
Aunque no seamos plenamente conscientes, la manera en la que pensamos determina nuestras acciones. Por eso mi ejercicio favorito, y que practico a diario, es el cambio de enfoque. Si cambio mi manera de pensar cambio mi manera de actuar, así de fácil 😉
Las emociones se contagian, como dice Emilio Duró. El gafe piensa en sus emociones negativas durante 112 minutos, mientras que para una persona optimista las emociones positivas duran sólo 42. Así que poner el foco en lo negativo nos resta horas de vida.
Cuando cambias tu actitud cambia tu energía, tu expresión y tu percepción del mundo
Cada uno de nosotros tiene su particular forma de ver el mundo. Por eso, «si te caen los marrones es porque eres un marrón andante, el universo ha esperado millones de años esperándote para que todos los marrones caigan sobre ti». A eso se llama ley de atracción, en la vida uno atrae lo que es (Emilo Duró).

Pongamos un ejemplo: cuando me encuentro ante una situación que me incomoda intento no poner toda mi atención en mi sentimiento negativo o doloroso. Me pregunto qué es lo que realmente me incomoda de esta situación: es una persona, una conversación, un sentimiento interno, no haber obtenido la respuesta deseada, etc. Entonces, en lugar de enfadarme y recrearme en mi propia ira pongo toda mi atención en la búsqueda de resultados y pienso en otra estrategia.
El problema es la falta de dirección, no la falta de tiempo
Como cuando me propongo hacer dieta, lo cual ocurre todas las mañanas desde que tengo uso de razón. Después de tantos años he descubierto varias cosas que me han hecho extremadamente feliz:
- Uno, yo no quiero hacer dieta, lo que quiero es llevar una alimentación sana y saludable.
- Dos, empezar el día repitiéndome que no debo comportarme como una hidratera y que debo dejar de beber alcohol no hace más que crearme una ansiedad incontrolable por comer todos aquellos alimentos prohibidos.
- Tres: estaba poniendo el foco en el lugar equivocado :O

Solución: cambiar mi modo de pensar. Cuando me pilla con la guardia baja y me llaman con voz seductora unas galletas saladas (mi máxima tentación) me digo a mí misma que el placer dura un suspiro y que una manzana me va a aportar fibra, me va a saciar y a los cinco minutos de comérmela todo deseo de pecar habrá pasado ya.
Mi cuerpo, por el contrario, día a día va a sentirse más sano, más ligero, con más energía. Yo estaré de mejor humor, orgullosa de no haber caído en la trampa, y así podría seguir hasta acabar la batería del ordenador.
Así de «fácil». Sólo se necesita un motivo por el cual valga la pena el esfuerzo y repetirlo como un mantra día tras día.
El cambio de enfoque quiere estrategias, no todo es fuerza de voluntad
Si nos prestamos atención a nosotros mismos nos daremos cuenta de que por mucha fuerza de voluntad que le pongamos a nuestros objetivos, todos abandonamos la dieta, el gimnasio o la promesa de dejar de fumar en menos que canta un gallo ¿por qué?
Porque nuestra mente consciente representa sólo el 10% de nuestros actos: «me propongo a partir de mañana levantarme temprano, ir al gimnasio, comer de manera saludable y dejar de fumar».
Pero no prestamos atención al 90% restante: nuestra mente inconsciente que alberga todos los recursos necesarios para conseguir nuestros objetivos
La mente inconsciente contiene las herramientas necesarias para cambiar nuestro enfoque
¿Qué contiene nuestra mente inconsciente? Los impulsos y el control fisiológico. Es decir, todo lo que hacemos con el piloto automático.
¿Verdad que no prestamos atención a la respiración o a nuestros movimientos cuando nos levantamos de la cama y empezamos a caminar? Todo lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de la vida, como conducir, lo llegamos a hacer de manera automática.
También forman parte de la mente inconsciente las estrategias, los patrones y los hábitos de comportamiento.

Es por eso que para ponerse a dieta no basta con tener fuerza de voluntad. Tenemos que cambiar nuestras estrategias. La mayoría de nosotros hemos aprendido que lo normal en nuestra sociedad y en nuestra cultura es comer dos platos, postre, café, cigarrito y copa o chupito. Lamentablemente este comportamiento adquirido es incompatible con una dieta saludable, lo cual nos conduce a la necesidad de aprender unos hábitos nuevos.
Para muestra un botón: aprender a cambiar hábitos alimenticios me ha permitido comer de manera saludable ¡y sin pasar hambre!
¿Cómo podemos cambiar nuestro enfoque?
Las reglas básicas para cambiar nuestro enfoque va a depender de nuestros sentidos, porque toda experiencia pasa por ellos:
- cómo me voy a ver,
- cómo me voy a sentir,
- qué oiré o qué me voy a decir,
- qué voy a oler,
- qué voy a aprender.

1# ¿Qué quiero conseguir?
Piensa dónde quieres estar y a dónde quieres llegar
2# Crea una imagen
Intenta crear un cuadro de lo que quieres conseguir: qué ves, que oyes, qué te dices, qué tocas, a qué huele y qué sientes.
3# Revisión ecológica
Piensa si el resultado que quieres alcanzar encaja o si entra en conflicto con algún aspecto de tu vida
4# Motívate
Pregúntate para qué quieres conseguir estos resultados, qué te va a aportar
5#Define tu estado actual
Respecto a los resultados que quieres conseguir ¿en qué momento te encuentras?
6# Caja de herramientas
No solemos prestarle atención a los recursos que tenemos a nuestro alcance, pero si buscas seguro que encuentras herramientas emocionales, psicológicas, habilidades o conocimientos que te podrán ayudar a conseguir lo que te has propuesto.
No nos equivoquemos, las grandes empresas utilizan estas técnicas -y muchas otras- para llevarnos hacia los resultados que ellos desean. Un buen ejemplo son los puestos de comida rápida tipo McDonald’s. No lo puedo evitar, cada vez que huelo un McDonald’s se me hace la boca agua aunque acabe de zamparme un cochinillo. Primero me llega el olor, después veo los carteles con los menús, después me imagino el sabor de mi hamburguesa favorita y acabo diciéndome «a la mierda, mañana será otro día».
Las grandes multinacionales saben mucho más que nosotros, por eso utilizan estas técnicas sensoriales para llevarnos al huerto. Pero yo he aprendido a contraatacar:
- me llega le olor, veo los menús y me escucho a mí misma diciendo la cantidad de ejercicio que voy a tener que hacer para quemar las 1000 calorías
- que tanto esfuerzo para cinco minutos de gloria no vale la pena
- qué orgullosa estaré de mí si consigo no caer en la trampa
- veo lo mal que me sentiré si me la como
- me veo estupenda si no me como esa maldita hamburguesa, luciendo tipín en la playa.
Pienso en los beneficios en lugar de obsesionarme con la tentación de la comida basura. Si cambio la estrategia, el resultado es: McDonald’s 0 – YO 1
Haz la prueba, si quieres conseguir algún cambio en tu vida, acércate a esa experiencia y visualízate con el resultado:
- qué verás o cómo te verán los demás
- qué oirás, qué te dirán los demás o qué te dirás a ti mismo
- qué sentirás, dónde estarás, en qué parte del cuerpo lo sentirás
Bonic post, i molt adequat per al meu moment actual. Espero arribar a visualitzar correctament i arribar a conseguir l’objectiu. Gràcies guapa, ets bona, bonaaaaa
Aprendre a visualitzar el que volem aconseguir és una estratègia més que a mi em resulta molt útil, ho provem? 😉
Moltes gràcies Ari, petons!!!!