
Las primeras impresiones de una española recién aterrizada en República Dominicana seguramente no distan mucho de las de cualquier otra persona: alegría, música, calor, ron y ritmo caribeño. Descripciones muy manidas a las que yo añadiría: hay muchos españoles –incluso alto número de mallorquines- lo cual es fantástico porque automáticamente tienes la guía de los mejores restaurantes de la zona siguiendo la costumbre de comer bien, además de disfrutar de la generosidad que nos caracteriza cuando estamos fuera de casa. No es para nada como me lo había imaginado, y la cálida –por afectuosa- bienvenida me hace pensar que voy a estar muy, pero que muy bien aquí. Posiblemente la frase más repetida estos días ante mi frenética vida de trotamundos ha sido: creo que he venido para quedarme una larga temporada. Al fin y al cabo, todos los aquí presentes llegaron por unas semanas, meses o un año y aquí se instalaron. El por qué, está aún por descubrir.

Sin embargo no se trata de idealizar este lugar ni presuponer que no me voy a decepcionar. Para empezar porque mi campo base es Bávaro, poco o nada representativo del país. Uno de los lugares más explotados turísticamentente hablando, sin duda. Por ello será difícil entender el funcionamiento de la isla y conocer su gente y su cultura como querría. Pero como ya ocurriera en Cancún, nadie es de aquí pero todos venimos de alguna parte, así que lo más apasionante será mi particular disección antropológica social, desde los humildes pero resabiados trabajadores a los usuarios de los hoteles “todo incluido”, quienes me entretienen la mayor parte del día.

Como no podía ser de otra manera en este mundo globalizado, la isla de La Española está perfectamente polarizada. Haití y República Dominicana comparten territorio, pero no podrían ser más diferentes. La herencia colonial francesa y la mala gestión de sus gobernantes (enlace) dejaron a la densa población haitiana –más de diez millones- sin recursos naturales para su supervivencia y con menor Índice de Desarrollo Humano (IDH) de América y uno de los más bajos del mundo según los expertos. Un 54% de los haitianos viven en extrema pobreza, lo cual repercute directamente en la República Dominicana, país que -sin tener mejores gobernantes- sí supieron preservar su naturaleza por lo que no sólo gozan de numerosos Parques Nacionales que espero hagan mis delicias de fin de semana, sino de las ventajas de ser el país caribeño que más turistas recibe del mundo.

Disponer de ventajas a nivel de infraestructuras y comunicaciones permite a la población disfrutar de un IDH alto situándose en la posición 101 a escala mundial. La isla está tan polarizada que muchos haitianos cruzan la frontera en busca de trabajo y de una vida mejor, aunque no por ello puede obviarse que la sociedad dominicana también está estructurada. Un alto índice de desarrollo humano no significa que la riqueza esté bien repartida, pues hasta un 20% de la población vive con menos de dos dólares al día (mapa). Basta acudir a un torneo de golf para darse cuenta que hay una clase adinerada muy numerosa que gobierna el país, ya sea desde las instituciones públicas como privadas. Nada nuevo si echamos la vista atrás y pensamos que hasta los antiguos egipcios, incluso la cultura maya, tenían sus propias pirámides sociales: los hijos de los Dioses gobernando su imperio para mantener el orden cósmico y recaudando impuestos, los sumos sacerdotes como líderes espirituales, nobles, jefes militares y altos funcionarios que gozaban de jugosos privilegios, guerreros, comerciantes, escribientes y otros oficios especializados, campesinos y artesanos, y en el último escalafón social, los esclavos. No suena tan lejano.

En el ámbito profesional es muy habitual negar que haya que adaptarse al medio cuanto antes, pues adaptarse significa bajar el estándar de valores y de calidad. Lo que a priori puede sonar clasista e incluso como un síntoma de desprecio ante lo ajeno, tiene cierta lógica desde el prisma de profesionales que llevan años trabajando en este país: es fácil para muchos expatriados dejarse llevar por el ritmo pausado, relajado, donde el tiempo carece de perspectiva lineal. Sin embargo, las empresas exigen beneficios como en cualquier otro lugar del mundo, se esperan resultados, y bajar la guardia con el pretexto de adaptarse al entorno no es sano ni para una empresa competitiva ni para la integridad de los valores con los que en cada cultura hemos sido tradicionalmente educados. Además, advierten algunos desplazados, hay muchos dominicanos muy trabajadores y bien preparados que ya no entienden por qué un grupo de españoles tiene que llegar siempre tarde a las reuniones. Más aún, carecería de sentido la llegada masiva de españoles pudiendo ellos hacer el mismo trabajo si se bajaran los estándares para los cuales han sido contratados. Es una de las dicotomías a las que uno se enfrenta cuando llega a una cultura diferente a la suya. Quién determina lo que está bien y lo que está mal, o qué ocurre cuando los valores locales chocan con los propios.

Un ejemplo muy simplón –y tema de debate en casa- es el tema de la conducción. En los quince días que llevo instalada ya he podido corroborar todo lo que me habían contado respecto a la manera de conducir, aún más temeraria que en Cancún: es habitual ver motocicletas o motoconchos -como se conocen aquí- en las autopistas en sentido contrario, peatones caminando por los arcenes, y como ocurriera ya en Catar, transeúntes cruzando los dos carriles y la mediana sin ningún temor. Peor aún, tienen la curiosa costumbre de circular con las largas puestas, y las rotondas siempre se toman por el camino más corto, por lo que es muy posible que al incorporarse a una glorieta te encuentres de frente con un camión o un ciclomotor con tres ocupantes y la casa a cuestas. La teoría expuesta se aplica en este caso ¿adaptarse o morir? Yo me resisto a adaptarme a esta manera de conducir, me niego a poner las largas y a atajar en las rotondas, sin embargo es una discusión constante cuando el que maneja es mi marido. Alguien me dijo que era una cuestión de ausencia de sentido del riesgo, y sin duda me lo creo. Las emociones humanas como la alegría o el miedo son universales, pero nadie dijo qué es lo que motiva el temor.

Sucede lo mismo cuando confundimos calidad de vida y bienestar personal. La calidad de vida lo determinan variables objetivas y cuantificables en relación a las necesidades básicas como por ejemplo la sanidad, la educación o un nivel económico digno para vivir, mientras que el bienestar personal es subjetivo y responde a una satisfacción -a corto o a largo plazo- o un estado de ánimo satisfactorio que puede tener un componente genético además de elementos socioculturales; es decir, es posible que personas con poca calidad de vida puedan ser muy felices y al contrario, personas con mucha calidad de vida sean muy desdichadas. Simplificando mucho la teoría, la sensación que tengo aquí es la de muchos países considerados subdesarrollados donde, a pesar de las dificultades, la sociedad parece ser mucho más feliz que en muchos de los llamados “Primer Mundo”. Es la paradoja de la felicidad. Porque la satisfacción también se mide a través del Happy Planet Index (HPI), la percepción que tiene la población de su felicidad desde un punto de vista del desarrollo, bienestar personal y ambiental. República Dominicana goza de buena salud pues aparece en el puesto 45 de 140 países analizados, donde México ocupa la segunda posición, España el puesto 15, Nueva Zelanda el 38 y Catar no sabe/no contesta.
Además, aprecio muchas más similitudes entre dominicanos y españoles de las que pude encontrar en México, especialmente en su sentido del humor. Son especialmente ocurrentes, muy ágiles mentalmente y lo que más aprecio -aunque tengan mil y un defectos- es que siempre sonríen, son amables y su tono meloso me encandila. Me río cuando dicen que los españoles soplamos mucho, o que nuestras frases contienen demasiadas “eses”, del mismo modo que se ríen ellos cuando les explico que un “calentón” no es precisamente ponerse a sudar por un golpe de calor. Eso sí, ellos nunca se equivocan, la respuesta ante una queja es siempre “ay mi doña, es que no me lo especificaron bien”, ante lo cual acabo, cómo no, resoplando. Por no hablar de su tendencia a agradar y la sexualidad que se respira constantemente, ellos hacia ellas, ellas para con ellos y ellos y ellas para con los extranjeros, es latente y parece ser que muy natural. Con frases del tipo “ahora que ha llegado Usted me siento mucho mejor” te quedas pensando que al menos has hecho feliz a alguien con lo que el cupo de buenas acciones queda cubierta durante 24 horas.

Sé que me queda todo un mundo por descubrir, que hay un lado oscuro de injusticias e impunidad como en otros tantos lugares, y que aprenderé rápido a “resolver” pues a día de hoy me siento indefensa ante un nuevo lenguaje que todavía no comprendo, aunque gracias a mi experiencia previa en México ya no me sorprende tanto.
Así que como dijo el filósofo empirista inglés Francis Bacon hace casi 500 años, los viajes en los jóvenes son parte de la educación; en los mayores es parte de la experiencia.
Soy una española que vive en Barahona y te animo a visitar el «sur profundo», para conocer mejor la realidad del país 🙂 Como bien dices, Bávaro…es otra cosa, si bien, creo que has sabido captar muchas cosas de la esencia Dominicana, pero Bávaro, Punta Cana..no son su realidad.
Hola Patricia, soy muy consciente de estar en una «burbuja de cristal», por ello me muero de ganas por empezar a recorrer el país. Apenas llevo dos semanas pero espero poder pasar una temporada y disfrutar de todo lo que ofrece la isla, lo bueno y lo menos bueno, porque se aprende más de los segundo que de lo primero.
Gracias por compartir 😉
Un abrazo,
Laura.
Un abrazo y te esperamos en el sur!!
Ahí estaremos 😉
En Dominicana! Vaya suerte y como dicen por ahí, la primera impresión es la que cuenta, parece que la tuya ha empezado bien. Me ha gustado lo de ellos hacia ellas, ellas con ellos y todos a por los expats jajajjajajajajaj los acentos y vocabulario autóctono seguro se contagian rápido entre sonrisas y halagos todos los días.
Leer esta entrada fue como darme un baño de playa en tierras caribeñas. ☀️
La verdad es que jamás entró en mis planes pasar por Dominicana, en absoluto, pero así es la vida, en las múltiples opciones que surgen de repente se cruza por tu camino un destino con el que no contabas. Debo reconocer que sí, me siento muy afortunada por estar teniendo la oportunidad de conocer una cultura tan especial. Desde el primer momento me ha cautivado, tiene mucha alma, aunque también es cierto que hay otras muchas cosas que no me agradan. Vamos a ver con el tiempo cómo me adapto y cuánto soy capaz de aprender, al fin y al cabo esta es la salsa de la vida ¡ponerse nuevos retos todos los días!
Una vez más, fuera prejuicios y a disfrutar el momento 😉
Besos,
Laura.
Qué bonitas las fotos, y qué buen rollo desprende esta entrada, a lo mejor es verdad y te quedas mas de lo previsto; A mi me ha encantado lo del calenton jajajajaja buena cosa les has ensenado
Y muy acertado lo que dices de la capacidad de ser felices a pesar de sufrir ciertas carencias en paises menos desarrollados, al contrario de lo que suele pasar en paises desarrollados, y es que los del «primer mundo» parece que hemos entrado en un bucle de estar siempre estresados hasta el punto que muchas veces ni nos damos cuenta de la suerte que tenemos con todos los privilegios de que disfrutamos. Mucho tenemos que evolucionar en ese aspecto, pero simplificando la cuestion va a resultar ser cierto eso de que el dinero no da la felicidad… complicado encontrar el equilibrio, pero yo creo con la experiencia que vas acumulando en cada destino podrias escribir una tesis 🙂
Disfruta mucho de la nueva vida dominicana, besos
Espero poder pronto colgar mis propias fotos. De momento tengo mi aplicación favorita «MyMaps» llena de itinerarios pendientes. Ahora sólo espero que lleguen las vacaciones y tener tiempo libre para visitar todos estos maravillosos lugares. Mi ignorancia respecto a Dominicana tiene una gran ventaja: no sabía que la isla era tan bonita. Pensamos siempre en sol y playa y resulta que hay todo un mundo por descubrir. Creo que me entiendes, viviste algo así en Mallorca ¿verdad? Hay mundo más allá de la costa, aunque no voy a negarlo, las playas de arena blanca a la sombra de una cocotero es lo más cerca que voy a estar nunca del paraíso 😉
No me des ideas ¡¡¡que me falta tiempo!!!!! pero sí, es un tema muy interesante sobre el cual me gusta reflexionar: cómo los países menos desarrollados suelen tener una percepción de la felicidad mayor que los países del Primer Mundo. A priori la respuesta es muy sencilla, pues el mundo y la historia se miden desde el parámetro económico y tecnológico. Cuando basemos el bienestar en nosotros, en nuestro desarrollo personal, en nuestras relaciones interpersonales y en las buenas intenciones, seguro que todos viviremos un poco mejor, creo que es una cuestión de perspectiva y de prioridades. Parece ser que la era de la tecnología está reñida con las emociones, algo estamos haciendo mal…
Ya sabes, en cuento pueda, tendrás tu guía de viaje 😉
Bss.
Pero bueno!!!!!!
Tú cuándo piensas terminar tus vacaciones??????
De todas formas, si tu marido ya maneja, aunque tú todavía conduzcas, es que os estáis integrando.
A seguir aprendiendo, que nos gusta leerte. (Que por cierto, a ratos tengo la sensación de ser un infiltrado entre mujeres)
Muy buena apreciación, yo diría que quien más rápido se ha integrado es mi marido, sin duda. El ya no quita las largas y ataja en las rotondas mientras yo aún conduzco como me enseñaron 😉
Todos somos infiltrados en las vidas de los demás, especialmente en la era cibernética ¡más que nunca!
Y espera a que me tome un par de semanas de vacaciones en breve, para entonces tendré un montón de cosas que contar ¡seguro!
Por cierto, ¿qué tal la temporada de verano? ¿mucho trabajo? Queda pendiente la visita 😉