
Hoy es otro de esos días que me inspiran para escribir. Cuando creía que había llegado el momento de poner punto y final a este coleccionable de historias varias, leo en Twitter: «Retratos de la Vida ¡un blog que inspira! Buenas reflexiones a través de viajes y experiencias». Gracias al Tweet de Sonia hoy me encuentro en nueva fase creativa, ¡significa que estoy viva!
Y hablando de experiencias, mucho he reflexionado estas últimas semanas sobre la necesidad de tomar distancia y cierta perspectiva de las cosas para poder relativizar sobre lo que nos afecta o incomoda. Como dice mi marido -quien como buen ingeniero es de lo más práctico- todo es cuestión de expectativas.
Aunque mi cultura y mi educación hayan conformado mi manera de ser y de hacer las cosas, es fácil -y un ejercicio muy saludable- aprender a relativizar. Todo es proponérselo. Es cierto que mi mayor inquietud ha sido encontrar un hogar donde empezar de cero, rodeada de mis cosas, donde pueda estrenar una nueva atmósfera, ese espacio vital en el que mi marido y yo nos sintamos seguros y cómodos para compartir el poco tiempo que tenemos para estar juntos. Hoy empiezo a relajarme para empezar a disfrutar, incluso algunos días consigo no perderme en la caótica trama urbana, comienzo a entender las reglas no escritas de una sociedad multicultural donde los autóctonos se sienten invadidos en su propia casa. En cierto modo los entiendo, veo a los yucatecos como a los mallorquines antes de la invasión turística de los años 70 y del posterior asedio alemán durante los años 90. Son una minoría que han pasado de la vida rural al desarrollo urbanístico y turístico en menos de 40 años ¿cómo no iba a ser capaz de empatizar?
Como digo en la presentación de este blog, empecé a escribir por higiene mental al salir de la famosa (y ya cansina) zona de confort que te desnuda el alma y permite sacar lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Pues bien, no sólo escribir, sino el yoga y la meditación me están ayudando a superar los obstáculos y algunos miedos que se interponen en mi camino. Aunque sigue aburriéndome mortalmente la clase de yoga, he de reconocer que he conseguido sentir esa conexión de la que tanto hablan los yoguis y que creía era una simple leyenda urbana para hacerse los alternativos, ese vínculo conmigo misma, con mis peleas internas, con mis miedos y mis preocupaciones. Cuando termino la clase, me despierto de una especie de trance que me ha tenido ausente del espacio físico en una lucha íntima en la que siempre salgo ganando, porque esa paz de la que hablan parece ser que existe, y me ayuda a resolver conflictos no resueltos. Algo así como una sesión de psicoanálisis freudiana pero menos doloroso.
Me decía mi amiga ciberespacial de aventuras Flora que llorar por puro desahogo es sano. Somos fuertes pero no de piedra, me escribía, es absolutamente normal explayarse y lo extraño sería que con esta vida nómada que llevamos no nos pasara de vez en cuando. Hay quien, en este mundo competitivo y tan esclavo de nuestra propia imagen, jamás se atreva a mostrar sus propias debilidades, como si una muestra de sincera honestitad fuera una demostración inequívoca de imperfección. No es mi caso, aquí escupo lo que siento por dentro y me quedo tan a gusto que a veces tengo que contar las palabras para no cansar al lector.
Quizás la frustración que siento por momentos en esta aventura caribeña sea debida a la inevitable y dolorosa comparación que hago sistemáticamente con Nueva Zelanda. Puede que no fuera el lugar más divertido del mundo, pero sí el más hermoso y el más sano de los que he conocido. Me enamoró su orden, o me sedujo como una adicta que se engancha al crack. Su simplicidad, su belleza, la modestia, la vida sin pretensiones, la educación, el civismo. Quizás por estas razones haya quien aborrezca vivir en un lugar así, pero a mí me llevó a conectarme con la naturaleza, incluso a creer que otro mundo es posible. Sin embargo, veo en Cancún los mismos desaciertos que veo en que el resto del planeta, la misma especulación urbanística, más corrupción si cabe, y mayor brecha entre ricos y pobres, y ¿por qué iba a ser diferente aquí? Vuelve ser un tema de expectativas. Como cuando salí de Mallorca, mi isla mágica, no fui en busca de algo mejor, sencillamente buscaba algo diferente. Y lo encuentro en cada uno de los rincones del planeta que tengo la oportunidad de conocer. Cancún tampoco deja indiferente.
Como me dice mi profesor de yoga, se puede vivir con menos, tener una vida sencilla en bienes materiales y más rica en experiencias vitales. La mayoría de la gente se preocupa por cosas que no tienen tanta importancia, y en cambio no se esfuerzan en disfrutar su propia vida, pensando siempre en el que dirán y en conseguir una casa y un coche más grande. A mis cuarenta años, le digo, siento que media vida me ha pasado, y aunque sin duda la he disfrutado, siento que le he dado la vuelta a todo y he descubierto otras formas de estar y de convivir que me hacen más feliz.
Cuando me preguntan de manera recurrente cómo lo hago para adaptarme de un lugar a otro en tan poco tiempo, siempre repito la misma teoría: esta montaña rusa de emociones es el motor que me impulsa para pasar a la acción. No es un camino llano y recto, todo lo contrario, es una carrera de obstáculos sólo apto para valientes que ven en el recorrido la oportunidad de un aprendizaje diario. Es cierto que algunos días te preguntas cómo has llegado hasta aquí, o por qué te has empeñado en hacer un triatlón mental, pero la mayoría de los días te regalan humildes satisfacciones que te provocan una sensación de plenitud máxima. Es el placer de las pequeñas cosas.
Es una cuestión de expectativas, me repito una y otra vez, y ahora sí, mis expectativas están puestas en seguir este camino, salir del rebaño que la mayoría sigue sin saber muy bien hacia dónde va, el mismo que opina sin preguntar. Como decía Descartes, sólo se equivoca el que afirma y juzga sin saber. Cada uno de nosotros es responsable de sus éxitos y también de sus fracasos, viviendo su propia vida, no la vida de los demás. Mejor seguir mirando hacia delante antes que contentar a los que querrían verte fracasar. A quién no le ha perturbado alguna vez el qué dirán. A todos nos ha atemorizado el momento clave en el que te encuentras al borde de la piscina pensando «me tiro, no me tiro, me tiro, no me tiro» mientras las manecillas del reloj avanzan sin esperar. «Nobody said it was easy. But if you don’t try, you will never know«.
Siguiendo con las siempre sabias palabras de mi amiga Flora, la vida de nómada está sobrevalorada, pero nos da la felicidad.
Genial post cosmic, as allways. A menudo la vista de los árboles nos impiden disfrutar del bosque. Cosmic kisses
Sí, sí, hay momentos en los que se nos olvida levantar la vista y no sabemos dónde estamos ni a qué hemos venido. La adaptación ha sido más dura de lo previsto, jajajajaja… El Caribe no es como lo pintan, quizás seas mejor, ya te contaré 😉
Cosmic kisses my dear Rachel,
xx
Hola Laura,
Aunque no hay mucho que agregar, yo tambien creo que Casi todo depende de las expectativas (tambien soy ingeniero, mente cuadrada dijera Jm, mi esposo, ya que lo practico, rapido NO siempre es lo mas bello…) tambien hay que agregar «Actitud» a lo que vaya pasando, al dia a dia, a disfrutar de lo malo y de lo bueno, a reirse siempre: sufras, duela, etc.
En adaptarse esta el exito, el vivir tranquilo, y la tranquilidad es una forma de felicidad, aunque no todo sea perfecto, ya que como siempre digo «vivimos como podemos y no como queremos’ aunque nunca hay que dejar de luchar por conseguirlo.
Y eso de a donde fueres has lo que vieres.. solo en parte tiene razon, lo importante es actuar de acuerdo a tus principios y creencias, sean las que sean. Y hay que tratar de ser diferentes por que todos somos iguales.
Un abrazo
Totalmente de acuerdo, la actitud es lo más importante para afrontar todos las adversidades. Es curioso que lo que nos hace sufrir sea al mismo tiempo lo que nos impulsa a continuar. Creo que me he vuelto adicta a los cambios 😉
Si el camino fuera fácil, las mentes inquietas nos aburriríamos ¿no crees?
Sin duda estoy viviendo una experiencia única, y no la voy a desaprovechar.
¡Viva México lindo!
Estic d’acord amb el tuit, tu ens inspires!
M’encanta que siguis tan franca i que plasmis cada pensament, es genial! Aixi sembla que ho estiguem vivint amb vosaltres, els canvis, la 1a mordida… Jajaja
No es dolent reflexionar i veure com ha canviat tot en 1 mes o 1 any, crec que parar el mon i fer-ho t’ajuda a situar-te, veure cap a on vas i seguir endavant.
I tu siusplau no et paris! Jejeje 😉
Petons x2
Gràcies Sandra, ja saps que escriure és la millor eina per fer una mica d’higiene mental 😉
El millor que ens ha pogut passar és poder compartir les nostres vivències malgrat la distància. Com tu ja saps, la vida que tenim és la que hem triat, però això no lleva que hi hagi moments difícils, qui no els té? una altra cosa és tenir por a treure el que ens preocupa, a mí em sembla un exercici sanissim vomitar-ho tot perquè després ho relativitzes.
Si no m’equicovo m’escrius de d’un paradís al cor del continent negre, quina enveja!!!!!
Petons als dos i a gaudir!!!!
Laura.
M’identifico amb el vostre estil de vida.
Tambe per sobre dels 40 pero sempre amb intencio de volar lliure cap a on el meu instint em porti.
Tambe enginyer, pero mes que aixo, algu amb ganes de tenir una vida diferent, de coneixer altres cultures, altres persones. Fa mes d’un any que vaig aterrar a Doha. Aviat probablement hi haura una altra cami.
M’agrada aquest blog.
I em motiva.
Please, dont’t give up.
Moltes gràcies!
Com veus, som molts els que emprenem (i gaudim) d’aquest viatge a Itaca. Compartir experiències ens fa sentir que estem menys sols i no tan bojos. Pot ser que els «raros» siguin els «altres», però no ho diu tothom 😉
A mi també em motiva llegir els vostres comentaris, non stop!
Salut!
Laura.