
Hace dos años me despedía de una de esas personas que entran en tu vida dejando una huella inmensa con estas palabras: “qué raro y maravilloso es ese fugaz instante en el que nos damos cuenta de que hemos descubierto un amigo” de un escritor cuyo nombre no recuerdo (post).
La vida de expatriado te descubre un mundo nuevo, sin duda, y el ser humano es un animal social. No podemos desarrollarnos ni forjar nuestra identidad si no es en sociedad. Por ello, lo que realmente nos marca en nuestra aventura fuera de nuestro hogar, es la gente con la que convivimos.

Qué raro y maravilloso es ese fugaz instante en el que nos damos cuenta de que hemos descubierto un amigo
Helga ha pasado un año y medio en Dubai, el mismo tiempo que pasé yo en Qatar. Me preguntaba cómo llevaba el tema de las amistades que voy dejando por el camino, y no se me ocurrió decir otra cosa que las amistades de verdad no se pierden. Es cierto que cuando llegas a un nuevo destino lo primero que haces es procurar conocer a personas que te puedan ayudar a integrarte en la nueva cultura. Y lo más común es congeniar con aquellas personas que están pasando por lo mismo que tú. Una primera vez lejos de casa, una primera vez en un país árabe y musulmán, la primera vez para muchas cosas tan intensas que necesitas a alguien para compartir tantas emociones. El desahogo es fundamental, especialmente en las primeras etapas.
En la prosperidad nuestros amigos nos conocen; en la adversidad conocemos a nuestros amigos, John Churton Collins.
Todo se vive de manera intensa, desde el idioma a hacer la compra en el supermercado y conocer los nuevos productos, realizar gestiones burocráticas imposibles en instituciones diferentes, conocer las costumbres laborales, gastronómicas o de ocio, por no hablar del dress-code. Cualquier trámite que en tu lugar de origen haces de manera automática e inconsciente, cuando llegas a un lugar nuevo todo se hace una montaña. Por eso es importante compartir nuestras experiencias, para no volvernos majaretas la primera semana.
Como decía Almudena en la misma conversación desde el otro lado del planeta, lo que vivimos es reflejo de lo que somos y de lo que damos. Yo he conocido gente extraordinaria en cada país. La misma gente que si hubieran sido mis vecinos en el barrio de toda la vida probablemente nunca nos hubiéramos tomado un café. Es lo que tiene salir del círculo de confort, te aventuras en experiencias que jamás te habías planteado. Tus prioridades y tu perspectiva de las cosas cambian.
Ningún camino es largo con buena compañía, proverbio turco.
Por ser mi primera experiencia en el extranjero, hoy puedo decir que echo de menos mi vida en Qatar por todo lo que viví allí. Lo que realmente echo en falta es la gente, a todos aquellos que hicieron que mi vida en el desierto fuera emocionante, divertida, curiosa, entretenida, algo que los primeros meses me parecía del todo imposible a 50 ºC. Con la familia Mezquita aprendí que lo que criticamos de otros países también lo tenemos en el nuestro, y que cualquier conversación alrededor de una mesa siempre sabe mejor. Jamás olvidaré su generosidad al compartir los polvorones caseros el día de la despedida en el desierto. En estas fechas aún los sigo recordando.

Con Ricardo aprendimos que vale la pena conocer a gente como él, dando tumbos por el mundo en busca de la superación constante, único y peculiar en tantos aspectos pero tan lleno de vivencias. Espero algún día poder escribir sus memorias, serán todo un bet-seller seguro.
Andrea y Borja, dos jóvenes recién llegados que nos enseñaron que en Doha hay que sacar jugo a las pocas cosas buenas que ofrece, algunas de tan buena calidad como los conciertos de música clásica en el magnífico auditorio Qatar National Convention Centre.
Una de las más bellas cualidades de la verdadera amistad es entender y ser entendido, Séneca.
Gabriel y su familia, hablando maravillas de su paso anterior en Arabia Saudí ¿Quién puede ser feliz en un país como ese? Ellos lo fueron, y mucho. Con dos hijos a cuestas, esta pareja me impactó por su manera de ver y entender la vida, una pasión y una sensibilidad única. Siendo mayores que nosotros –y perdóname Gabriel por hacerlo público- lo que más admiro es la vitalidad con la que afrontan la vida y cómo se adaptan a las circunstancias. Jamás olvidaré la cena de despedida que compartimos en el restaurante iraní del Souq Waqif de Doha, realmente inspiradora. Espero en un par de años -sólo un par- seguir con la misma energía para recorrer el mundo.

La verdadera amistad no consiste en ser inseparable, es estar separadas y que nada cambie.
Con Marian, quien no sólo me enseñó las virtudes de la Thermomix para las que odiamos la cocina pero nos encanta comer bien. La amiga que supo entender la frustración de una hormiga productiva que de repente quiere cambiar de rumbo. Todo un ejemplo se superación y valentía que ha visto recompensado todo su esfuerzo formando una feliz familia y un futuro prometedor.
Cómo no, Jordi y Sandra, una de las parejas con las que más viajes hemos compartido –y también debates acalorados «Thermomix sí o no»- y con los que seguimos intercambiando información sobre los mejores roof-top de Nueva York o la mejor época del año para ver los orangutanes en Uganda. Hasta vinieron a visitarnos a Cancún, donde compartimos día de playa, margaritas, tacos y quesadillas a ritmo de mariachis. Un ejemplo de que no sólo se trata de una amistad circunstancial, sino de que puede pasar el tiempo y nada cambia.
Mucha gente entrará y saldrá de tu vida, pero sólo los verdaderos amigos dejarán huellas en tu corazón, Eleanor Roosevelt.
Con mi querida Andrea, a quien adoptamos como nuestra hermana pequeña, descubrimos dónde tomar las mejores cervezas belgas de la ciudad y no se nos escapó ningún Happy Hour (Fenway HotDog incluido) y el Champions era nuestro lugar de reunión para desahogar la penas o celebrar cualquier ocasión.

Y una de las despedidas más dolorosas para mí, Toni y Sanso. Dolorosa porque apenas nos conocimos supimos que íbamos a congeniar los cuatro de maravilla –como así fue- pero en apenas un mes llegó el momento de despedirnos. «Lo que sucede conviene» me decía Toni.
Pero ¿qué hace tan especiales estas amistades? Es una ecuación de tres factores explicada, muy amablemente, por mi marido en la siguiente fórmula: la intensidad de la amistad es el resultado del tiempo que permaneces fuera de tu hogar multiplicado por el factor de hostilidad del país. Qatar me proporcionó amistades tan intensas por el tiempo que permanecí allí pero también porque vivir en un territorio tan hostil hace que te relaciones más con la gente, que busques apoyo en una cultura que a ratos es tan difícil de comprender y que te lleva más de una vez a un estado de frustración total. En otros países, véase República Dominicana, la cultura y el idioma ayudan a que no necesites buscar tanto apoyo en los demás. Pero tras mi experiencia empírica, vivir en un país de Oriente Medio une, y mucho.

No me pesa llevar dos años sin ver a estas personas que de un modo u otro entraron en mi vida porque nunca he dejado que salieran de ella. Están ahí, lo sé, hablemos más o menos. La gente auténtica lo es y lo seguirá siendo. El mundo tiene las barreras que le queramos poner nosotros. Es cierto que si vives en el Caribe es más fácil recibir visitas que si vives en las antípodas o en el desierto qatarí, pero no hay duda de que la gente que te importa va a estar para siempre. Se vive todo de otra manera, y aunque a veces tu familia y tus amigos de toda la vida puedan ofenderse, hay cosas que sólo puedes compartirlas con aquellos que han vivido lo mismo que tú. Es diferente, va de otra cosa. Son experiencias vitales distintas, son sensaciones que no siempre pueden expresarse con palabras. Hay tantas vivencias que no te cuentan en las guías de viajes o en “Españoles por el mundo” que hay que vivirlas en primera persona para entenderlas.
Vivir en el extranjero es estar subido a una montaña rusa de emociones de manera constante. Es por ello que las despedidas duelen, porque sabes que hay momentos que no se volverán a repetir. Todo quedará en el recuerdo de cada uno, en las fotos que guardaste, en la memoria de Facebook. Es un cordón umbilical que, aunque lo cortes, mantiene el vínculo como el de un hijo a una madre que nunca se olvida porque queda grabado en el alma.

Jamás pensé que lo diría, pero sí, echo de menos mi vida en Qatar por lo que viví allí, porque apenas he pasado seis meses en tres países diferentes después de mi experiencia en el país del petrodólar, tiempo insuficiente para forjar esas amistades tan intensas y porque, en mi experiencia, la primera vez es como el primer beso, puede que no fuera el mejor, pero sí el más importante.
Los grandes amigos son difíciles de encontrar, difíciles de dejar e imposibles de olvidar.
Jajajajajajaja.
El otro día me descubrí pensando: qué bien lo pasé en Qatar! Y me hizo reflexionar. Si.
De tu post saco una gran conclusión: tu marido es ingeniero!!!!
Feliz Navidad, lagartija viajera!!!!!!!!
Pues mi marido ingeniero no para de decirme «ya te vale, tanto renegar y despotricar de Qatar y ahora dices que lo echas de menos». En realidad no se trata del lugar, sino lo que hemos vivido, sentido y experimentado. Todo lo vivimos tan intensamente que ahora, con la perspectiva que da el tiempo, pienso mucho en la gente que conocí y que tan fácil y amena me hizo la vida allí. Imagínate si llegamos a conocernos tú y yo, jajajajajajajaa!!!!
Molts d’anys Juan!
Nosotros ya estamos organizando la vuelta, y ya estamos echando de menos Doha; y como bien dices no es por ninguna otra cosa,es por la gente que has conocido y se han convertido en tus amigos. Pero a diferencia de tí,creo que desafortunadamente ya nunca volverá a ser igual,aunque nos veamos en el futuro tu relación habrá cambiado…eso es al menos lo que yo he experimentado antes,con lo que todavía me apena más la despedida…de todos modos siempre queda el recuerdo que revivimos con cariño – igual q nos acordamos de vosotros!!
Saludos desde Málaga en Navidad
¿Estáis de vuelta? Wowwwww, después de cuánto… ¿3-4 años?
Te entiendo, y ya verás cuando vaya pasando el tiempo y lo veas en perspectiva, se te queda clavado en el corazón para siempre. En relación a las amistades, obviamente va en dos direcciones, no depende de uno solo. Pero en mi caso he de decir que mantengo contacto más con unos que con otros, pero cuando nos vemos o hablamos sigue todo exactamente igual, y eso es mágico porque es lo que te indica que se trata de una verdadera amistad. Lo que Qatar ha unido no se va a separar tan fácilmente 😉
Feliz vuelta a casa y besos caribeños,
Laura.