
Viajar es algo que a la mayoría de nosotros nos apasiona. Trasladarse de un lado a otro, la expectación por encontrarte en lugares nuevos y desconocidos, la adrenalina por haber salido de la rutina por unos días.
Hay quien, sin embargo, considera que viajar está sobrevalorado. Conozco a unos cuantos de estos que dicen sin despeinarse que todo lo que veo se encuentra en Google sin moverse del sofá, que viajar es un mero entretenimiento para las masas o que muchos sólo buscan coleccionar sellos en su pasaporte.
Conozco de primera mano a una mujer –compañera de viaje- que rechazó un vuelo sobre las cataratas Victoria en ultraligero porque si no había posibilidad de hacerse fotos -dijo- era como no haberlo hecho. Hace unos 8 años de ese momentazo que jamás olvidaré. Y sí, previo pago obtuve más de 200 fotos como recuerdo.
«Incluso se puede hacer un viaje alrededor de tu habitación. Basta con ir con la imaginación despierta y prestar atención a lo que te rodea»

Pero hay muchas otras maneras de viajar, y no siempre se ha viajado por placer. Dice el escritor suizo Alain Botton en su libro “El arte de viajar”, que incluso se puede hacer un viaje alrededor de tu habitación. Basta con ir con la imaginación despierta y prestar atención a lo que te rodea.
Y es lo que intento aplicar en mi día a día cuando siento que he vuelto a enterrarme en la rutina.
No sólo llevo viajando como una psicópata desde que me independicé económicamente hace 20 años, sino que llevo una vida nómada desde hace ya más de cinco. Una mudanza cada 8 meses de media me había convertido en una yonqui de los aeropuertos y de los saltos de un continente a otro.
«Se puede estudiar un río en el libro o salir al Ebro con botas de agua a coger peces», Javier Blasco-Zumeta, director del CEIP Ramón y Cajal de Pina de Ebro (Zaragoza)
Adrenalítica como estaba, creí caer en una profunda depresión cuando llevaba un año seguido en el mismo lugar.
Lo que sucedió después fue parte del proceso natural de todo expatriado: te vas adaptando al entorno a medida que conformas tu hogar. Y si además vives en la República Dominicana como yo, pues te acabas aplatanado.
El hecho es que escribo estas líneas cuando voy a cumplir tres años en este país. Además, los viajes ya no son tan frecuentes como cuando vivía en Europa. Apenas las vacaciones dan para tres viajes por año ¡y me quejo!
A veces me digo que me aburre estar en el mismo lugar cuando en realidad vivir en pleno Caribe me da la oportunidad única de recorrer todo el continente americano, por arriba, por abajo y por el centro. Otros días me siento metida de lleno en el día de la marmota, caminando arriba y abajo por la misma playa kilométrica repleta de palmeras junto a una agua azul turquesa digna de cualquier folleto turístico.

“Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada”, Antoine de Saint-Exupery
¿Qué carajos me pasa? Que tengo que aplicar la receta de Alain Botton: aprender a mirar mi entorno con ojos diferentes. Cambiar mi mirada sobre el mundo que me rodea.
Si tardé 38 años de mi vida en salir de mi zona de confort, ahora debo aprender lo que me ofrece un país en el que cada día cultivo algo nuevo, como la expresión “en fila y empujando” cuando saludas a alguien y le preguntas cómo está de manera genérica. O cuando llevas tiempo sin hablar con alguien y te avisa “no me eches los pies fuera, eh?”.
Así que este año, cuando ocasionalmente me canso de tomar las mismas fotos a las palmeras de siempre, me digo a mí misma que puedo ver lo que me rodea con diferentes ojos, desde otros ángulos, descubriendo cada día algo nuevo, como si fuera mi primera vez. A veces tomo un camino diferente, otras me meto en caminos inexplorados. Cambio mis rutinas y cambio mis horarios.
A veces tomo un camino diferente, otras me meto en caminos inexplorados
Como dice mi amiga Luz, “los miedos están en tu mente”. Y los psicólogos afirman que la mirada está relacionada directamente con nuestro estado de ánimo. Crees estar cansada de vivir en el mismo lugar, contando los días para tu próximo viaje cuando en realidad no has descubierto todo lo que tienes a tu alrededor.
Puedes mirar lo que los demás no miran, prestar atención a los detalles que a los demás les pasan desapercibidos. Ver tu entorno de manera diferente también depende de tu forma de entender el mundo. Amplía tus miras, tus conocimientos, preocúpate por cosas a las que nunca has prestado atención ¿qué ves?

En mi caso, por poner un ejemplo, está siendo la comida. De repente me encuentro comprando piñas y cocos, cosa que jamás había hecho antes. O a utilizar ingredientes que no conocía para mis ensaladas como las semillas de auyama. O me encuentro interesándome por las aves, aprendiendo sus nombres y a reconocerlos por su canto.
Puedes probar a hacerte preguntas sobre aquello que ves cada día sin que te hayas planteado para qué sirve, qué función tiene como me ocurre ante un colmado y un colmadón ¿pero qué diferencia hay?
Volviendo a Alain Botton, nos pasamos el día pensando a dónde ir y qué hacer. Pero pocas veces, ya sea en un viaje a miles de kilómetros o a pocos metros de la puerta de nuestro hogar, nos preguntamos qué hacemos y para qué lo hacemos. Eso explicaría porqué hay quien colecciona sellos en su pasaporte y por qué a otros los viajes lejanos o a nuestro mundo interior nos pone la vida del revés.
Deja una respuesta