
No hay nada mejor ni más sano que llegar a un nuevo lugar sin ideas preconcebidas. De esta manera uno no tiene tiempo para prejuzgar, ni de imaginarse cómo va a ser su nueva vida ni de todo aquello que la rodea. Sólo apto para quienes no se preocupan en exceso por saber dónde van a amanecer al día siguiente.
Sinceramente, yo no he tenido tiempo. Tantos cambios en mi vida en un solo año hace que relativice todo un poco más y me haya dedicado a disfrutar el presente sin plantearme demasiadas cosas sobre el futuro.
Aún después de haber aterrizado en el aeropuerto hace apenas una semana, tuve que cerrar los ojos y preguntarme, y ahora ¿dónde estoy? En Cancún, estoy en Cancún, del maya kaan-kun, nido de serpientes.
Sin embargo, la humedad en el ambiente, el caos en la calle y la música de fondo me anuncian que he llegado al Caribe.
Las primeras sensaciones nunca se olvidan. Con el paso del tiempo te percatas de que estuviste del todo desacertada y las percepciones iniciales se van desmontando según pasan los días, pero no es menos cierto que sólo hay una primera vez para una primera impresión, un primer impacto que dejará huella en tu vida para siempre. En mi caso ha sido el desorden, la vorágine de los vendedores y taxistas, pasajeros desorientados, el calor a las 8 de la tarde, la música siempre como banda sonora vayas donde vayas, y descubrir, que incluso en el idioma, todo es completamente diferente a mi cultura de origen, mucho más de lo que me habría imaginado. Pero si hay un denominador común en todas las primeras percepciones es el adjetivo «auténtico», esto es de verdad, esto te lo crees. Esto promete.

No llevo más que unos días aquí y cuando me preguntan cómo es Cancún, si me gusta Cancún, si creo que me voy a acostumbrar, si no me cansa tanto cambio y tantos procesos de adaptación, la respuesta es: no he tenido tiempo ni de conocer ni de disfrutar este nuevo destino, y sí, me gustan los cambios, de hecho los persigo, porque si me quedo mucho tiempo en un mismo lugar me estanco. Siendo más realista -y no menos romántica-, creo que no son los lugares los que nos emocionan sino las experiencias que vivimos en cada uno de ellos. Así que es cuestión de tiempo.
En este momento mi sentimiento es de agobio, y por esta razón he hecho un alto en el día para escribir, mi terapia preferida y como alternativa a abrir una botella de vino a las diez de la mañana (se comenta que empezar a beber tan temprano es de mal gusto por aquí). A una semana de empezar mis exámenes finales, en búsqueda activa de casa (otra vez) y con la mudanza (y mis libros) retenidos en aduanas, no se puede decir que esté disfrutando de unas exóticas vacaciones en el Caribe. Todo lo contrario, he llegado para quedarme, para instalarme y conocer a fondo su cultura y tradiciones, interaccionar con el medio, de ningún modo he pisado tierra firme sólo con la cámara fotográfica y el bronceador solar (que también). Después de un intenso mes de vacaciones recorriendo tierras australes toca trabajar de nuevo, como cualquier otro mortal. Y volver a empezar.

Anécdotas muchas, por supuesto, que se acumulan por momentos. Como que después de dos años desenroscando botellas de vino redescubra que existe el corcho y que en el hogar «provisional» no hay con qué abrir nuestra primer tinto. ¡Bendita navaja suiza que te saca de todos los apuros!
Las salidas a los supermercados son, como viene siendo habitual, mi pasatiempo más ocioso a la par que estresante cuando llego a un lugar nuevo. Aunque eso sí, la inversión de tiempo no tiene jamás retorno en estos centros de alimentación tamaño XXL. He descubierto para qué sirven los tomates verdes, que al maíz se le llama «elote» y a las guindillas «chiles güeros». Que el Spanglish está presente hasta en la salsa de tomate «catsup», que existe una mermelada de sabor «chabacano» y un aceite «capullo». Para satisfacer mi paladar, pasillos enteros dedicados al jamón ibérico y a los vinos españoles a un precio razonable. Nunca vi nada igual.

Hablando de mezclas idiomáticas, en el proceso de comprar un coche -puesto que al igual que mis anteriores hogares no hay autonomía sin ayuda mecánica- me ofrecen un vehículo semi-nuevo en muy buenas condiciones, con pocos kilómetros y equipado con «quemacocos». La variedad en la carta de colores tampoco tiene desperdicio: rojo emoción (muy apropiado en este momento de cambios), plata estelar (futuro prometedor), arena infernal (quizás en honor a mi pasado catarí), un blanco sueco (¿?) o un misterioso negro fantasma. Creo que voy a posponer la compra del coche para después de los exámenes. Esto no me lo quiero perder.
Por supuesto sigo con mi sana costumbre de hablar sin pensar primero, de meter la pata con propios y extraños en cuestión de minutos y, obviamente, con el hábito de decir «coger» en lugar de «agarrar» provocando la risa y el sofoco de la gente local.
He sobrevivido no sólo al «ahorita» y al ritmo pausado en la era de la inmediatez, sino también a un corte de suminsitro de agua y de luz durante un día entero que ha retrasado este post, a una inundación y a la posterior -que no inmediata- instalación de una bomba de agua justo en el momento (éste) que iba a ponerme a estudiar. Como me había anunciado Carla, diez personas para hacer el trabajo de una, y no a la primera. Primero vienen para avisarte que vendrán, luego aparecen en día y hora diferente a la fijada, dejar una pieza, ir a por otra, «eso sí, si no dependen de una pieza que viene de Guadalajara y que tardará de seis a ocho meses en llegar a Cancún porque la han atado sobre el caparazón de una tortuga, que era, por cierto, el único medio de transporte disponible para la ruta. Muuuuucha paciencia» 😉
A pesar de todo, dudo que nada supere el momento en el que me pierdo al volver a casa cargada con la compra semanal. Acierto a decirle al taxista en qué zona vivo, incluso acierto con la calle gracias al recuerdo de la existencia de un árbol justo en medio de la calzada con el que casi chocamos con el coche la primera noche. Mi error es pensar que reconoceré la entrada del residencial. Tengo muy buena memoria, pienso. Error, ¡¡¡todos los residenciales son iguales!!!! Las mismas verjas, las mismas garitas, los mismos colores en las fachadas, la misma disposición. Todas y cada una de las casas son exactamente iguales, calcadas una detrás de otra.
Primero recibo el apoyo y las risas del joven y paciente taxista, pero a medida que bajo del vehículo para preguntar a cada guardia de seguridad si yo vivo ahí, los hombres me miran estupefactos sin reconocerme al tiempo que el simpático taxista empieza a preocuparse. Voy de puerta en puerta. Es mi tercer día y ya me he perdido. Entro y salgo de todos los residenciales calle abajo, ya con el taxista algo impaciente y mi compra calentándose en el maletero. La pena puede con los guardas y cometen la infracción de consultar los nombres de los residentes de todas las casas con el número 43 en la puerta. Ninguna de esas personas soy yo. Cuando ya pienso que me he equivocado de calle -y quizás de ciudad- me percato de las guirnaldas navideñas de una de las verjas, y las reconozco. Pompones plateados y bolas rojas.

Nunca volveré a dar una propina con tanta satisfacción como en el momento de entrar por la puerta.
Quizás a partir de ahora deba rendir culto a la Santa Muerte, -la popular figura de veneración mexicana- para que me proteja de todos los males.
Es posible que la imagen de esta misma mañana en plena calle y a pleno sol haya sido un aviso de lo que me espera porque el medio no se adaptará a mi, soy yo la que debe adaptarse al entorno que se me antoja como un nido de trampas.
Nadie dijo que los comienzos fueran fáciles. Y quien avisa no es traidor.
Pero qué viva estás, mi arma. Enhorabuena!!!!!!
Sigue contando, me encanta!!!!
🙂 🙂 🙂 🙂
Juan, justo esta tarde he leído una frase que (aunque no sea mía) te la dedico porque no podría expresarlo mejor con mis propias palabras: «puede que estar vivo sea esto, atrapar instantes que mueren» (Muriel Barbery).
Y te voy a dar las gracias, porque acabo de recibir el informe anual de la actividad del blog durante este pasado 2015 y adivina quién ha sido el comentarista más dicharachero… Sí señor, ¡tú!!! y no sabes lo contenta y agradecida que estoy, así que me veo obligada a seguir escribiendo 😉
Una abraçada,
Laura.
Hola Laura,
Ahora en Mexico.. super, el mejor lugar del mundo, aunque yo prefiero el pacifico (que de pacifico no tiene nada).. nací en Mazatlan, describes un Mexico algo desconocido para mi, donde te has metido?. Empezar a tomar temprano ya sea cerveza, vino, mezcal que ahora esta de moda en los mejores bares, restos de todo Mex..es parte de nuestra forma de ser, de vivir, tomamos cuando queremos o necesitamos, sin importar que el diran. Se llama elote solo cuando esta tierno, ya que madura se llama maíz, de coger se coge: el autobús, la peda, un vaso con agua, etc. es sinónimo de agarrar.. ya te iras conociendo y aprendiendo el caló o regionalismos.. ya en cada parte significan cosas diferentes, así que aguas..
Saludos y que Viva Mexico…
Hola Izel, ya ves, ¡el mundo es un pañuelo!
México es un país inmenso y culturalmente apasionante, así que espero una lista de libros para ponerme al día 😉
Empezaré por la cultura maya aprovechando que estaré aquí en la península de Yucatán al menos un año (aunque viniendo de mí no me trevo a afirmarlo).
Con el mezcal todavía no me he atrevido, con la comida estoy disfrutando tal y como me habían augurado, con el ritmo de vida estoy en ello, y lo que más me gusta es la palabra «sazón» ¡es genial!!!
Besos y ¡Viva México!
Laura.
M’encanta Mexic, un pais tan gran, amb tanta cultura, amb molts colors… I tants llocs per descobrir! Bona sort i que ho gaudeixis 100%! Sara.
Hola Sara, certament és un país GRAN, i ja estic confeccionant rutes i llista de llibres per posar-me al dia. Ara només em falta temps…
Espero poder seguir contant tot i aprendre a relativitzar una mica. Tercer continent en un any, segur que alguna cosa hem après! 😉
Seguim!
Laura.
Disfruta de esta nueva aventura, Laura!
Yo espero poder ir pronto alli, eso si, de vacaciones, asi que si te animas a escribir algun dia un post con tus recomendaciones de la zona me vendria genial 🙂
Y ya en serio, no se como la haces para llevar la vida que llevas pero a ver si nos cuentas cual es el secreto que yo tambien quiero 🙂
Saludos!!
Carmen
Hola Carmen, dame unas semanas y empezaré a construir la guía de la buena vida en Cancún. De momento estoy en prospección y lo voy anotando todo 😉
Secreto no hay ninguno, quizás se trate de vencer el miedo y aceptar una vida llena de incertidumbre y aventuras. Pero acepto el reto y voy a escribir sobre ello, quizás resulte interesante hacer un poco de introspección!
Besos y no dudes en venir, esto pinta genial 😉
Laura.