
El choque cultural inverso es la etapa en la que los expatriados no solemos pensar mucho ¿qué pasa cuando nos toca regresar a nuestro país de origen? Obviamente no la vas a vivir de la misma manera si regresas de forma voluntaria y deseada que si te toca volver por obligación. Puede que regreses porque has finalizado tus estudios en el extranjero, porque se acabó el proyecto laboral o bien porque algo no ha salido como esperabas.
En cualquier caso, esta fase se refiere a la etapa de readaptación a tu país de origen. Y aunque parezca mentira, no es tan fácil como parece.
Si has vivido una temporada en el extranjero no vas a encontrar tu vida anterior tal y como la dejaste. Tú has cambiado y los demás también. Y lo cierto es que todo y todos hemos evolucionado a diferentes velocidades y en diferentes direcciones.
Si ya ocurre que te cuesta volver a la normalidad después de unas vacaciones, imagínate si has pasado años viviendo aventuras en un país diferente al tuyo, con diferencias culturales las 24 horas del día.
Si has vivido una temporada en el extranjero no vas a encontrar tu vida anterior tal y como la dejaste
Muchas personas que regresan pasan por una etapa de frustración, derrota, rabia e incluso tristeza. El regreso supone adaptarte a una nueva realidad, a un nuevo contexto social.
Todo empieza porque llegas con muchas expectativas por regresar. Primero llegas con la ilusión de reencontrarte con tus familiares y amigos, con las ganas de reestablecer tu vida de siempre. Te reciben con los brazos abiertos y todo son alegrías y bienvenidas.
Te mueres por ir a tomar el café de la mañana en el bar de siempre. Por salir a tomar unas cañas con sus tapas correspondientes. Por ir al cine y no morirte de frío en la sala. Salir de compras con tus amigas, pasear por tu barrio y reconocer las calles y comercios de toda la vida.
Pero de pronto puede llegar la frustración. Por poner un ejemplo, tus padres se han hecho mayores y puede que te cueste asumir cómo han envejecido. Habrá nuevos miembros en la familia –como tus sobrinos- que no podrán reconocerte. Tus amigas, con las que salías de fiesta, ahora se han convertido todas en madres y vuestras conversiones ya no son las mismas de antes. Es posible que te sientas fuera de lugar cuando hablen de cosas que tú no has vivido.
De hecho, verás que sí, que la gente te preguntará qué tal la experiencia. Pero será una pregunta más bien genérica, puro formalismo. Pasada la fase de bienvenida y emoción inicial, esperarán que respondas brevemente y sin enrollarte. ¿Cómo resumir tu experiencia en el extranjero en una sola frase?
El choque cultural inverso supone una readaptación tu lugar de origen
Nadie espera que te pases horas contando emocionado lo que ha supuesto para ti esta experiencia, cómo te ha cambiado la vida, cuánto has aprendido. Deberás asumir que a nadie le importa realmente lo que hayas vivido o experimentado en tu vida como expat. Además, muchos pueden considerar que intentas alardear delante de quienes no han vivido nada parecido y pueden hasta sentirse incómodos.
Por eso no es tan sorprenderte que se de este choque cultural inverso. Es vivir una ambivalencia entre estar de nuevo en casa pero sentirte, al mismo tiempo, fuera de lugar. Es normal que puedas sentirte irritable, triste, que padezcas insomnio o sientas un profundo malestar.
1# Establece rutinas cuanto antes
La sensación de estar fuera de lugar será una constante durante un tiempo, asúmelo. Por eso es importante instaurar nuevas rutinas para que tu día a día fluya. Ten paciencia, es sólo cuestión de tiempo volver a la normalidad. También ayuda tener objetivos, un proyecto motivador, el que sea. Pueden ser pequeñas cosas, desde apuntarte a un gimnasio, por ejemplo, a escribir un libro.
2# Sigue haciendo algunas de las cosas que hacías en tu país de acogida
Aunque es evidente que tu vida ya no es la misma, piensa en las cosas que echas de menos. Algunas es posible que las puedas seguir haciendo. Por ejemplo, yo sigo preparando hummus porque me ancla a mi vida en Qatar. O voy con frecuencia a comer un shawarma en el único restaurante de comida árabe que hay donde resido actualmente. Sigo probando la comida mexicana, y bebo margaritas porque me transportan a mi paso por México. No se trata de suprimir de un plumazo tu experiencia en el extranjero, sino de integrar las experiencias y aprendizajes en lugar de vivir en la nostalgia del pasado.
3# Recuerda todo lo que has ganado, todos los aprendizajes y conocimientos que traes contigo
Seguro que tu currículum lo agradece y encuentras la forma de sacarle partido a nivel laboral. Pero a nivel personal verás cómo enriquece tu día a día.
Ya no te sentirás alejada de las cosas que pasan en otras partes del mundo. Serás capaz de empatizar con historias de otras personas que han vivido en los mismos lugares que tú o con las historias de otros expatriados. Entenderás por qué la gente emigra de un país a otro, lo que significa aprender un idioma o lo complicado que puede resultar para alguien que viene de fuera adoptar ciertas costumbres.
Tu mente se abre y con ello tu capacidad de razonar y comprender al prójimo.
4# Mantén el contacto con los amigos que hiciste en cada país para mantener vivo el recuerdo
Es algo que me da la vida. Gracias a las redes sociales nunca fue tan fácil seguir la pista de quienes fueron tu familia en el pasado. Aquellos con los que compartiste tus mejores y tus peores momentos.
Y he tenido la suerte de seguir viéndoles, tanto porque ellos han venido a visitarme en mi nuevo destino como cuando he regresado a España de vacaciones. Siempre hay un hueco para un mensaje, una foto y una buena cena. No sólo me llena volver a compartir mesa, sino que a todos nos encanta recordar las vivencias pasadas.
5# Piensa en las oportunidades que te regala cada nuevo lugar sin pensar que lo que dejaste era mejor
Un error habitual que cometemos todos –incluida yo- es el de idealizar el pasado. Por mucho que te haya costado adaptarte al país de acogida, el mismo día que lo abandonas ya lo estás echando de menos. Nuestra mente es la que mejor de adapta y borra rápidamente los malos momentos. Nos quedamos sólo con lo bueno, pero eso hace que nos cueste más readaptarnos a nuestra nueva vida.
En realidad, cada nuevo inicio, sea donde sea, es una oportunidad para abrir puertas que no sabías que existían. Para iniciar nuevos retos o retomar viejos proyectos. Piensa en todo lo que hiciste cuando llegaste a tu país de acogida: se trata de hacer el mismo camino en tu nuevo/viejo hogar.
6# Pon foco en el ahora, en el presente
Como en el caso anterior, vivir en la nostalgia no te va a aportar nada más que frustración. Ni estás en el país de acogida, y tú y tu país de origen habéis cambiado. Recuerda que todo es un proceso. Igual que cuando te marchas al extranjero pasas por la fase de miedo, de aceptación de la realidad y de adaptación, a la vuelta se produce exactamente lo mismo. Tienes miedo a aburrirte o a no encajar. Llega un momento en el que aceptas tu nuevo rol y acabas adaptándote a tu nuevo entorno pero con una ventaja: aquí nada es desconocido, sólo hay que volver a conectarse.
Hay personas que temen volver a la zona de confort de la que huyeron en su día, o que hayan descubierto que la vida nómada encaja más con ellas. Regresar a tu lugar de origen no significa que haya llegado el final de tu aventura, porque ¿qué te impide buscar la oportunidad de mudarte otra vez a un nuevo destino?
Yo lo hice, por eso sé que puedo acompañarte, Palabra de Expat 😉
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