
“Acabo de cumplir 40 años y tengo la sensación de que una nave espacial me ha raptado durante quince años, y ahora os veo y pienso, ¿qué he hecho yo que no me he enterado? A partir de ahora sois mis héroes”.
Con estas palabras nos atendía la empleada de una oficina bancaria al tramitar el pago del Certificado de Penales que nos exige el procedimiento de nuestro nuevo visado. Lo cual no hizo más que confirmar que habíamos tomado la decisión correcta meses atrás. Aunque las decisiones que uno va tomando en su vida son personales y deben, en mi humilde opinión, estar muy por encima de lo que opine la gente y de las convencionales normas sociales preestablecidas, la verdad es que una, que no es de piedra, agradece cualquier signo de apoyo, aunque sea de parte de una desconocida que ve en ti todo aquello que ella querría hacer con su vida. Y claro, sales por la puerta como si te hubieran dado un chute de adrenalina y te dices, sí, sigo adelante con mi aventura.
Esta es sólo una anécdota de lo que toda la vida se ha denominado “la crisis de los 40” y que ahora se define más elegantemente como“tener aspiraciones personales”. No es la opinión de una veinteañera, sino de alguien que está a las mismas puertas del infierno.
Leí hace unos días, vía Twitter un artículo acerca del Ego Marketing Emocional (enlace) ¿Por qué triatlón a los 30 años?, es decir, a través del marketing el autor intenta explicar el origen de la moda de entregarse en cuerpo y alma al deporte en forma de triatlón refiriéndose a que llega un momento en la vida en el cual uno es su propia empresa, su propio cliente y debe reinventarse como producto. El planteamiento hace referencia a aquellas personas que tienen un trabajo consolidado, una situación económica estable y un estilo de vida “deseable”. Da a entender que se trata de un perfil de gente que ha conseguido todo aquello que se supone que deben tener en sus vidas para ser feliz (obvia lo de casa, niño, perro), y de repente se encuentran en la tesitura ¿y ahora qué? En lo que discrepo es que la generación de los adultos de 30 años hayan llegado a ese estatus en plena crisis. A duras penas algunos tienen un trabajo precario o están en el paro, pero sigamos. Mi interpretación de este bonito envoltorio que los que se dedican al marketing nos venden con frases estelares del tipo: “esta situación te lleva a encontrarte en un ascensor emocional-generacional, no puedes ir hacia delante ni hacia atrás”, es mucho más práctica.
A mí todo este estado emocional me recuerda más bien a la idea de que uno ha seguido los pasos que la sociedad dicta que hay que dar, y después ¿qué? Nadie nunca te habló de cuáles deben ser tus prioridades en la vida, de cómo descubrir y desarrollar tus aspiraciones personales, nadie te explicó qué debes hacer en tu tiempo libre para sentirte realizado, porque las 8, 9 ó 10 horas que les dedicas a trabajar, en este país, no son para disfrutar, sólo para fichar y cobrar a fin de mes, como mandan los cánones. Porque si eres capaz de disfrutar con tu trabajo estarás incluso mal visto por tus compañeros. Y entonces es cuando uno llega a casa y se pregunta ¿y ahora qué? ¿eso es todo? ¿esto es todo lo que voy a hacer, día tras otro, durante el resto de mi vida?
Según dicho artículo, uno llega a una edad en la que necesita cambiar de segmento. Me recuerda a lo que me dijo hace diez años un amigo médico, con plaza fija en una residencia geriátrica que ya se había casado, había sido padre, y hasta le había dado tiempo a divorciarse, y que a sus 40 años empezó a correr maratones: “no puedo dejar lo que tengo, así que he empezado a correr, necesito entretener mi mente cuando salgo de aquí”. Nadie nunca me lo ha vuelto a explicar tan bien, la necesidad de superarte cuando ya has hecho todo lo que tocaba y de das cuenta que tienes una vida por delante.
Por establecer un paralelismo romántico pienso en los caballeros de la Edad Media. La novela artúrica surge como la necesidad del hombre de la corte a vivir su propia aventura, huyendo de los convencionalismos, como individuo. Enfrentarse a dragones, villanos y salvar doncellas no es más que una metáfora de la necesidad de encontrar su verdadero yo, tomar conciencia de su propio ser saliendo de las rígidas normas establecidas en la corte. Y la única alternativa que tenía el hombre del medievo, que vivía a “cuerpo de rey” y sin demasiadas preocupaciones, era salir de su propio círculo de confort para adentrarse en un mundo paralelo lleno de fantasía y sucesos maravillosos donde dar rienda suelta a sus anhelos y aspiraciones, lejos de todo aquello que se daba por establecido: ir a la aventura era ir en busca de su propia libertad.

En el siglo XXI las cosas parecen no haber cambiado tanto. Llega una edad en la que tu vida está tan establecida, y puede que hasta tan enquistada, que uno necesita crearse ese mundo paralelo en busca de emociones y de ese pico de adrenalina que te motive a continuar con tu día a día. El mejor ejemplo es el de aquel que empieza a hacer deporte para mantenerse en forma y, poco a poco, se pone metas cada vez más ambiciosas: ahora una San Silvestre, ahora una triatlón y, por qué no, un Iron Man. Por supuesto, todo acompañado del mejor equipamiento y la última, cara y moderna tecnología. Incluso si no habías practicado deporte en tu otra vida.
Pero no todos hemos decidido ser medallistas olímpicos.
En mi caso particular he de reconocer que he pasado por todas las etapas. Primero fue la fase de gastar y gastar haciendo temblar la tarjeta de crédito hasta límites insospechados. Mi única obsesión era estrenar modelito nuevo todos los días y acumular más zapatos que Carrie Bradshaw. Superado este periodo, llegó el de empezar a correr, “la chica de los 10 kilómetros” me llamaban, mi único empeño fue durante un tiempo correr esa distancia en el menor tiempo posible. Una vez me hube destrozado articulaciones y rodillas, pasé a mi faceta viajera con el objetivo de recorrer el mundo entero antes de que la artrosis hiciera mella en mí. Pero qué tendrá el ser humano, cuya curiosidad nos empuja a seguir creciendo y explorando nuestro propio mundo interior. No contenta con viajar a cuenta de lo que me estaba ahorrando en zapatos, sentí la necesidad de adentrarme en las diferentes culturas en diferentes países, ya no como turista, sino como curiosa. Y en este ciclo de mi vida me encuentro ahora, hasta que me canse y encuentre un nuevo objetivo que me motive a seguir ilusionándome.
Así que, a las puertas de los 30, 40 ó 50, que cada uno busque su felicidad donde quiera, haciendo oídos sordos a los que te acusen de estar huyendo de algo o de alguien.
Bienvenido al lado izquierdo del camino.
Ufffff, la crisis de los 40……Ya ni me acuerdo…….
Un día tú, que te creías un mediocre, te das cuenta de que muchos te admiran, y los cobardes incluso te envidian. Pues ni eso te afecte. Mi felicidad la financio yo solito a golpe de sufrimiento, de sonrisa, y de incertidumbre. Y sabes que vas bien cuando ves que tu última aventura es la mejor, y que sigues aprendiendo. Ese es un gran síntoma: aprender, aunque a veces sea a soportar el dolor.
Por cierto….. hoy no es viernes????
¡Hola Juan!!!!!
Ante todo disculpas por fallarte el juernes, la noche mallorquina me confunde…
Este post sólo es una reflexión en torno a las decisiones que tomamos cuando ya hemos hecho lo que se supone que teníamos que hacer en la vida. Me llamó la atención el artículo de los triatlones, cada uno tiene su propia teoría, ¿no?
Las opiniones de la gente siempre están, para muestra un botón. Que nos afecten más o menos depende de nosotros mismos, de nuestra autoestima y autoconfianza. Pero con el tiempo he aprendido algo muy valioso: que te envidien es bueno, significa que haces todo aquello que los demás querrían pero no se atreven, y eso sí que me da fuerza a seguir hacia adelante.
Para conseguir nuestros objetivos, siempre sacrificamos algo por el camino, nobody said it was easy…
Feliz weekend!!!!
xx
Disculpas? Fallar? Para nada, así te he leído plácidamente sin estar pensando: corre, corre, que tienes que trabajar. Encima de que me regalas algo de lo mejor que tienes, tu pensamiento, y compartes algo de lo que más deseas, tus ganas de vivir……..
Y a mi también me intriga un poquito a dónde vas a ir, pero en realidad da igual, En Cort o en Nueva Caledonia, por poner ejemplo de un paraíso en las antípodas, tu vida está en tu interior.
La vida es la mayor aventura, aunque algunos no lo sepan.
Mientras algunos piensan en la meta, otros disfrutamos del camino 😉
Ya ves Juan, al final me pilló el toro el juernes, elegí estar hasta las tantas con unos amigos en lugar de terminar a tiempo mi post, jajajajajajajaja….
Sabes que te sigo (aunque no siempre escriba), y tengo que decirte que me tienes intrigadísima, ¿cuál es tu próximo destino? He estado buscando tu email personal, pensé que lo tenía, pero no lo encuentro, ¿dónde continuarás tus aventuras?
Diana, Diana, si te lo cuento perderé fieles seguidores a mi blog, debo mantener el halo de misterio…
Te acabo de mandar un pm.
¿Ya no hay besos desde el sur del sur? 😉
Jajaja, seguiré tus aventuras, estés donde estés,¡y ya sabes que siempre hay besos desde el sur del sur!
Si todo sale según lo previsto, tendré muchas historias que contar, y si no… ¡también!!!!!
Bunch of kisses Diana xx
jajajaja… esta publicación la tengo que comentar Sis… porque si todo va bien el día 21 de junio haré mi primer triatlón… cosa que persigo desde hace tiempo y nunca encontraba el momento ni gente con la que «apoyarme»… ahora que he reunido todo, justo ahora, ES EL MOMENTO !!!! Ah !!! y también vamos a saltar Víctor y yo en paracaídas en un par de semanas… jajajaja LA VIDA HAY QUE LLENARLA DE RETOS, DE EMOCIONES Y POR SUPUESTO DE VIAJES, MUCHOS VIAJES…..
Un besazo para los dos !!!!
Enhorabuena Mariel, wowwwwww, un triatlón, ¡vaya crack!!!!
Aunque lo que más envidia me da es lo del salto en paracaídas, creo que lo voy a pedir por mis 40. Ha habida dos tentativas fallidas hasta ahora y me quedé con las ganas.
Estamos en la misma onda, hay que llenarse la vida de retos y emociones, sea de la manera que sea, ¡a mí me da la vida!
Un beso y mucha suerte campeona 😉
Quin joc et dóna l’Edat Mitjà!!!! m’encanat que busquis paral·lelismes en la vida actual i la medieval!!
Jo ja ni em recordo de la crisis dels 40!!! El ser pare és el que té, la crisis no et ve donada pel DNI sinó per dos marrecs que et fan notar que ja tens una edat per segons què!!!
«haver pedido muerte», diria un que jo sé…
En qualsevol cas, endavant amb les pròpies il·lusions i espectatives…i a seguir!!
salut
marc
Hey Marc, quina alegria, no sabia que em seguieu!!!!
Com ja hauràs pogut observar, tot el que estudiem m’inspira per escriure els posts. Què et sembla, no han canviat tant les coses des de les aventures de Roland, Tristany o Ivayn? 😉
He de reconèixer que no tenir infants dóna més llibertat per sommiar truites, i qui sap, igual un d’aquests desitjos es fa realitat i tot!
Jo segueixo cap endavant, sempre!
Salut!
Laura.