
Hay veces en las que hacer un cambio de armario significa deshacerse de todo aquello que no necesitas. Y hay otras veces en las que recuperas piezas valiosas, no por su valor económico, sino por su valor sentimental. Con las personas pasa lo mismo. El cambio de vida, igual que el cambio de estación, trae y se lleva personas que en un momento u otro de la vida han tenido un hueco en el armario. Unas veces han sido para ocasiones especiales, otras para el día a día, a veces para compromisos ineludibles, otras para bautizos, bodas y comuniones. Pero todas tienen algo en común, han pasado por tu vida. La cuestión es que cuando tienes sobre la cama toda la ropa esparcida y las perchas cuelgan de las puertas esperando la absolución, hay que tomar decisiones.
Últimamente he sentido la necesidad de hacer este cambio de armario en mi vida. El paso del tiempo hace que a veces maduremos y dejemos de pensar menos en los bienes materiales y más en todo aquello que no es tangible. Estar lejos de casa y de tu círculo de confort te obliga a enfrentarte a tus miedos, a tus logros, a tus necesidades y a las de los demás con lo imprescindible o, siguiendo la metáfora, con tu fondo de armario.

A pesar de mi apariencia frívola, soy una sentimental, y me duele en el alma deshacerme de cada prenda. Pero al mismo tiempo, viajar con cuatro maletas requiere practicidad y precisión. Y de pronto te das cuenta que puedes vivir con menos, con muchísimo menos. Sin embargo, para desprenderme de esas personas que alguna vez formaron parte de mi presente duele mucho más. No es que me cueste deshacerme de ellas, todo lo contrario, es la decepción lo que duele por dentro.
Será cosa de la navidad o del finde año, o quizás el tópico de querer empezar el 2015 con nuevos y prometedores propósitos. Pues ahí va el mío, deshacerme de todo aquello que ya no necesito porque, siendo sincera y mirándonos a los ojos, ya no nos aportamos nada mutuamente. Así, ya sólo me queda volver a ordenar en mi vida todo aquello que realmente sí importa, a cada una de las personas que me hacen un poquito más feliz todos los días. Aquellas a las que no veo pero siento, y a las que veo a diario y me permiten compartir una buena conversación, unas risas, unas cañas. Aquellas a las que sin darme cuenta me siguen, me animan y me sueltan a bocajarro que me echan de menos. Las que me alientan a continuar y sientan como un soplo de aire fresco cuando crees que ya no puedes más. Aquellas con las que ya contabas, porque siempre han estado ahí, pero qué valor seguir al pie del cañón y no dejar que la pereza y la distancia les venza. Y aún más, aquellas con las que no contabas y de repente te sorprenden con lo inesperado. Y, por supuesto, a todos los amigos circunstanciales con los que compartes inquietudes, decepciones y desconciertos varios, que nos miramos a los ojos y sin decir nada nos preguntamos si esa amistad habrá cuajado para cuando llegue la hora de la despdida.

Serán estas fechas que me ponen tonta, y a quién no, pero sirva de excusa para agradecer a los que están porque nunca se lo digo, y a los que no están porque la vida suficientemente complicada es, just keep it simple!
Buenos días Laura!
Yo he llegado a la conclusión que las pertenencias te atan, te limitan, te restringen… las cosas y las facturas, los colegios, los clubs, puag!… en definitiva todo aquello que cuando digas me voy y no vuelvo no te quepa en la maleta o necesites un fax para anular.
Desde que me marche de Qatar dedico un par de horas a la semana para pensar como simplificarme la vida y dejar sitio para las cosas que realmente importan. Libros fuera!… ya tengo un e-book, tele fuera!… welcome Apple Tv, pensar que hacer de cena fuera! un menú que vario de vez en cuando, que me pongo fuera!… un traje azul y otro gris con camisas a juego.
Cada semana me siento mas libre como un taxi libre!
Un abrazo,
Un apierna, Diego.
Al contrario que tú, no fue hasta que me marché a Qatar que aprendí el concepto «keep it simple», pasando de la teoría a la práctica. O dicho de otro modo, de un piso con tres habitaciones, dos baños, cuatro armarios y un montón de «amigos» a un estudio de 50m. (…)
Pero mucho más que eso, me he dado cuenta que si uno está bien consigo mismo, en esencia, no necesita nada más. Así que seguiré viajando con mis prendas básicas, y tener por tener, pues va a ser que no.
¡La libertad no tiene precio!
Besines,
Laura.
Qué identificada me siento con tus palabras de hoy, los cambios de armario son buenos casi siempre , hay prendas que nos pensamos que son lo más y tristemente de tanto usarlas su calidad se ha perdido. Yo estoy dándome mucha cuenta de aquellas que han perdido su calidad y de otras que me dan calor y bienestar y a lo mejor estaban en el fondo del armario, me encanta como escribes, soy tu fan de los retratos de tu vida en la que en algunos ne siento identificada. Espero que tu año nuevo sea genial y que se cumpla todo aquello que te haga feliz, un besito guapísima , lo eres por dentro y tb por fuera. Doy fe de ello.
Antonia, la moraleja es la siguiente: cuando te crees que algo te queda estupendamente bien y te sienta como un tiro. ¿Prendas tóxicas? No, gracias.
Besets i gràcies per estar 😉
Cosmic, como alguien me dijo una vez: El cambio es la única constante. Cuidate mucho!! bunch of kisses 🙂
Cosmic Rachel, te la tomo prestada, nueva máxima para el 2015: «el cambio es la única constante», ¿quién dijo que el cambio era malo? Ah, sí, los inseguros…
Kissets and happy new year!
Molt Bé, nina! Ben dit. Però, saps que vull ser jo per tu?… Idò es teu armari «ropero» de dos cossos!!
Vull ser es teu «ropero», perquè no me puguis tirar ni deixar pes camí. Un «ropero» no se tira, està empotrat quasi sempre, o jo al manco, hi estic ben empotrat amb tu.
I❤️U (as friendzone
Jo lo que no sé ben bé és com no t´has donat compte ja que ets una costelleta meva, jajajajajajajaja, només personatges surrealistes i absurds se la llevarien per semblar qui no són, do you know what I mean?
Viatges amb mi d´una punta a s´altre del món, encara que hagi de pagar excés d´equipatge 😉