
Cuando me encuentro en plena mudanza con la ropa desparramada por toda la casa y la taza de café en la mano, leo una noticia que hace que el mundo se pare y me ponga a escribir. Nada más inspirador para celebrar el día de San Jordi. Puede que esté tecleando en suelo catarí, y es que esperaba haber salido del país antes de publicar, era el plan, y debiera estar viendo amanecer un jueves 23 de abril en el Mediterráneo y no tener que preocuparme de lo que escriba o deje de escribir acerca de las extrañas cosas que suceden en Catar. Pero evidentemente, y como no podía ser de otra manera, sigo aquí, en territorio hostil, atrapada por culpa de la bur(r)ocracia. Por suerte, tengo el pasaporte en mi poder y unos billetes de avión a mi nombre rumbo a la vieja Europa en menos de 48 horas. Así que si después de este post deciden expulsarme del país, llegarán tarde.

Volviendo a la noticia del día: una azafata llega borracha a su casa y se queda dormida (según unos), inconsciente (según donde leas la noticia) en el portal de su casa. No me queda claro si permanece en estado vegetativo dentro o fuera de su lugar de residencia, y es que cada detalle cuenta por lo que conlleva la noticia en sí (leer noticia). En resumidas cuentas, el vicepresidente de la compañía aérea Qatar Airways, de nacionalidad rusa, avergüenza a su devota empleada (nada más y nada menos que nueve años en la empresa) mandando por e-mail a todos los empleados la foto de la susodicha gravemente intoxicada. Palabrita del Señor Vice Presidente, quien dice sentirse tremendamente avergonzado y trastocado por semejante actitud, cuando a mí lo que me sugiere su apellido ruso es cualquier cosa menos la abstinencia.
Lo primero que me pregunto es ¿quién escribe semejante artículo?, ¿es un encargo?, ¿por qué no se posiciona el supuesto periodista?, ¿cuál es la verdadera noticia?, de hecho ¿cuál es la verdadera naturaleza de esta noticia?, ¿por qué no dice nada a cerca de la privacidad de las personas?, ¿es bueno o malo difundir este tipo de sucesos? Avergüenza a la azafata (y quién sabe qué más), pero también da a conocer las reglas de juego del país. Y es que aquí no se andan con chiquitas.
Aunque después de trabajar 9 años en Doha para el emblema nacional casi la noticia sería que jamás se hubiera emborrachado. Pero siendo honesta con mis principios, si tanto les gusta juzgar la conducta de los expatriados, que prueben a hacer lo mismo con sus protegidos, igual se llevan alguna que otra sorpresa. Que empiecen por revisar el carrete de fotos de sus iPhones, ¿de verdad se creen que no nos damos cuenta cuando nos disparan? En la piscina no se pasan las horas tomando el sol, precisamente. Por no hablar de las borracheras que se pillan cuando se despojan de los pijamas, o de las juergas que montan los fines de semana mis propios vecinos.
Pero en el fondo, no se trata de discutir todo lo anterior, cada cual que saque sus propias conclusiones, es un tema muy manido y de difícil respuesta. Lo que me ha sugerido es ¿y cómo debemos tratarlos en nuestra casa? Muchos abogarían por el “ojo por ojo” si no fuera por nuestra educación o nuestros valores adquiridos en una sociedad democrática libre que ha aprendido, más o menos, a convivir en sociedad.

Así que me planteo todo aquello en lo que no había pensado antes de trasladarme a un país regido por la Ley Sharia donde, por ejemplo, la única iglesia existente no puede lucir ni cruz ni campanario.
Atentos: en mi centro de salud hay una cola para qatari male/non qatari male, qatari female/non qatari female. ¿Alguien se imagina qué final apocalíptico se daría en España si el Ministerio de Sanidad pusiera una máquina para coger número que distinguiera entre: hombres y mujeres, españoles e inmigrantes? Y si hay quien distingue colas por sexo y nacionalidad, me pregunto porqué no iba nadie a poder opinar al respecto.
Otro ejemplo más: del mismo modo que las mujeres expatriadas no pueden enseñar los hombros, brazos y piernas, me pregunto si en Europa se podría prohibir el uso del velo integral sin que parezca una ofensa, aunque sólo sea por seguridad nacional.
¿Cuál es la vara de medir?
Si todas estas circunstancias se dieran en nuestro país de origen o en cualquier país europeo con dos dedos de frente, no sólo se nos tacharía de islamofóbicos y racistas (que ya lo hacen) sino que nos traicionaríamos a nosotros mismos y a nuestros valores, echaríamos por tierra siglos de lucha en favor de la libertad, la sangre derramada durante la Revolución Francesa que acabó con el feudalismo y con el antiguo régimen monárquico en 1798 y el trabajo de ilustres pensadores como Montesquieu. No, de ninguna manera nos podemos permitir dar un paso atrás.

Este país, y su capital, Doha, son una compleja paradoja.
Contexto: las ciudades del siglo XXI aspiran a poner su nombre en el mapa político y económico mundial, es lo que se llaman ciudades globales. Pero estas ciudades que controlan el destino de la humanidad son poderosas metrópolis como Londres, Nueva York o Tokyo, que se lo han ganado por derecho propio. A lo más que puede aspirar Doha es a cambiar su jerarquía en el mapa en relación a los parámetros necesarios para colarse en la lista de ciudades influyentes como han hecho recientemente Shangai o Singapur: éxito económico, social, cultural o tecnológico.
Y a 48 horas de abandonar el país, inshallah, hallo algunas respuestas al empeño que pone Catar en todo lo que hace para convertirse en un país competitivo: Doha ha puesto toda la carne en el asador en el flujo aéreo internacional, y Qatar expensive Airways es el ejemplo de cómo poner una ciudad en el mapa global. O la obsesión por celebrar los mayores eventos deportivos como el Mundial de Fútbol en el 2022, la ocurrencia de montar cuatro líneas de metro al mismo tiempo, la construcción de museos y centros culturales mastodónticos o, jugar a ser modernos. Por supuesto, hay ciudades que tras celebrar unos Juegos Olímpicos han sabido rentabilizar la inversión y salir victoriosas, caso de Barcelona o Sydney.
Pero hay dos variables que hacen difícil, en mi opinión, que Doha se convierta algún día en una ciudad global. Por un lado porque no da la impresión de que haya una privatización del sector público de verdad, si acaso «real» en sentido monárquico. El régimen político y económico de este país parece que complica la confianza de los inversores extranjeros, por lo que el flujo económico es más bien unidireccional. Pero no soy economista, y son conclusiones a las que llego sólo a través del sentido común.
En segundo lugar, considero que Doha está en una posición jerárquica mundial algo frágil, puede que volátil, pues hay un factor importante que los especialistas en la materia afirman que no se puede comprar con dinero. Para que una ciudad sea considerada global o globalizada no basta con haber desarrollado o regenerado un paisaje urbano de manera exponencial en los últimos años como hizo Barcelona. La estructura social y la mentalidad de la población tienen que evolucionar al mismo ritmo. La ciudad debe ser receptiva a los cambios, a los impactos que llegan desde el exterior a través, por ejemplo, de los inmigrantes o simplemente abiertos a las formas de vida alternativa que posibiliten un cambio en la sociedad.
Porque el desarrollo económico del petroboom y la sostenibilidad de una ciudad sin implicación social está volcada al fracaso, y su flamante paisaje urbano queda como un simple decorado de cartón-piedra.
De ahí mi conmoción al leer que una empleada de Qatar Airways se haya emborrachado, qué desfachatez.
Ciudades creativas: talento, tolerancia y tecnología + implicación social «open mind»
Feliç dia de Sant Jordi!!!!
I on és la meva rosa??? 😉
Feliç sant Jordi!!
Estic molt d’acord amb tot el que has escrit, la sensacions que tinc com a expat son dos, la primera es que quina pena, perque viuen mirant en fora buscant adulació, premis i portant convencions internacionals a Doha, pero no es paren a mirar dins de la seva «societat», que es el que els conferenciants i asistents veuen al passar per aqui. La realitat surt a la llum i clarament els perjudica.
Segona, que per molt que ells creguin els diners no ho poden tot, no poden comprar que la gent no vulgui marxar, en canvi si podrien preguntar-se els motius i avançar. Doha no es una ciutat dormitori, es una ciutat on fer una escala cap el teu futur.
ptoons
Sandra, veig que t´ha inspirat el dia de Sant Jordi!!!
M’encanta la teva reflexió. I saps que la valoro molt perquè, precisament tu, treballes amb elles cada dia colze a colze (encara que el teu colze treballi més que el seu). Però sé que parles per la teva experiència en primera persona.
Jo sempre penso en una cosa: què pots esperar dels nens que ho tenen tot des de que neixen? No podem esperar res si no hi ha una cultura de l’esforç ni el concepte del que costen les coses. El problema és de base, és cultural i educacional. I si no es plantegen res és perquè precisament no surten de la seva bombolla de vidre.
Has vist la peli Wall-e??? els humans són feliços vivint en una nau espacial lluny de la terra (perquè l’han destruida), però a canvi no poden tenir opinions ni poden pensar ni actuar. Talment!!!!!
Una abraçada i fins sempre guapa, ja saps on trobar-me!!!!
Querida Laura,
Un expatriado muy sabio me dijo una vez mientras pescabamos en la Bahia de Doha: No intentes entenderlos, y mucho menos cambiarlos! Aqui no se puede comprar casa, todos los papeles se renuevan todos los anyos y hasta para comprarse un coche hay que pedir permiso. El pais entero esta pensado para que te puedas marchar en menos de un mes y no te dejes nada aqui».
De uno que fuera expatriado en Qatar a una que dejara de serlo muy pronto: No intentes entenderlos y mucho menos cambiarlos, en un mes no quedara nada de ti en Doha.
Saludos desde la soleada California, Diego.
Diego, una cosa aprendí en clase de historia: hay sociedades que viven en un discurso mítico, aquel en el que todo es por obra y gracia del Señor, mientras otras vivimos en el discurso lógico de la razón. Fin.
Un abrazo, ahora desde mis últimas horas en el Golfo.
Laura.
«… el vicepresidente de la compañía aérea Qatar Airways, de nacionalidad rusa»…rusa???
No he comprobado su pasaporte, pero todos los medios (y los indicios) apuntan que sí, de Rusia, Rusia…