local, podemos ir a Veracruz, a Mérida, a Monterrey, a Puebla o a DF (ahora Ciudad de México). Pero quizás debamos explorar algún país de Centroamérica aprovechando que estamos aquí, pero La Havana está tomada por la visita de Obama, sin embargo hay vuelos a Panamá, a San José de Costa Rica, El Salvador o Guatemala. Para ello necesito más días o me quedaré con las ganas, mejor lo reservo para otra ocasión. Pero reconozco necesitar una dosis de Western Way of Live, y me planteo entre Houston, la exótica New Orleans, Orlando o Miami. No hay duda, siempre he querido ir a Miami, Qué decir, tres días divertidísimos en un lugar del mundo donde ver para creer. Por cierto, al fin he descubierto dónde y cómo visten los adinerados árabes de Medio Oriente cuando se quitan sus pijamas. Inconfundibles al volante, a mí no me engañan.

Miami Beach                       IMG_8441

Y éste es sólo el comienzo, así que no es extraño que me entren ataques de ansiedad cada vez que se acerca el brevísimo fin de semana y aún me quedan tantos lugares por explorar. Por suerte, todo es cíclico y cada semana tiene su sábado. Sólo cuestión de buscar el lado bueno de las cosas. Feliz fin de semana.

Publicado en: Expatriados Etiquetado como: Cancún, Caribe, Costumbres, cultura, turismo, viajar, Vivir en México

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Comentarios

  1. Carmen dice

    7 abril, 2016 a las 01:29

    Apreciada Laura, esperaba un post como este, y aún espero uno que estoy segura llegará porque vives en uno enclave fantástico para el buceo…no me creo que las tortugas cercanas a Tulum, los coracles de Cozumel o el increible juego de luces que se vislumbram desde la profundidad de un cenote, donde pese a las termoclimas las aguas son tan cristalinas que crees estar buceando al aire libre…no me creo, te digo, que aun no te hayas sumergido en todos esos lugares con una botella de aire y hayas regresado a la superficie conmovida y emocionada…y si no es así, si aun no has tenido la ocasion de bucear por esos rincones y -como tu dices- por si acaso tu «a Ventura caribeña» dura menos de lo que esperabas…no dejes de hacerlo, sumergete en las profundidades de esas aguas…te reconfortaran y reconciliaran con esa tierra de ruido y caos…ya nos contaras…un abrazo desde Doha.

    Responder
    • sargantana dice

      7 abril, 2016 a las 02:32

      Créeme si te digo que aún no nos hemos estrenado y el culpable es mi amado señor esposo, para quien el agua del Caribe aún está demasiado fría para su gusto, jajajajajajajaja…
      En breve leerás el post que esperas, ¡el mes que viene empieza la temporada del tiburón-ballena! Tendré la GoPro preparada para colgar reportaje gráfico de todos los peces de colores, incluidas las tortugas 😉

      Besines.

      Responder
  2. Carmen dice

    7 abril, 2016 a las 12:46

    ohhh me encanta el post! qué ganas de ir, me lo apunto todo, aunque de momento el viaje se retrasa 🙁

    disfruta tu que puedes, un beso

    Responder
    • sargantana dice

      7 abril, 2016 a las 13:07

      Ahhhhh, tus deseos son órdenes Carmen 😉
      Pero ya te voy avisando, una semana no te va a bastar, este sitio es increíble, tengo una lista de los «must see» y madre mía, ¡no me dará la vida!
      Seguiremos investigando…

      Besos,
      Laura.

      Responder
  3. Izel Marez dice

    9 abril, 2016 a las 07:18

    Hola Laura,
    Y ya que estas casi conociendo el paraíso para que sea total tienes que probar el aguachile, plato típico de sinaloa, hecho con camaron crudo y limon, aclarando, no es ceviche…
    Y más respeto para las paletas con chile jajajajaja.. Nada de que son guarradas son parte de nuestra infancia y costumbres, te van a encantar.
    Ya decía yo que tenías buen gusto, no hay cervezas como la negra modelo y la indio…
    Y hablando de bucear tienes que probar en las cavernas donde los tiburones duermen por decirlo de alguna manera, ya que están flotando en agua con poco oxígeno lo cual es como si estuvieran drogados, eso es impresionante e inolvidable..
    Saludos

    Responder
    • sargantana dice

      9 abril, 2016 a las 13:24

      Izel, ¿el aguachile se hace también con atún y callo de hacha? Lo pido siempre en el restaurante que tengo al lado de casa y está riquísimo, pero con camarón no lo he probado. Menos mal que se come aquí mucho pescado y marisco para compensar, porque no veas cómo se van ensanchando mis caderas. Por eso decía lo de las guarradas, me juegan una mala pasada, ¡¡¡son indecentes para mi figura!!!!! Es que todo está tan rico, mmmm…
      Por cierto, lo de los tiburones en las cavernas… nunca he oído nada igual, ¿en qué zona se puede bucear con tiburones? Cuenta, cuenta…

      Un abrazo y Viva Mexico lindo 😉

      Responder
  4. Izel Marez dice

    9 abril, 2016 a las 19:48

    El aguachile se hace con camaron, aunque al callo de hacha y al atun lo quieren hacer igual, no es lo mismo, aunque si muy rico.. Te paso receta: camaron fresco, pelado l lavado con agua muy fria, agregar sal, pimienta, chile chiltepin molido, salsa guacamaya, pepino, cebolla, limon verde, comer al momento por que si lo dejas un tiempo se convierte en ceviche.
    El lugar para bucear con los tiburones dormidos es cerca de Islas Mujeres en un lugar conocido como los cuevones, no es fácil conseguir permiso pero no imposible…

    Responder
    • sargantana dice

      10 abril, 2016 a las 15:28

      Muchas gracias por la información Izel. Acabo de leer la historia del descubrimiento de la cueva de los tiburones dormidos del pescador de langostas el «Válvula». Ojalá tengamos la oportunidad de poder hacer una inmersión, debe ser algo único. A ver si lo conseguimos.
      No soy buena cocinera, pero voy a intentarlo con el aguachile, con lo buenos que están los camarones aquí 😉

      Besos,
      Laura.

      Responder

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