
«Por qué a él con tanto cabrón que anda suelto», decía quien acababa de enviudar en la habitación del hospital donde yacía su marido. Por qué la muerte es tan caprichosa y nos parece tan injusta. Por qué hay quien no hace nada por vivir y sigue respirando y quien se aferra a la vida como si no hubiera un mañana y de pronto se le escapa.
Nuestra tradición cristiana vive la muerte como algo doloroso y trágico por lo que hay que sufrir. Envidio esas culturas en las que el color blanco sustituye al negro en la simbología de la muerte y los bailes y la fiesta reemplazan los llantos, tan seguros de que nos espera una vida mejor.
Hay quien piensa en la muerte como la desdicha de quien no ha tenido la oportunidad de disfrutar de todos los procesos vitales de todo ser adulto, mientras que otros muchos piensan que el dolor no es para quien se va sino para el que se queda, para la pareja que se queda sola o los hijos que no podrán sustituir a un padre o una madre. O peor aún, para aquellos padres que ven como sus hijos los dejan inexplicablemente y contra natura antes que ellos.
Mi primer contacto con la muerte fue con la de mi padre, quien no pareció entender que tras la jubilación tenía derecho a disfrutar de su merecido tiempo libre y de su familia. Sin embargo, mi mayor dolor no fue perder a un padre sino ver a mi madre no soportar la soledad y el vacío que dejó la persona con la que había compartido la mayor parte de su existencia. Cómo aprender a vivir pasados los 60, sola. Tengo el 50 por ciento de posibilidades de que me toque a mí pasar por la misma situación y sólo pensarlo me desgarra el alma.
El segundo impacto fue cuando la menor de doce hermanos, mi tía más joven y quien había sido como una segunda madre para mí, fallecía víctima de un cáncer galopante. Una vez más piensas en cómo de aleatoria es la muerte.
Más que la pérdida de un ser querido me quedo siempre impactada por cómo afecta la muerte a su entorno. Una vez más me conmocionó mi propia madre cuando comprendí que a todo el dolor de la pérdida de tus seres queridos se suma el tic-tac del reloj que anuncia tu propia muerte. Algo en lo que no piensas cuando eres joven pero que te acecha cuando los de tu quinta van cayendo uno tras otro y te quedas preguntándote quién será el siguiente.
Y los siguientes golpes en mi vida han sido en menos de 4 meses, dos impactos durísimos. La última noche del año compartía copas con un miembro de mi nueva familia en Dominicana. Amaba la vida como nadie, era imposible no quererle aunque apenas nos habíamos visto una docena de veces si llega. Sufría por ver a su hija crecer, tan adolescente y tan bella. Nos reíamos y bromeábamos, fumábamos y bebíamos, bailaba y bailaba con su mujer como si hubiera nacido en estas tierras tan musicales y tan caribeñas.
Una tarde salió a trabajar y no regresó nunca más. Una vez más, el caprichoso destino nos dejó a todos sin la oportunidad de despedirnos, sin poder brindar con su ron favorito. Nos dejó a todos pensando que nos podría haber sucedido a nosotros. Piensas en lo injusta que es la vida, como decía su mujer una y otra vez en su funeral. Con la cantidad de gente que destroza su vida y parece tentar a su suerte cual ruleta rusa y nunca les toca.
La noche por ser triste carece de fronteras.
Su sombra en rebelión como la espuma,
rompe los muros débiles
avergonzados de blancura;
noche que no puede ser otra cosa sino noche.
Acaso los amantes acuchillan estrellas,
acaso la aventura apague una tristeza.
Mas tú, noche, impulsada por deseos
hasta la palidez del agua,
aguardas siempre en pie quién sabe a cuáles ruiseñores.
Más allá se estremecen los abismos
poblados de serpientes entre pluma,
cabecera de enfermos
no mirando otra cosa que la noche
mientras cierran el aire entre los labios.
La noche, la noche deslumbrante,
que junto a las esquinas retuerce sus caderas,
aguardando, quién sabe,
como yo, como todos.
Luis Cernuda.
Y hace unas horas, cuando escribo estas líneas, recibo la notificación de la pérdida de Pablo. Una pesadilla, me dice su hermana Irene. Nos conocimos hace 6 años. Nuestro primer encuentro fue en el camión en el que, desde Nairobi y en plenas Navidades, íbamos a pasar 12 días recorriendo la sabana africana a través de Kenia y Tanzania.
Fueron doces días de risas y lágrimas. Risas por la conexión y complicidad que hubo entre todos nosotros desde el minuto uno. Todo el grupo se autodemoninó “familia” donde las chicas éramos primas las unas de las otras y la matriarca malagueña y madre de Pablo fue (y sigue siendo) nuestra tía Reme. Siempre se lo dije a mi prima Irene, “sois la familia que siempre quise tener”.
Por otro lado, todos apoyamos y consolamos a esta familia unida por el dolor de la entonces reciente pérdida del menor, Jose, quien había fallecido tras una larga enfermedad siendo aún un joven de apenas 22 años. La fuerza, el coraje y el amor de esta familia me atraparon para siempre.
Por entonces, Pablo sólo contaba con 17 años. Tímido, tranquilo, deportista, amante de la naturaleza y tan lleno de vida. No desentonaba entre esa gran familia que recorrió tantos kilómetros llenándonos de polvo y aventuras por el camino. Muchas veces pensé cómo un chaval de su edad podía disfrutar de un viaje familiar con una panda de desconocidos, pero siempre lo vi feliz con su eterna y sosegada sonrisa en los labios.
El destino quiso que nos volviéramos a encontrar hace un año. Yo acababa de mudarme a México después de haber dado muchos tumbos por los cinco continentes. Apenas llevaba cuatro días en Cancún, no conocía a nadie ni conocía el que iba a ser mi nuevo hogar cuando Irene me escribió una noche porque había visto una foto mía en Facebook ¡ellos estaban en Cancún apurando su último día de vacaciones!
Curiosamente se alojaban donde yo había estado el día anterior. Habíamos dado la vuelta al mundo y tras cinco años el reencuentro fue mágico. Todo seguía exactamente igual como lo dejamos la última vez, solamente se había añadido un miembro más a la familia, el sobrino de Pablo.
Me atreví a preguntarle a mi tía Reme cómo se sale adelante de un trance como el que vivió ella. Su respuesta fue tan simple como sincera: «por mis otros dos hijos, por Irene y por Pablo». Pasamos la mañana juntos y almorzamos en el que fue y será para siempre mi lugar especial en el país, Puerto Sam, un soleado 8 de enero. El mismo lugar donde vi por última vez a Pablo fue mi punto de reunión con mi marido todas las semanas a la salida del trabajo.
Con 22 años Pablo ha sido víctima de la violencia callejera de jóvenes sin escrúpulos (noticia). No hay palabras para expresar el dolor y la pérdida de alguien que no ha pedido número para bajarse del vagón, pero que cuando lo hace sigue siendo tan humilde y generoso como cuando lo conocí: salva siete vidas anónimas para él pero siete maravillosos regalos para siete familias, siete oportunidades para vivir la vida por él. Siete más los diez años que regaló a su hermano donando su médula con la generosidad de un niño de sólo 5 años. El consuelo de la familia Podadera Romero a quien tanto quiero seguro que será pensar que Pablo y Jose por fin han vuelto a reencontrarse.

Dime por favor donde no estás
en qué lugar puedo no ser tu ausencia
dónde puedo vivir sin recordarte,
y dónde recordar, sin que me duela.
Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.
Dime por favor por qué camino,
podré yo caminar, sin ser tu huella;
dónde podré correr no por buscarte,
y dónde descanzar de mi tristeza.
Dime por favor cuál es la noche,
que no tiene el color de tu mirada;
cuál es el sol, que tiene luz tan solo,
y no la sensación de que me llamas.
Dime por favor donde hay un mar,
que no susurre a mis oídos tus palabras.
Dime por favor en qué rincón,
nadie podrá ver mi tristeza;
dime cuál es el hueco de mi almohada,
que no tiene apoyada tu cabeza.
Dime por favor cuál es la noche,
en que vendrás, para velar tu sueño;
que no puedo vivir, porque te extraño;
y que no puedo morir, porque te quiero.
José Luis Borges.
Buff que dur Laura, i quanta raó quan escrius que hi ha gent que viu sense viure i gent que abraça la vida. Tot ells ens han fet veure als que estem al seu voltant lo magnifica que és i que encara que sembli un topic, s ha de viure cada dia al maxim, perquè quan un dia acaba, ja no tornarà. Un petò fort i anims.
Excelente Laura !
Te admiro por tu fortaleza al escribir y «describir» de forma tan veraz y profunda tu experiência en este tema.
I love you
Espero que su familia pueda encontrar el consuelo para superar la muerte de un segundo hijo. No puedo ni imaginarme el dolor de esta madre. Lo siento mucho Laura. XXX
Pablo tenía 5 años cuando donó su médula. Nació dando vida a su hermano y se fué dando vida. He sentido mucho la partida de este chico, no hago más que pensar… por qué? Solo quiso evitar que se pelearan y se cebaron con el. Le cegaron la vida sin derecho. Hay un ángel más en el cielo D.E.P Pablo.
Hola Laura,
Entiendo cada una de las palabras que has escrito. Te felicito por lo bien que has expresado tus sentimientos y te doy todas mis condolencias. Vivir la vida, no hay que entenderla, no se puede entender.
Un fuerte abrazo.
Salva.
Me ha dolido la muerte de Pablo enormemente porque es totalmente injusto que una criatura se vaya de este mundo de esa forma,sé que para su familia en estos momentos no hay consuelo pero es hermoso que su muerte haya generado vida,allá donde estés gracias por haber existido.
El recuerdo de su sonriente rostro tan solo unas dos o tres veces visto al pasar, quedará por siempre en mi memoria.
Descanse en paz junto a sus seres queridos que le han precedido.
Bellísimo, poético y demoledor.
Hermosa y memorable manera de decir adiós Laura.
Un abrazo
Bonitas y sentidas palabras.
Me enteré de la perdida de Pablo el viernes pasado. No conocía a Pablo, pero si a su padre Pepe por temas profesionales. Soy padre y el mero hecho de ponerme en lugar de estos padres me causó un dolor grandísimo.
Conforme conozco mas de talles de Pablo, se me encoge más el pecho.
Deseo que se hallan reencontrado los dos hermanos y juntos, den fuerza y calor a sus padres y su hermana.
Para los asesinos, solo deseo una cosa, que se arrepientan de lo que han hecho y que vivan toda su vida con ese sentimiento.
Descansa en paz Pablo.
Gracias por escribir este artículo. Que gran familia, m encantaría bajar a Málaga a darles un abrazo. Todo lo que se hable sobre Pablo duele pero ayuda. Gracias.
No puedo más que agradecer a todos y a cada uno de los que habéis compartido no sólo mis palabras de dedicatoria a Pablo sino también el dolor de las familias que pierden a un ser querido. Este es un homenaje a una familia devastada por la desgracia de perder a dos hijos, un hermano, un tío. Va por ti Pablo, por tu hermano José, por tus padres Remedios y Pepe, por ti Irene, y por por todos aquellos que hemos tenido la fortuna y el placer de conoceros.